Marta Romo, pedagoga, profesora universitaria y socia-directora de Be-Up, explica en Entrena tu cerebro. Neurociencia para la vida cotidiana (Alienta Editorial) de qué manera podemos sacar el máximo partido a nuestro cerebro gracias, principalmente, a la neuroplasticidad. En el fragmento que reproducimos a continuación, Romo nos descubre las neuronas Von Economo, también conocidas como "neuronas en huso".
No se suele hablar mucho de estas neuronas, implicadas en la toma de decisiones, en la concentración, la supervisión de otras partes del cerebro, la formación del yo o la identidad y la conexión social. Hacen que nuestro cerebro humano sea único y especial. Alimentar este tipo de neuronas, a través de la conexión social con relaciones saludables, evitando relaciones tóxicas o a través de la autoconciencia, nos hace crecer y evolucionar como personas. Nos hace más humanos. Nuestro cerebro necesita este tipo de actividades, pues tiene un ejército de estas neuronas que necesitan estar en forma. Vamos a conocerlas un poco mejor.
Estas neuronas fueron descubiertas en la década de 1920 y recibieron su nombre en honor al científico alemánConstantin von Economo. Son menos, son más grandes y más rápidas. El cerebro tiene aproximadamente 100 billones de neuronas, de las que sólo entre doscientas y cuatrocientas mil son Von Economo. ¡Ah! Y son hasta tres veces más grandes que otras neuronas del cerebro.
Estudios recientes ligan las neuronas Von Economo con el sentido del yo, la empatía y la capacidad para organizar y supervisar otras partes del cerebro. Estas neuronas dirigen nuestros pensamientos y nos ayudan a concentrarnos. Son como el director de orquesta de nuestro cerebro que, sin tocar un instrumento concreto, ayuda a que los demás los toquen en armonía. No producen pensamientos por sí mismas, pero sí los dirigen. Las zonas en las que se ubican (corteza cingulada anterior e ínsula principalmente) son partes del cerebro que se encuentran muy conectadas con la información que llega a través de los sentidos, procesamiento del dolor y el hambre, y con la generación de emociones sociales (vergüenza, confianza, amor, resentimiento). A modo de curiosidad, señalar que como la corteza cingulada anterior y la ínsula son zonas con una alta densidad de neuronas Von Economo y las drogas psicodélicas reducen la actividad de estas zonas, sabemos que también inhiben la actividad de estas neuronas, produciendo un conjunto de pensamientos sin revisar, sin contrastar entre lo que ocurre fuera y dentro de nosotros, que dan lugar a alucinaciones y visiones. Las Von Economo comparan las señales que reciben de los órganos sensoriales con aquellas que emanan desde el propio cerebro. Esta comparación constante de información del exterior y del interior sería la que nos daría el sentido de realidad.
Estas neuronas se han encontrado también en grandes simios y en mamíferos con comportamientos sociales complejos como las ballenas o los elefantes. Especies que socializan entre ellas y que desarrollan relaciones de cooperación. Las neuronas Von Economo, junto con otros elementos que aún desconocemos, hacen posible un comportamiento social. Aunque algunos sociólogos y antropólogos todavía son escépticos con esta afirmación, y continúan sosteniendo que la vida social no tiene origen biológico. Pero recientemente, el neurólogo W. Seeley, de la Universidad de California, estudió casos de una enfermedad llamada demencia frontal-temporal. Es una enfermedad en la cual el paciente pierde toda capacidad de empatía y se vuelve errático, insensible e irresponsable. Incluso pierde la conciencia de su cuerpo. Descubrió que en esos casos, el 70 por ciento de las neurones Von Economo estaban dañadas. Para él, ésta es una clara prueba de que al destruirse estas neuronas, se daña también el sistema de socialización.
La neurociencia social es relativamente joven, pero ya ofrece interesantes perspectivas. Por ejemplo, Naomi Eisenberger y Cole Steve, de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, describen las formas en que los procesos neurofisiológicos responden a la conexión y la desconexión social, y cómo influyen en la salud. Según ellos, las personas socialmente bien conectadas, tienden a vivir más tiempo en promedio y son más resistentes a una variedad de enfermedades. También sabemos, gracias a otros expertos como por ejemplo Andreas Meyer-Lindberg y Tost Heike, que los pacientes con trastornos psiquiátricos tienen con frecuencia déficits sociales, lo que subraya la estrecha relación entre el funcionamiento social y este tipo de trastornos. Por eso es fundamental tomarse en serio nuestro capital social, pues no sólo contribuye a nuestro bienestar sino que, además, favorece nuestra salud mental.
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