Sobre cómo estimular a la cultura
emprendedora, la motivación para desarrollar
virtudes emprendedoras, cómo formar
habilidades para emprender y la
asistencia técnica a los emprendimientos
existen una gran cantidad de formas de intervención
que —con algunas pocas variantes— responden a
una muy limitada cantidad de metodologías:
concursos de ideas y/o proyectos, cursos “al uso”,
estudios de casos y gamificación con modelos de rol…
poco más.
Sinceramente, hace tiempo que estoy procurando encontrar nuevas maneras
de actuar (desde mi rol como “consultor especialista”) y lo que observo es más
psicología conductista, más mercadotecnia, más didáctica constructivista… pero
ninguna disrupción.
Todos reconocemos que la actividad emprendedora está creciendo en todos los países
iberoamericanos, tanto en la cantidad de emprendedores, como en la calidad de sus
emprendimientos. Aunque se suelen argumentar razones basadas en la crisis global
que está golpeando duramente la tasa de empleabilidad de la población económicamente
activa, es necesario reconocer que estamos viviendo un formidable cambio cultural que por
un lado revaloriza la importancia de los emprendedores para el desarrollo social y los avances
tecnológicos, y que también está modificando como la gente comienza a asumir comportamientos
proactivos frente a las adversidades de sus respectivos contextos.
Se acentúa el hecho que las iniciativas emprendedoras están cada vez más vinculadas a las
necesidades vitales de las personas que a sus auténticas vocaciones profesionales y que
aspectos que hasta ahora no llamaban demasiado la atención de los organismos públicos, ni
de los políticos, ni de los investigadores, comienzan a ser cuestiones críticas en todas las
sociedades (incluso en los países más desarrollados que los iberoamericanos): los
exoemprendedores (talentos innovadores con capacidad de transformar a los negocios
desde afuera de las propias estructuras organizacionales de las empresas), los
emprendedores seniors (personas mayores de 45 años de edad que salen sin retorno
del mercado laboral), la perspectiva de género del emprendimiento y las capacidades
para re-emprender aún en condiciones adversas y tras uno o varios fracasos.
También, se está profundizando lo que podemos llamar la “brecha organizacional” de
la actividad empresarial entre una abrumadora concentración de más poder económico,
tecnológico y político en un menor número de grandes corporaciones globales, y el
aumento cuantitativo de microempresas cada vez más arraigadas en las economías regionales
con escasas oportunidades de crecimiento y proyección extraterritorial.
Es paradójico, que en un mundo signado por la creciente accesibilidad al mercado global
mediante la facilidad tecnológica y los cambios de hábitos culturales a favor del comercio
electrónico más cantidad de personas quedan ancladas en “parcelas territoriales” físicas y
se sienten atrapadas en su propia soledad para tomar decisiones que no son simples:
“qué ofrezco”, “a quién le vendo”, “qué precio de venta tiene mi producto y servicio”…
Un hallazgo atractivo y muy efectivo.
Repentinamente, un poco por serendipia y otro poco por apofenia, descubro que una
apreciada amiga ha creado un proceso de enseñanza-aprendizaje emprendedor que
combina lo mejor de varias formas de intervención en una metodología que personalmente
considero muy valiosa y la recomiendo con la convicción que, con sutiles adaptaciones,
se puede replicar en cualquier economía regional: Nivia Teruelo, de la Fundación para
el Desarrollo Regional de General Pico (FDR), nos presenta en la serie de
videoentrevistas “Aprender a Enseñar a Emprender de los que Aprenden”, los
“Encuentros de Vinculación para Emprendedores”.
Las instituciones y especialistas que deseen tomar contacto directo con Nivia les
sugiero acceder a la Página en Facebook de la FDR o completar en este blog
el formulario de contacto citando en el asunto “para Nivia Teruelo” de manera
que se lo reenviemos en forma automática.
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