domingo, 23 de febrero de 2014

“Dejemos de buscar la felicidad en lo extraordinario y recuperemos el arte de celebrar lo cotidiano”.

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Hoy dentro de la Sección “Entrevistas motivantes para nuestro desarrollo personal y profesional” es un placer presentar a Lola Mayenco. 
Lola MayencoNos decimos que no hay nada que celebrar, que con la que esta cayendo es de locos, celebrar algo. Más y más excusas. Vamos por la vida en modo automático y no nos damos cuenta que paseamos por un parque, del olor de las flores o de las sonrisas de los niños. No disfrutamos de la vida, de los buenos momentos.
Apreciar los pequeños placeres de la vida cotidiana, son la clave de la felicidad. Y es lo que nos dice Lola, en su libro ”Algo que celebrar” . A través del libro, descubriremos que el pasear por las montañas, renueva nuestra conexión con la naturaleza, entre otros muchos rituales. A través de una recolección de rituales que ha ido recolectando por todo el mundo, aumentaremos la capacidad de observar la belleza que hay en el día a día.
Por muy dura que sea nuestra vida, siempre hay algo que celebrar.
GRACIAS Lola por recordarnos que el simple hecho de estar vivo, aquí y ahora, es ya una auténtica fiestaPodéis conocer más a Lola a través de su Web, en Twitter y Facebook.  
¿Frustrado porque nos sabes realmente cuales son tus habilidades y pasiones? ¿Desesperado porque no sabes qué asignaturas escoger o hacia dónde encaminar tu vida? ¿Desempeñas un trabajo que no te gusta y te preguntas a qué dedicarte para ser feliz? ¿En paro y dilucidando qué hacer con tu vida? ¿Quieres un nuevo rumbo en tu vida?Será un placer acompañarte en el camino que quieras emprender. Juntos ascenderemos a cotas jamás imaginadas. Puedes contactar conmigo a través de Twitter (@sherpapersonal), en Facebook y en el email del blog
.- ¿Quién es Lola Mayenco?
Alguien que presta atención a la belleza que tiene a su alrededor y que la señala con el dedo para que otros también puedan verla. De hecho, cuando sea mayor quiero ser como Bill Cunningham, el mítico fotógrafo del “New York Times” que, con 84 años, sigue saliendo cada día a la calle para tratar de capturar con su cámara la belleza.
.- Con la que está cayendo, ¿Siempre tenemos algo que celebrar?
La vida está lejos de ser perfecta, pero creo que no sirve de nada focalizarse todo el rato en lo malo, en lo que no funciona, en lo que no nos gusta. En cambio, si miramos con atención a nuestro alrededor veremos que, por muy duro que sea nuestro día a día, siempre hay algo por lo que merece la pena vivir y a mí me gusta centrarme en eso. Lo aprendí de mi padre, un optimista radical, pero también de personalidades como Viktor Frankl, un judío austriaco que sobrevivió al holocausto y que perdió a su mujer y a sus padres en los campos de concentración. A las personas que querían suicidarse, este psiquiatra les preguntaba si no tenían ningún motivo para vivir, por pequeño fuera. Y, cuando lo compartían con él, les recomendaba que se agarrasen a ese motivo con fuerza. Para él, ese motivo era como una semilla y si la persona la cuidaba, la regaba, la abonaba, la protegía del sol y del viento, pronto crecería y ya no tendría una pequeña semilla, sino un jardín entero.
.-  ¿Qué poder tienen las celebraciones?
Desde mi punto de vista, lo más importante de las celebraciones es que nos dan permiso para detener nuestra rutina y dedicarnos a apreciar las grandes y pequeñas maravillas de la vida. Cuando lo hacemos, cuando nos tomamos ese permiso y abrimos bien los ojos, nos damos cuenta de que estamos rodeados de prodigios increíbles que no habíamos percibido hasta el momento. Y entendemos mejor lo que quería decir Albert Einstein cuando afirmó que «hay dos maneras de vivir la vida: una es creer que no existen los milagros y la otra es creer que todo es un milagro».
 ¿Qué tendríamos que celebrar todos los días al despertarnos?
Pues todos esos milagros cotidianos a los que se refería Einstein y que yo he querido recordar, uno a uno, en los capítulos de mi libro: el prodigio de tener sensaciones, pensamientos, sentimientos e intuiciones, estar rodeados de personas, posesiones, animales, plantas y el alma de los muertos, vivir inmersos en los elementos de la naturaleza, en este lugar y en este preciso momento.
