Sonja Lyubomirsky: La ciencia de la felicidad: un
método probado para conseguir el bienestar,
Barcelona, Ediciones Urano, 2008, 408 pp., ISBN:
978-84-7953- 664-0
Diego Gómez Baya
¿Qué nos hace ser felices? ¿Se puede ser más feliz? Estas y
otras cuestiones son a
las que trata de dar respuesta Sonja Lyubomirsky,
profesora de la Universidad
de
California en Riverside. La profesora Lyubomirsky es licenciada en
psicología
por la
universidad de Harvard y doctorada en psicología social por la
Universidad de
Stanford. Sus investigaciones han merecido
numerosos premios y menciones,como
el Templeton Positive Psychology Prize y una beca
de investigación del Instituto
Nacional de Salud Mental de los Estados
Unidos.
A diferencia de otros libros que abordan el tema de la
felicidad, la autora
recopila en esta obra los datos empíricos encontrados en su
laboratorio durante sus más de
veinte años de experiencia investigadora en el
tema, así como los
resultados y teorías más relevantes de las figuras más
relevantes de la psicología
positiva en la actualidad. Con unas bases sólidas de
psicología empírica y desde
la perspectiva positiva, centrada en el estudio de las
fortalezas y bondades del ser
humano, como complemento al estudio de su sufrimiento y sus
patologías (más
tradicional en el ámbito de la ciencia psicológica),
Lyubomirsky nos ofrece una
lectura ágil y motivadora, que llena de energía y anima a
internalizar y llevar a
cabo las detalladas actividades descritas para ser más
feliz.
Para dar respuesta a la primera de las preguntas, la ciencia
ha comenzado por
estudiar las diferencias entre las personas felices y las
personas infelices, o analizar
las características asociadas a una mayor felicidad. Si bien
esto es tan sólo un primer
paso que no posibilita el establecimiento de relaciones
causales, tan necesarias
para poder predecir qué actividades o qué pensamientos
predicen qué cantidad
de felicidad. Con este motivo, durante dos décadas la
profesora Lyubomirsky ha
dirigido multitud de experimentos para poner a prueba la
efectividad y duración
de la efectividad de actividades concretas. Sin duda, esta
obra no es un libro más
de autoayuda, basado en especulaciones y conjeturas, sino
que es un libro basado
en trabajos científicos, repleto de referencias y datos
empíricos, aunque narrado
en un lenguaje divulgativo y cercano al lector
medio.
La segunda de las preguntas -¿se puede ser más feliz?-
fundamenta y motiva
la lectura del libro. La respuesta es una rotunda
afirmación, justificada en base al
estudio con gemelos univitelinos, que comparten el cien por
cien de su material
genético, y que son criados en el mismo o diferente
ambiente, y que comparten
o no experiencias de aprendizaje. El libro nos presenta un
claro gráfico en el que
nos señala tres grandes áreas de la realidad humana que
predicen la felicidad: los
genes, las circunstancias y la actividad deliberada. Los
genes marcan la línea base
o valor de referencia de la felicidad de una persona, y
predicen hasta un 50 por
ciento de la felicidad de la persona. Entonces, ¿quiere
decir esta elevada cantidad
que nuestra felicidad está completamente predeterminada al
nacer? Pues no, si
bien el valor de referencia va a ser el punto inicial desde
el que partamos, la
manifestación o no de esta potencialidad, va a depender del
estado de las siguientes
dos áreas a describir, el restante 50 por ciento de nuestra
felicidad no está determinado
al nacer. Primeramente, consideremos el efecto de las
circunstancias vitales, como,
por ejemplo, el estado civil, el nivel socioeconómico, o la
experiencia
de problemas o experiencias traumáticas. Aunque resulte
paradójico, todos los
datos señalan que las circunstancias vitales sólo determinan
un 10 por ciento de
nuestra felicidad. ¿A qué se debe esto? ¿Y por qué creemos
que las circunstancias
pesan mucho más? La influencia de las circunstancias vitales
en nuestra felicidad
viene limitada por un proceso denominado adaptación
hedonista, que establece
que los cambios circunstanciales tienen un efecto inmediato
en el bienestar del
ser humano, pero que transcurrido un tiempo, el ser humano
se adapta a dichos
cambios y regresa a sus valores de referencia. Entre los
múltiples datos empíricos
para sostener esta influencia limitada, destacaremos, por su
claridad, el efecto de
ganar por sorpresa una gran cantidad de dinero. Los estudios
mantienen que tras
un ascenso inicial del estado de ánimo (todo el mundo se
alegraría si le tocara
la lotería), nos adaptamos a este hecho y volvemos a nuestro
valor de referencia,
bien creando necesidades cada vez mayores (ya no es
suficiente con tener una
buena casa, ya querríamos también que tuviera vistas a la
playa y una buena parcela)
o bien perdiendo cada vez más valor para uno mismo (y
descubriendo que lo que
de verdad importan no son las cosas materiales, por
ejemplo). Lyubomirsky nos
presenta varios mitos relacionados con el materialismo y la
belleza física, cuya
importancia en nuestra felicidad ha sido sobrevalorada en
nuestra sociedad.
