Es la pregunta que se hacen muchos políticos, y empresarios, como poder replicar en mayor o menor medida algo que se parezca a lo que es hoy en día Silicon Valley para tu país. La verdad es que probablemente no hay una respuesta clara, ni una combinación ganadora que te lleve directamente al éxito, es más probablemente crear sitios como Silicon Valley es algo que no se pueda planificar o replicar, son fenómenos que surgen casi por generación espontánea.
Es más probablemente, lo que hoy se conoce como el área de Silicon Valley, no era, en los años 50, no era el lugar de EEUU más sensato para crear una compañía. En los 50, China no existía, Rusia era un mercado cerrado y San Francisco estaba un poco en medio de la nada, lejos de New York como centro financiero, de la costa este de los EEUU como centro industrial y lejos del centro de poder político que es Washington D. C. Y sin embargo, en esa diminuta y alejada área, que sólo contaba con un buen clima y una excelente universidad como la Standford empezó a aglutinar a las empresas más innovadoras y más punteras en el campo de la tecnología.
Obviamente confluyeron varios factores para que se dieran las condiciones adecuadas para su desarrollo, pero una muy poco conocida fue vital y posiblemente poco replicable.
En 1957, 8 emprendedores decidieron realizar algo que parecía no tener mucho sentido. Crearon una compañía llamada FairChild Semiconductoren una pequeña ciudad al sur de San Francisco y lograron establecer la primera empresa de chips de ordenador de éxito en la región.
Hoy Silicon Valley debe su nombre precisamente a ser la región en los ochenta un referente en cuanto a compañías fabricantes de transistores y chips de ordenador, pero a finales de los años 50 la zona no parecía la más lógica para crear una empresa dedicada a desarrollar transistores. De hecho en 1956 había en EEUU 22 compañías dedicadas a fabricar transistores para ordenador, con sedes en Boston, New York ,Dallas, pero ninguna cercana a San Francisco. Es más Standford a pesar de ser una buena universidad no era tampoco un centro de referencia en investigación de chips de ordenador como podría ser el MIT en Boston.
Es más de los 8 fundadores de FairChild, sólo uno tenía algo que ver con San Francisco y todo el resto tenían algún tipo de conexión con ciudades con mayores recursos de investigación o donde ya estaban empresas fabricantes de chips de ordenador establecidas. Jay Last, Bob Noyce, y Sheldon Roberts se habían doctorado en el MIT en Boston. Eugene Kleiner y Julius Blank tabajaban en New York como ingenieros, y Jean Hoerni y Gordon Moore trabajaban en Caltech cerca de Los Angeles. De los 8, sóloVictor Grinich, fue un estudiante de doctorado en Stanford.
Y sin embargo decidieron crear su empresa cerca de San Francisco y ayudaron a cambiar la historia de la región.
¿Qué tenía en FairChild que la convirtió en clave para que se creara Silicon Valley?
Pues cómo suele suceder en muchas ocasiones en las historias de éxito, la clave suele estar no sólo en los recursos disponibles o la aptitud de las personas sino también en su actitud.
A los 3 años de la creación de Fairchild la compañía ya generaba unos ingresos de $20 millones al año. A mediados de los años 60, inventaron un nuevo producto, el circuito integrado, y la compañía dió un salto y empezó a generar $90 millones de dólares de ingresos al año, pero eso sólo fue el principio.
La compañía empezó a crecer y algunos de sus empleados empezaron a dejar la compañía para crear spin-off favorecidos por la cultura emprendedora que reinaba en FairChild, las spin off empezaron a tener éxito y animaron e inspiraron a otros empleados a crear sus compañías. Los 8 fundadores de FairChild contribuyeron a financiar muchas de estas spin-off de sus propios empleados.
Por ejemplo Kleiner animó a uno de los empleados a crear una compañía que fabricaba los componentes de vídrio que Firchild usaba en su proceso de fabricación. Pronto los propios fundadores de FairChild empezaron a crear sus propias spin off.
Por ejemplo Moore y Noyce crearon una compañía que os sonará. Se llamaba Intel (el resto de los 56 fundadores ayudaron a financiar su creación). Uno de los fundadores financió a uno de los empleados para crear otra compañía que se llamaría AMD.
¿Queréis más?
El primer inversor en Apple, fue un ex empleado de FairChild.
In 1972, Kleiner co fundó la firma de capital riesgo Kleiner Perkins, que desde entonces ha invertido en cientos de compañía, entre ellas Google o Symantec. Otro ejecutivo de FairlChild creaba Sequoia Capital, que entre otras ha invertido en empresas como Cisco o LinkedIn.
Tanto Kleiner Perkins cómo Sequoia Capital han financiado la creación de empresas cómo Sun Microsystems, Netscape o PayPal, cuyos fundadores y ejecutivos después han creado nuevos fondos de capital riesgo que son todo un referente en el sector como Khosla Ventures, Andreessen Horowitz, Founder Collective, y 500 Startups.
En sólo 12 años, los empleados y fundadores de Fairchild habían generado más de 30 spin off desde su negocio original y creado de cero muchas otras compañías.
Aquí tenéis un gráfico en donde podéis visualizar cómo el virus emprendedor de Fairchild se fue extendiendo:
El equipo de Endeavor Insight que ha realizado un estudio sobre la historia de FairChild, ha rastreado que de 130 empresas cotizadas en el NASDAQ o el NYSE con sede en Silicon Valley, cerca del 70% tienen algún tipo de conexión con Fairchild. Las 92 compañías cotizadas que tienen una conexión con FairChild tiene un valor total de $2,1 billones, el doble que el PIB de España y emplean a unas 800 mil personas.
Al ampliar el campo de búsqueda también a empresas no cotizadas que han sido adquiridas por otras compañías, cerca de 2 mil compañías tienen algún tipo de relación en su creación con FairChild, entre ellas empresas como Instagram, Palantir, Pixar, Nest, WhatsApp o YouTube.
Y quizás lo más importante de todo es que seguramente con el paso del tiempo nadie se acordará de FairChild a pesar de ser una empresa que aún esta viva cotizando en el Nasdaq, pero la huella que dejó su cultura empresarial seguramente no sólo ha creado el mayor centro tecnológico y de innovación del mundo, sino que deja una impronta en forma de cultura que es una ventaja competitiva intangible complicada de poder replicar.
Vía TechCrunch. Estudio original completo de Endeavor Insight
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