domingo, 18 de mayo de 2014

El hombre más feliz de todo el mundo

http://www.elpais.com.uy/domingo/hombre-mas-feliz-mundo-matthieu-ricard.html 
Matthieu Ricard es biólogo molecular e hijo de un filósofo agnóstico. Dejó su carrera para vivir en un monasterio y se ganó, por un estudio científico, un título que él desecha: ser el más feliz
Escribió una docena de libros, entre científicos, filosóficos y de fotografía.
Claudio Gaete I El Mercurio/GDA
A Matthieu Ricard le conectaron 256 electrodos a su cráneo y fue sometido a una serie de resonancias magnéticas. El resultado mostró que su nivel de actividad en la corteza cerebral prefrontal izquierda, asociada con las emociones positivas, era mucho mayor que el promedio. Algo nunca visto en otro ser humano. Cuando se dieron a conocer las conclusiones, en 2007, Ricard se quedó con un no deseado título que lo persigue hasta ahora: El hombre más feliz del mundo.
"No podemos medir la felicidad en el cerebro, no se pueden medir las emociones positivas como la empatía o el afecto. O el miedo y la rabia. Eso que llamamos felicidad, no existe. Es algo que viene con muchas cualidades humanas que se juntan; ¿cómo se puede medir la felicidad en el cerebro? ¡No tiene sentido! Hay emociones positivas y negativas. Yo he tratado de dejar en claro esto, pero no sé qué más hacer. Si vengo acá, me dicen que soy la persona más feliz del mundo, si voy a Singapur es lo mismo", dice.
Matthieu Ricard nació en París hace 68 años. Es hijo del afamado escritor y filósofo Jean François Ravel y de la pintora Yahne Le Toumelin. Creció en un mundo privilegiado, rodeado de intelectuales y artistas, como Buñuel y Henri Cartier-Bresson.
Estudió biología molecular en el prestigioso Instituto Pasteur en el París de los 60. Hasta que en 1967 viajó por primera vez a India y cambió su visión del mundo. Volvió a ese país en seis ocasiones y terminó su tesis doctoral en 1972, antes de abandonar su vida como científico y dedicarse a la meditación de la mano de Kangyur Rinpoche, su maestro y mentor en las artes budistas. A partir de entonces, su transformación fue total. Dejó su ropa occidental y el delantal de laboratorio por la vestimenta tibetana amarilla y bordeaux, y se fue a vivir a un monasterio en Nepal, al lado de los Himalaya, en una suerte de Shangri La espiritual.
"Existe algo llamado biofilia, que es cuando la gente, espontáneamente, prefiere un ambiente natural -dice-. Por ejemplo, los prados verdes significan prosperidad; las montañas, seguridad; y estar en la naturaleza, biológicamente, ayuda a sentirte en armonía contigo mismo, con los otros, con el mundo. Si tu ocupación es hacer meditación y trabajar tu mente, y tienes que estar por un par de meses en un lugar, ¿por qué no hacerlo en un lugar armonioso? Es por eso que nos vamos a las montañas".
En sus charlas, lejos de la imagen seria y contemplativa de los monjes tibetanos, Ricard demuestra un gran sentido del humor, haciendo reír con frecuencia a quienes lo escuchan. "Mi sentido del humor no se basa en hacer bromas, sino en tomar las cosas sin que te afecten y no ser tan vulnerable a las pequeñeces. Algunas personas son tan egoístas, que solo piensan en cómo se sienten ellas. Y ni siquiera son capaces de soportar un poco de frío. Yo creo que si uno es más resiliente, las cosas son más divertidas".
Ricard cita a Buda: "Quieres felicidad, pero le das la espalda; no queremos sufrimiento, pero corremos hacia él". Dice que eso sucede porque existe ignorancia y confusión. Lo explica así: "Si pensamos que encontrar la felicidad es simplemente un ejercicio de poder, fama y obsesión por el placer, entonces buscamos algo que nos lleva a la decepción, porque ninguna de esas cosas provee bienestar, son solo ilusiones. La gente tiende a observar a alguien famoso que es bello y rico, un actor, lo que sea. Y cuando escuchan que tiene un ataque de nervios, dicen: `¿Pero qué le pasa? Si yo fuera cómo él o ella sería muy feliz`. ¡No! Eso no tiene nada que ver con la felicidad. La felicidad es una forma de ser, está basada en cualidades humanas, no en fama, fortuna o poder".
-Pero la gente también siente rabia, odio, celos...
-Primero, tienes que ver cuál es el resultado de esas emociones. Tienes que reconocer su efecto destructivo. Si yo digo que estamos trabajando una causa en la que te garantizo que te sentirás celoso al final. ¿Te sumarías a la causa? ¡No! Porque sabes que eso no te ayudará a construir felicidad, sino que la destruirá. Pero si te digo que trabajemos en una causa en la que verás amor y bondad, tú dirás "ok, eso se ve interesante". Entonces sabes que hay ciertos estados mentales personales que son el camino para la felicidad y nos hacen actuar de cierta forma y nos permiten ayudar a otros. Una vez hecho eso, podemos decir ¿qué hago con los celos?, ¿con la rabia?, ¿hay alguno antídoto?
-¿Y los hay?
-Claro, hay millones de antídotos. Imagina que quieres herir a alguien, ¿cuál es lo opuesto a eso? Hacer el bien por el otro. No se puede en un mismo gesto dar un golpe y después dar la mano de forma amable, son mutuamente incompatibles. Mientras más bondad desarrolles en tu mente, menos espacio hay para pensar en el odio. Ese es un tipo de antídoto. El otro es no identificarse con la emoción negativa. Supongamos que me siento ansioso porque voy a perder mi vuelo, y mi mente está empapada en ansiedad. Yo puedo tomar conciencia de esa ansiedad, verla dentro de la mente; así, esa ansiedad pasa a ser solo una manera de sentirse. Ese es un antídoto. Lo otro: no relacionarse con la rabia. Supongamos que alguien tiene un resfrío, un dolor de cabeza; uno no es un dolor de cabeza, lo sufre. Yo sufro de rabia, no soy la rabia. Mi conciencia no es la rabia, sino que es un estado construido mentalmente, y si la veo así puedo cambiar las cosas.
-Si eso es así, ¿por qué no lo hacemos todos?
-La causa del sufrimiento es la ignorancia, el delirio, la confusión. En un nivel muy profundo, el delirio es una mala construcción de la realidad.

