Cuando la tarea en la que estamos trabajando requiere imaginación, la inspiración es más fácil que nos llegue si damos un paseo caminando que si permanecemos sentados, según los resultados de un nuevo estudio.
Marily Oppezzo, antes en la Universidad de Stanford y ahora en la de Santa Clara, ambas en California, Estados Unidos, y Daniel L. Schwartz, de la Universidad de Stanford, intrigados por testimonios de personas afirmando que un paseo promueve más su pensamiento creativo que la experiencia sedentaria de permanecer sentadas, decidieron investigar el fenómeno. Para ello contaron con 176 voluntarios, la mayoría estudiantes universitarios.
Aunque investigaciones anteriores ya habían mostrado que el ejercicio físico aeróbico (por ejemplo correr) puede ayudar a conservar las habilidades cognitivas en la vejez, a los autores del nuevo estudio lo que les interesaba aclarar era el efecto sobre la imaginación del acto de caminar.
Primeramente analizaron el grado de veracidad del fenómeno. Comprobaron que aquellos sujetos que caminaban, en vez de estar sentados sin moverse o de pasear pero sin caminar (sentados en un silla de ruedas) daban respuestas más creativas en pruebas del tipo de test usado para medir el pensamiento creativo, tales como pensar en usos alternativos para objetos comunes, y ofrecer analogías originales que representasen ideas complejas.
De los estudiantes puestos a prueba para medir su creatividad mientras caminaban, en un experimento el 100 por cien dio ideas más creativas tras caminar que tras permanecer sentado. En otros experimentos, los porcentajes de mayor creatividad fueron igualmente altos: El 95 por ciento, el 88 por ciento y el 81 por ciento.
Pasear es una forma fácil de hacer ejercicio físico, bueno para el cuerpo y para la mente, y además parece que puede promover que nos llegue la inspiración cuando afrontamos un trabajo que requiere pensamiento creativo. (Foto: Amanda Mills / CDC)
Con un grupo diferente de 48 estudiantes, algunos de ellos permanecieron sentados durante dos de las sesiones de pruebas, algunos caminaron durante las dos sesiones, y otros caminaron en la primera y permanecieron sentados en la segunda. Esto permitió confirmar que el efecto de caminar durante la segunda sesión no se debía a la práctica. Los participantes que caminaron en la primera sesión y permanecieron sentados en la segunda tuvieron menos ideas innovadoras en esta última. No obstante, su creatividad fue mayor que la de los participantes que permanecieron sentados durante las dos sesiones de pruebas. Esa ventaja se manifestó también, aunque más amortiguada, en la segunda sesión, lo que sugiere que el haber caminado antes todavía ejercía en ellos una influencia residual positiva.
A fin de dilucidar si el acto de caminar era la fuente de la inspiración creativa, más que el hecho de estar al aire libre, se realizó otro experimento con 40 participantes. Algunos de ellos caminaron por el exterior, o dentro del laboratorio (en este último caso sobre una cinta móvil). El resto permaneció sentado, tanto en el interior del laboratorio como al aire libre (en este último caso se les llevó de paseo en una silla de ruedas). Una vez más, los estudiantes que caminaron, ya fuese al aire libre o sobre una cinta móvil dentro del laboratorio, dieron respuestas más creativas que aquellos que estuvieron sentados, incluso cuando dieron un paseo en una silla de ruedas empujada por otra persona.
Aunque las estancias al aire libre tienen beneficios cognitivos, parece que el acto de caminar tiene beneficios específicos más importantes en lo que se refiere a la mejora de la creatividad.
Se requiere investigar más para poder explicar cómo el caminar mejora la creatividad. En cualquier caso, incorporar este tipo de actividad física a nuestra vida no sólo es útil para mantenernos en buena forma física sino también para ayudarnos a conservar en buen estado nuestro cerebro. Si los resultados del nuevo estudio se corroboran más allá de toda duda, habrá que añadir a la lista de efectos beneficiosos el de reforzar el pensamiento creativo.
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