Desde hace tiempo quiero escribir unas líneas sobre la gente que cambió mi manera de ver, sentir y pensar. El orden en el que los y las presentaré es completamente al azar aunque es llamativo que el primer maestro al que me referiré nunca fue profesor mío.
César Aguiar (Sociólogo, Profesor, Consultor fallecido en el 2011) dio una conferencia en la universidad, yo tendría veintipocos años. Creo que fui a escucharlo medio obligado o porque no tenía nada mejor que hacer. Se subió al pequeño estrado y dijo que nunca perdiéramos el tiempo hablando en público sobre verdades. Más específico: que no perdiéramos el tiempo dando clases o cátedra sobre cosas ciertas, tangibles, explicables. Eso es demasiado fácil y demasiado aburrido, creo recordar que dijo. “Ni siquiera estoy seguro de lo que estoy diciendo pero me hago responsable de decirlo”, agregó para más escándalo de los confundidos presentes.
En vez de abrazar verdades nos instó a aprovechar el tiempo en cuestionarlas. La mejor forma de generar conocimiento no es intentar transmitirlo, sino sabotear, cuestionar, problematizar el que ya existe. Eso es enseñar; el resto es sermonear.
Nunca volví a ver a Aguiar ni a escucharlo en persona. Pero su consejo me acompaña a todos lados. Lo llevo dentro de mi cartuchera, ese lugar donde uno guarda los útiles.
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