Así pues, tras la influencia genética y de las
circunstancias, ¿qué nos queda?
Nos queda lo más importante, lo que da sentido a este libro
y a nuestra vida en
general, nuestros actos deliberados, lo que decidimos hacer
con nuestra vida. Es
enormemente reconfortante pensar que nuestra felicidad
depende de nosotros
mismos en gran medida, estimada en un 40 por ciento, y
también lo es saber
que se han diseñado y demostrado numerosas actividades que
podemos llevar a
cabo para incrementarla. Y es que la felicidad no ha de ser
concebida como un
resultado, sino como un camino, como una aventura, en la que
nuestro esfuerzo y
nuestras decisiones tienen un papel absolutamente
determinante. Este peso de las
actividades deliberadas justifica la inclusión en la obra de
una guía de hasta doce
actividades, todas ellas validadas experimentalmente, para
incrementar nuestra
felicidad.
Llegados a este punto, y antes de comentar con brevedad
estas actividades,
resulta imprescindible destacar el acierto de la autora no
sólo en el diseño sino
también en la aplicación de estas actividades. Podríamos
preguntarnos,
¿es necesario hacer todas las cosas que aquí se nos indican?
¿Qué ocurre si algunas
de estas ctividades
no me motivan lo suficiente? La solución a estas cuestiones viene de
la
mano del Diagnóstico de Adecuación entre la persona y la
actividad, del profesor
Ken Sheldon. Se trata de un breve autoinforme que facilita
el descubrimiento
de las cuatro actividades que mejor se puedan adaptar a
nosotros mismos, según
nos resulten más naturales y nos generen un mayor disfrute.
La elección de estas
actividades facilitará el éxito de la intervención y la
efectividad de la misma, en
cuanto se desarrollarán de una forma más adecuada y
sostenida, y correspondan
directamente a las propias necesidades. Además, junto a este
autoinforme,
Lyubomirsky presenta el Cuestionario Oxford sobre la
Felicidad, que el lector podrá
rellenar si lo considera oportuno en varios momentos antes,
durante y después de
llevar a cabo las actividades seleccionadas. Esta medida de
la felicidad nos aportará
el valor desde el cual partimos y nos permitirá ser
descubrir la eficacia de las
actividades que estamos desarrollando. De esta manera, la
autora pone a disposición
del lector diversos medios teóricos y metodológicos para
favorecer la eficacia
de las intervenciones y posibilitar, en último término, que
los lectores alcancen
el objetivo por el que se creó y por el que compraron este
libro, incrementar su
felicidad.
A continuación, describimos con brevedad cada una de las
actividades desarrolladas
y justificadas en el libro:
-Expresar gratitud. En palabras del profesor Robert Emmons,
la gratitud es
“un sentimiento de asombro, agradecimiento y apreciación por
la vida”. Pensar
con gratitud nos ayuda a saborear las experiencias positivas
de la vida, a reforzar la
autoestima y el amor propio, y a afrontar el estrés y el
trauma. Así, para practicar
la gratitud la autora nos propone llevar un diario de
gratitud o expresar la gratitud
directamente en persona.
-Cultivar el optimismo. Todas las estrategias para el
optimismo incluyen el
ejercicio de interpretar el mundo desde una perspectiva más
positiva y generosa.
Entre las actividades presentadas destacamos la denominada
“el diario del mejor
yo posible”, que consiste en visualizar y escribir sobre un
futuro en el que todo
haya salido como tú querías. Este ejercicio, basado en los
estudios de la profesora
Laura King, no se refiere sólo a imaginar un modelo futuro
para ellos, sino también
a construir el mejor yo posible hoy para que ese futuro se
vuelva realidad.
-Evitar pensar demasiado. Pensar demasiado es darle muchas
vueltas a las cosas
de forma innecesaria, pasiva y excesiva, al sentido, las
causas y las consecuencias
de tu carácter, tus sentimientos y tus problemas. Partiendo
de los estudios de la
profesora Susan Nolen-Hoeksema, que viene demostrando desde
hace décadas
cómo este estilo de pensamiento mantiene y exacerba los
síntomas depresivos, se
enseñan estrategias para distraerse de pensamientos
negativos, actuar para resolver
problemas y sustituir una tendencia a la comparación
social.
