El pensamiento complejo supone un cambio profundo en la mirada hacia los sistemas relacionados con la actividad física y el deporte (en especial el organismo humano y su comportamiento motor). Esa transformación de pensamiento entorno a las líneas deterministas, reduccionistas y el materialismo se implantan en mi parecer en un fuerte cuestionar.
En un aspecto tan simple y conocido a simple vista como es la preparación del jugador me voy a centrar en este artículo en estos próximos párrafos. Desde la incertidumbre que me provocan desde hace años la teoría simple de la relación causa-efecto que surge entorno a este ámbito, la preparación del deportista ha evolucionado a lo largo de los años hacía la especificidad del individuo. Dicha transformación ha sido relacionada por la introducción de métodos de entrenamiento más integrales en detrimento de otros analíticos procedentes de los deportes individuales. Conforme a esto debo decir que cualquiera que sea el proceso que por unas vías u otras o en su caso saquen a relucir la optimización colectiva como forma de rendimiento, tendrá mi máximo respeto, que no mi parecer y planteamiento cuestionable al respecto.
Definitivamente, desde la inquietud que despierta en mí este deporte, me cuesta entender que todo sea tan simple compañeros y compañeras, y por ello, como decía Haken; “el comportamiento del todo no es sólo mayor que la suma del comportamiento de sus partes, sino diferente, debido a la interacción no-lineal entre las partes y entré estás y su entorno.
Pero realmente ante esta distinción de pareceres, me quedo con las palabras que exclamaba William Lawrence, “Lo importante en ciencia no es obtener nuevos resultados sino descubrir nuevas formas de pensar sobre ellos”. La aparición de nuevos paradigmas, nuevas formas de pensamiento acerca de la preparación del futbolista, han deparado obviamente en una opinión donde el resultadismo sea la vía única de ser juzgado, es decir, tu practicidad será mejor o peor juzgada en el tiempo según el número de logros deportivos que asumas en dicho periodo, olvídense irónicamente de la belleza en el proceso, teniendo a aquel que busca cobijo en los sistemas dinámicos un grave problema si de sus planteamientos o de su realidad se trata. ¿Pero realmente la optimización de los recursos es rendimiento? ¿Si esa optimización es colectiva por qué individualizar el proceso para alcanzarlo?
Preguntas miles que nos devolverían a nuevos pareces. Pareceres que han ido detallando en mí una diferencia en la practicidad y planificación deportiva en la actualidad. Entiendo que en un ente colectivo como es un equipo de fútbol, el simple hecho de jugar al fútbol es un comportamiento altamente coordinado que emerge por la compleja interacción de procesos internos con el entorno. En esa interacción a lo largo de los años he llegado a la conclusión de separar la preparación en dos vías diferenciadas:
La individualidad no solo debe ser, sino que es un factor determinante dentro del colectivo, pero es que la colectividad parte de tantas individualidades como variables sean posibles.
La “preparación del juego” como vía de interacción con la competición me determina una adaptación al entorno, al proceso de entrenamiento momentáneo y las relaciones o sinergias que se presenten desde la individualidad hacía el colectivo, ya que como decía Balagúe.N y Torrents C, “No es necesario que cada jugador sea “ideal” para que el juego de equipo tenga cualidades excepcionales. Por eso, mientras que todo se establece mediante una relación directa entre jugador-contexto-entorno, dicha adaptación contextual es lo que permitirá especialmente garantizar su eficacia y eficiencia en contextos imprevisibles que reclaman de mayor creatividad o capacidad adaptativa, como los que encontramos en la competición.Esta habilidad coordinativa proviene de las relaciones entre los componentes. Por tanto, el agente individual coopera en el comportamiento global del sistema, y este constriñe a los agentes individuales para que el sistema funcione como una unidad.
La “preparación del juego” como vía de interacción con la competición me determina una adaptación al entorno, al proceso de entrenamiento momentáneo y las relaciones o sinergias que se presenten desde la individualidad hacía el colectivo, ya que como decía Balagúe.N y Torrents C, “No es necesario que cada jugador sea “ideal” para que el juego de equipo tenga cualidades excepcionales. Por eso, mientras que todo se establece mediante una relación directa entre jugador-contexto-entorno, dicha adaptación contextual es lo que permitirá especialmente garantizar su eficacia y eficiencia en contextos imprevisibles que reclaman de mayor creatividad o capacidad adaptativa, como los que encontramos en la competición.Esta habilidad coordinativa proviene de las relaciones entre los componentes. Por tanto, el agente individual coopera en el comportamiento global del sistema, y este constriñe a los agentes individuales para que el sistema funcione como una unidad.
Por otro lado, la “preparación del musculo”, que nos depara en un análisis detallado de las estructuras si desde la individualidad de términos biomecánicos en la sincronización de la ejecución se refiere, pero si lo miramos desde una visión donde la vida se compone de sistemas complejos adaptativos, entendemos al cuerpo como una unidad funcional donde formado por un gran número de agentes autónomos separados, nos encontramos que no solo operan según sus intereses, sino que también cooperan juntos obteniendo un planteamiento decisional adecuado para la correcta cooperación. Por tanto en cuanto se refiere a los procesos de adecuación y asimilación del rendimiento, no soy partidario de disociar los elementos estructurales anatómicos con el fin de establecer una preparación minuciosa aislada, sino que desde la idea de preparación con el objetivo de conseguir “una adecuada salud deportiva como vía de rendimiento”, creo que debemos establecer vías de estudio y análisis de déficits estructurales que nos proporcionen información detallada para afrontar un trabajo preventivo adaptativo general a la especificidad del juego, así como nos facilite información de refuerzos personalizados que no “individuales en su mecánica” entorno a la preparación sistémica del organismo, ideas muy diferenciales si en el ámbito de la readaptación entorno a un jugador “no-saludable” deportivamente hablando se refiere, ya que en primeras fases de reeducación y readaptación se debe garantizar una progresión adecuada mediante estas vías por impedimento de alcanzar la especificidad en el reentrenamiento sin dicha adaptación previa.
En conclusión, y la primera la hago yo mismo, no determinen que lo citado aquí es totalitario y absolutista, la complejidad de este proceso solo me ha hecho plantear dudas referentes al proceso, que únicamente pretenden ser compartidas con afán de mejora y aprendizaje, ya que ellas mismas pueden ser desmontadas al terminar la conclusión misma de estos párrafos,pero si realmente tengo una conclusión al menos clara y concisa, “ La preparación del juego y del musculo son especificas del propio juego” , no hay relatividad en la distribución de los logros sin esta unión de aspectos, donde el proceso colectivo desde el principio de interdependencia hacen que el funcionamiento de cada elemento dependa del de los demás y cualquier modificación afecta a todo el conjunto. Los elementos no están aislados sino que siempre se relacionan con el nivel que les precede, con el que les sigue y su entorno global.
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