HERENCIA

Ricard ha escrito una decena de libros, tanto científicos, como filosóficos. Y también ha publicado cinco sobre sus trabajos fotográficos. Pero el más renombrado es El monje y el filósofo, producto de una serie de conversaciones con su padre y que se ha convertido en un best seller a nivel mundial en 21 idiomas.
Sin embargo, fue su madre, según confiesa, quien más ha influido en su vida. "Porque es tan buena persona. Todavía vive, tiene 91 años, y tiene un gran corazón, y pese a que sus habilidades físicas van en declive, cada vez hay más bondad en ella. La gente que supuestamente viene a ayudarla, porque vive sola, en realidad viene a buscar tranquilidad y apoyo".
Sus padres se divorciaron cuando tenía 18 años y su madre se hizo monja budista. Su padre, con quien tenía opiniones completamente opuestas en muchos temas, murió en 2006, siete años después del libro de conversaciones entre ambos.
Ricard cuenta que desde que dejó su estilo de vida occidental, se las ha arreglado para vivir con unos 15 dólares al mes "como máximo". Dice que su vida en Nepal, Bután e India transcurría plácidamente, con muchas horas dedicadas a la meditación y la contemplación.
"Era totalmente feliz, no tenía ningún problema. Pero no podía hacer mucho, terminé mi trabajo y me quedé sin salario ni ahorros. Mi vida estaba bien, pero no podía hacer muchas cosas por otros. Entonces, cuando hice el libro con mi padre se vendieron cientos de miles de copias en Francia y comenzó a llegar mucho dinero", sostiene.
Dice que lo que en principio le pareció un problema, porque lo obligaba a meterse en el sistema de nuevo, lo convirtió en una solución. Con el dinero recaudado creó el año 2000 una fundación -Karuna Shechen, cuyo significado es compasión- y se abocó a levantar escuelas para educar niños pobres y clínicas para atender pacientes en lugares remotos de India y Nepal.

LA MENTE Y EL PLACER

MENTE Y ENEMIGOS.
"La depresión en la mente es la peor enemiga. Si una persona es paranoica, el mundo se convierte en su enemigo. Y si su mente está llena de compasión y libertad interior, todo se convierte en su amigo y se transforma en algo bueno. Uno tiene que enfrentar su mente de la mañana hasta la tarde, y si uno cambia un poco la forma en que trabaja la mente, puede cambiar todo su mundo".
PLACER Y BIENES.
"Lo hedónico no funciona muy bien, porque si lo que se quiere son interminables dosis de placer, se convierte en una receta para el cansancio, no para la felicidad. Si quieres un pedazo de torta de chocolate, lo puedes comer y es increíble; dos pedazos, está bien; pero si te comes cinco, te enfermarás. Si te tomas una ducha después de haber trabajado en una mina de carbón, es casi una bendición. Pero ducharte por 24 horas sin parar, es una tortura".
¿INFELIZ A VECES?.
"Claro, (responde entre risas). Cuando veo odio, eso es lo peor. Pero infeliz en el sentido de tristeza, no en el de desesperación o de perder el sentido de mi vida. Si piensas en la felicidad como compasión, coraje y como un sentido de dirección, entonces ves de manera clara esta necesidad de ser tratado con compasión y sabiduría. Verdadera felicidad, el sentirse bien, está relacionado con una mente saludable. Esa mente que es capaz de encontrar un remedio para el odio".

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