-Practicar la amabilidad. Los estudios de Lyubomirsky
señalan que ser generosos y
atentos con los demás, un solo día a la semana, hizo felices
a las personas, es
decir, experimentaron un incremento de su
felicidad.
-Cuidar las relaciones sociales. Dedicar tiempo,
comunicarse, manifestar apoyo y lealtad,
y abrazarse, son algunas de las actividades que han
demostrado eficacia para incrementar
los niveles de felicidad.
-Desarrollar estrategias para afrontar. Afrontar es lo que
hacemos para aliviar
el dolor o el estrés provocados por un acontecimiento
negativo. Entre las actividades
propuestas está encontrar sentido al sufrimiento mediante la
escritura
expresiva, ver el lado positivo del trauma mediante la
escritura o la conversación,
o afrontar el problema a través de cuestionar los
pensamientos pesimistas.
-Aprender a perdonar. Los estudios indican que las personas
a las que se les
animaba a perdonar manifestaban una disminución de sus
emociones negativas
y un aumento de su autoestima y su esperanza. La autora nos
presenta varios
ejercicios para aprender a perdonar, como apreciar ser
perdonado, imaginar el
perdón, escribir una carta de perdón, ser más empáticos o
atribuir cierta bondad
o generosidad al transgresor.
-Fluir más. El profesor Mihalyi Csikszentmihalyi define el
flujo como un estado de
ensimismamiento y de concentración intensos en el momento
presente, de
manera que la actividad que realizas es un desafío y es
apasionante. La clave para
crear el flujo es establecer un equilibrio entre las
habilidades de uno mismo y los
desafíos que elige afrontar. En este libro se proponen
numerosas estrategias para
aumentar las experiencias de flujo.
-Saborear las alegrías de la vida. Los investigadores
definen el disfrute como
los pensamientos o comportamientos que son capaces de
generar, intensificar y
prolongar el placer. Actividades como saborear las
experiencias comunes, disfrutar
y rememorar con familiares y amigos, festejar las buenas
noticias o permanecer
abierto a la belleza y la excelencia, permiten incrementar
nuestra felicidad.
-Comprometerte con tus objetivos. Elegir bien los propios
objetivos es sumamente
importante: que tengan que ver con nuestros propios
intereses, que sean
propios, que sean flexibles, que puedan ser descompuestos en
pasos sucesivamente
alcanzables, o que estén en armonía con otros objetivos
personales, son algunas
de las características que han de tener nuestros objetivos
para que nos
comprometamos y nos esforcemos con pasión.
-Practicar la religión y la espiritualidad. Buscar sentido a
la vida, orar o saber
encontrar lo sagrado en la vida corriente son algunas de las
actividades mediante
las cuales el cultivo de la religión o la espiritualidad
puede hacernos más felices.
-Ocuparte de tu cuerpo. En esta actividad final, Lyubomirsky
nos subraya la
importancia de la meditación, de la actividad física, y de
actuar como una persona
feliz (es decir, la expresión misma de emociones positivas,
como reír o sonreír, nos
hace sentirnos mejor), para incrementar nuestra
felicidad.
Tras esta breve descripción de las actividades planteadas
para el incremento del
bienestar, la autora cierra este libro estableciendo cinco
claves para favorecer que
las mejoras en felicidad sean sostenibles, y no sufran la
denominada adaptación
hedonista, antes comentada. Las cinco claves son: generar
emociones positivas,
elegir los momentos oportunos y dar variedad a las
actividades, rodearnos de
apoyo social, dedicar esfuerzo y compromiso, y hacer que las
actividades se
conviertan en un hábito. Y es que más importante aún que
incrementar los niveles de
felicidad es mantenerlos.
Así pues, este libro titulado “La ciencia de la felicidad:
un método probado
para conseguir el bienestar” supone un breve y entretenido
manual lleno de
actividades, todas ellas respaldadas empíricamente, para
ayudarnos a ser más felices,
escrito de forma sencilla y motivadora. Tras la lectura del
mismo estoy convencido
de que la propia autora ha conseguido ser más feliz mientras
escribía el propio
libro, y además consigue, también gracias a eso, de forma
humilde y brillante, que
el propio lector disfrute y se contagie en todo momento de
un entusiasmo por
generar felicidad, que invita a poner a prueba y practicar
con energía las actividades
presentadas durante su vida diaria. En palabras del
profesor Martin Seligman,
fundador del movimiento de la Psicología Positiva, este
libro es “el lugar adecuado
para buscar un consejo científico sobre cómo ser más
feliz”.
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