Todos los días se publican estudios sobre la felicidad, el éxito y el bienestar en general, pero no todos son igual de rigurosos ni tienen el mismo alcance. Bien es cierto que la felicidad puede estudiarse de muchas formas, desde el punto de vista puramente biológico al sociológico, pero pocas investigaciones han abordado el tema con tanta profundidad como las dirigidas por los estadounidenses William Thomas Grant y Lewis Terman, aunque ambos hayan fallecido hace más de 40 años.
El Grant Study, conocido así por su impulsor, un importante filántropo, fue un ambicioso proyecto que se desarrolló a lo largo de siete décadas y que ha constituido una de las referencias más importantes en lo que a las investigaciones sobre felicidad personal se refiere. Todo comenzó a finales de los años treinta, cuando se seleccionaron dos grupos de estudio. Uno estaba formado por 237 estudiantes de Harvard perfectamente sanos, y el otro, por 332 ciudadanos nacidos en las barriadas de Boston que no tenían antecedentes penales. Los investigadores siguieron los pasos de ambos grupos durante los siguientes sesenta años, y analizaron todas las variables que estaban al alcance de su mano, de las mentales como el coeficiente intelectual a las físicas como la longitud de su escroto. Sus conclusiones dieron lugar a dos de los libros más importantes de la sociología americana:Adaptation to Life (1977) y Aging Well (2002).
El estudio de Terman, cuyo nombre oficial fue Genetic Studies of Genius y hoy es conocido como el Terman Study of the Gifted (“Estudio Terman de los superdotados”), comenzó su andadura en 1921 estudiando la evolución de 1528 niños y aún no ha finalizado. Es el estudio longitudinal con mayor duración de la historia. Sus resultados han sido publicados en cinco libros y, aunque se centra en el desarrollo de los niños superdotados –ya que su autor, un ferviente defensor de la eugenesia, buscaba la forma de mejorar la especie humana–, arroja bastantes conclusiones en lo que al bienestar general se refiere.
Estas son las cuatro principales conclusiones sobre la felicidad y el desarrollo personal a las que han llegado ambas investigaciones.
1. La felicidad es el amor
George Valliant, que comenzó a tomar las riendas del estudio Grant en el año 1966, publicó en 2013 un libro con las conclusiones que ha obtenido de su larga experiencia investigadora: Triumphs of Experience (Belknap Press). Valliant, que ya goza de una avanzada edad (tiene casi 80 años), cree que los datos son complejos pero la fórmula es sencilla: la felicidad es el amor, ni más ni menos. Como él mismo ha afirmado en alguna ocasión, “los setenta y cinco años y veinte millones de dólares gastados en el Grant Project apuntan a una única conclusión que se puede reducir a cinco palabras: “la felicidad es el amor. Punto”. Lo importante, indica Valliant, no son sólo las relaciones de pareja, sino también la calidez de las relaciones personales que mantenemos: el mejor garante de nuestra felicidad y salud.
El estudio Terman llega a conclusiones similares: tener una gran red de amistades y cultivar éstas añade años a tu vida. Y, además, las personas casadas y con muchos amigos, tienen más facilidades económicas. Los 58 hombres participantes en el estudio con más amigos ganaban una media de 243.000 dólares al año. Por el contrario, los 31 hombres con peor puntuación en relaciones sociales tenían un salario medio de 102.000 dólares: menos de la mitad.
2. Las personas concienzudas viven más
El estrés puede provocar ansiedad, y la ansiedad depresión, pero determinados niveles de éste no sólo no son malos: son necesarios. Las personas que viven sin preocupaciones, y no están motivadas, viven menos.Son las personas que trabajan duro y se esfuerzan las que tienen mejor salud y son más felices.
Según se explica en el libro The Longevity Project, que reúne las principales conclusiones del estudio Terman, las personas más exitosas y más ambiciosas fueron las que vivieron más. De hecho, aquellos hombres más despreocupados y poco responsables, presentaban un descenso impresionante en su esperanza de vida.
La mala noticia es que ambición y felicidad no siempre van de la mano. “No fue la gente más feliz o más relajada la que vivió más”, explica los investigadores en The Longevity Project. “Fueron aquellos que estaban más centrados en perseguir sus objetivos”. Ser concienzudo es la cualidad analizada en el estudio Truman que está más íntimamente ligada con la longevidad. Fueron los niños más atentos y responsables los que vivieron más años.
3. Sé optimista, pero preocúpate cuando sea necesario
Como norma general creemos que el optimismo incrementa nuestra satisfacción vital, y es cierto, pero según el estudio Terman, no necesariamente hace que tengamos una vida más saludable. “Cuando miramos a través de las décadas las vidas de los niños del estudio que vivieron tiempo, encontramos uno de los mayores bombazos de nuestro proyecto: los niños alegres y optimistas eran menos propensos a vivir hasta una edad avanzada que sus compañeros más formales y sobrios”, explican los autores de The Longevity Project.
El estudio Grant puntualiza que las personas neuróticas están menos satisfechas con su vida y tienen peor salud, pero las personas que se preocupan razonablemente de lo que les pasa, son más felices y viven más.
4. Ten una infancia feliz, pero no desesperes
Este punto parece difícil de alcanzar cuando ya se tiene una edad y no se puede viajar atrás en el tiempo, pero si queremos que nuestros hijos sean felices cuando sean mayores más nos vale preocuparnos de su bienestar: se lo pondremos mucho más fácil.
El estudio Grant puso de manifiesto que las personas educadas en entornos felices eran también más felices cuando crecían. No es nada nuevo, numerosos estudios han demostrado quelos problemas de la infancia tienen un enorme poder sobre nuestra vida adulta, y las investigaciones de Grant y Terman no son una excepción. Los niños que no aprenden a amar y a confiar en las personas en su hogar están en desventaja a la hora de desarrollar la asertividad, iniciativa y autonomía necesarias en la vida adulta.
Por suerte, no todo está perdido para las personas que han tenido una infancia difícil. El estudio Grant mostró que un matrimonio feliz puede reparar el daño causado por una infancia desafortunada. Nunca es tarde para abrazar el bienestar, tal como explicaban los investigadores del estudio Terman: “Los niños que crecieron siendo unos inconscientes, pero siendo adultos adoptaron papeles que requerían madurez, e incrementaron sus niveles de prudencia y persistencia, fueron capaces de recuperar el tiempo perdido”.
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