.-  ¿Qué fiesta recomendarías a un desmotivado?
Depende de la causa de su desmotivación, ya que el abanico de celebraciones que tenemos a nuestra disposición es inmenso. Lo que está claro es que hay un ritual para aliviar cualquier herida y una fiesta para superar cualquier ceguera. Algunas celebraciones están ahí desde el principio de los tiempos y otras son más modernas, pero todas nos ayudan a recuperar la sensación de que «la vida no es sólo un placer, sino una especie de privilegio excéntrico», como escribió G. K. Chesterton.
.-  ¿Por qué deseamos tanto tener y no ser?
Deseamos las dos cosas, lo que ocurre es que “tener” viene antes que “ser” en la jerarquía de las necesidades humanas y por eso pasamos más tiempo “teniendo” que “siendo”. El psicólogo Abraham Maslow decía que la búsqueda de alimento es previa a la búsqueda de la felicidad y yo no podría estar más de acuerdo.
.-  ¿Qué alimento tendríamos que dar todos los días a nuestra alma?
Cada alma tiene gustos diferentes, pero, si me preguntas a mí, te diré que la mía es feliz con una pequeña dosis cotidiana de belleza. Mi alma suspira con el antiguo proverbio persa que afirma que «si por toda riqueza te quedaran dos panes, vende uno, y con esas monedas regálate unos jacintos con los que alimentar tu alma» y me obliga a detenerme ante una pluma de pájaro caída en medio del camino, una piedra que me traen mis hijos, una mirada amable, un asomo de sonrisa, el cielo.
.-  ¿Por qué tenemos miedo a escuchar nuestro corazón?
Porque, a menudo, sus consejos son diferente a los que nos dan nuestra alma, nuestra cabeza y nuestro cuerpo. Y creemos que, si les hacemos caso, tenemos muchas posibilidades de caernos.
 .- ¿Cuál es tu concepto de felicidad?
Después de buscar la felicidad en paraísos lejanos y permitiéndome placeres extraordinarios, entendí que no hay nada como saber apreciar las pequeñas maravillas de lo cotidiano. De modo que ahora la encuentro en los placeres más sencillos, en las actividades más comunes, en los gestos más minúsculos: para mí, lo ordinario es extraordinario.
.-  ¿La felicidad llega a través del agradecimiento?
Desde luego. Todos conocemos a personas que lo tienen todo para ser felices y que no lo son porque no aprecian lo que tienen, quieren tener más de lo mismo o algo completamente diferente. En cambio, también conocemos todos a personas con problemas serios que sonríen constantemente y que lo hacen porque, a pesar de su dolor, están agradecidos de lo que sí que tienen. Así que, como afirma el monje David Steindl-Rast, «no es la felicidad la que nos hace agradecidos; es el agradecimiento el que nos hace felices».
.-  ¿De qué depende el futuro?
Evidentemente, de nuestras acciones en el presente: el futuro sólo existe en nuestra mente. Por eso es esencial que encontremos nuestra propia estrategia par disfrutar plenamente del momento presente.
 algo que celebrar .-  ¿Se debe apreciar el paso del tiempo?
Se debe apreciar todo y, claro, el tiempo, muy especialmente; al fin y al cabo, si algo es finito en la vida es nuestro tiempo. Debemos prestar más atención al tic-tac del reloj y marcar de alguna forma los principales cambios, tanto a nivel personal como en la naturaleza: en el proceso de nacimiento, crecimiento, reproducción, enfermedad y muerte del ser humano, así como en la alternancia del día y la noche, el ciclo de las estaciones y el paso de los años, se esconde mucha belleza.
.-  ¿Qué pasaría si abriéramos nuestra mente? ¿Qué cualidades tienen los genios?
Que sentiríamos un placer enorme. Si algo tenían en común Darwin, Epicuro, Leonardo y Einstein es saber que los placeres mentales pueden ser tan intensos como los placeres físicos y se dedicaron intensamente a disfrutar de ellos.
.- Una reflexión para los lectores del blog
Me gustaría insistir en la importancia de dejar de caminar por la calle como sonámbulos o, peor aún, como zombies, y tratar de percibir las pequeñas cosas que nos rodean y que, en el fondo, son tan grandes. Dejemos de buscar la felicidad en lo extraordinario y recuperemos el arte de celebrar lo cotidiano.

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