Por Gonzalo Fuentes
“El TODO es Mente; el universo es mental.”
El Kybalion
La imaginación no es un simple proceso de tu cerebro. Es algo dinámico, movilizador, de una sustancia mucho más densa de lo que creemos. La imaginación mueve el mundo.
Prueba a hacer esto. No lleva más que unos segundos. Cierra los ojos. Abre la boca. Hazlo y luego vuelve a abrir los ojos para seguir leyendo, claro.
Muy bien. Ahora vuelve a cerrar los ojos. Abre la boca. Imagina que estás gritando a pleno pulmón. Hazlo.
¡Gracias! ¿Algún cambio? ¿Has notado algún cambio entre la primera y la segunda versión? Si has seguido al dedillo las simples instrucciones deberías haberlo notado. ¿Has notado quizás que la segunda vez se abría y se tensaba más tu boca? ¿Había más intensidad? ¿Más vida? ¿Más aire saliendo a través de tu boca?
La experiencia de tan sólo abrir la boca entre un ejercicio y el otro es completamente diferente. Y lo único que cambia es el uso de la imaginación. Todo lo demás es igual. La imaginación no son sólo imágenes en el cerebro. La imaginación es algo vivo, algo que genera movimiento, vida, dinamismo. La imaginación crea cosas nuevas. Tiene poder y fuerza.
Aunque siempre he hecho mucho uso de la imaginación y como actor y escritor es tarea obligatoria, últimamente he notado esta distinción especialmente durante las clases de Biodanza (¿no sabes qué es Biodanza? ¡Muy fácil! ¡Pruébalo!). Mover el cuerpo y bailar con él no es lo mismo “con” que “sin” imaginación. Cuando conectas con la música y el movimiento la imaginación te inunda. Surge de algún lugar insospechado y te llena de vida. Si no, tan sólo serías un cuerpo moviéndose. Algo mecánico. Es la imaginación la que insufla a tu movimiento de vida, y por tanto de sentir, de disfrute, de gozo.
La imaginación es transformadora, y creo que por tanto, sanadora. De hecho, gran parte de nuestras penurias y pesares vienen de un uso de la imaginación disfuncional. Las películas con las que vivimos en nuestras cabezas. Nuestros papeles de víctimas, de antipáticos, de incomprendidos, de desgraciados, de pobres, de aburridos, de hastiados,… Son sólo guiones interpretados por nuestra imaginación. Guiones aceptados que encendemos con nuestra imaginación en el momento que una realidad neutra los activa. Guiones que en algún momento de nuestra vida aceptamos y fijamos como los únicos guiones posibles. Y ahí están, dando por saco, viviendo sólo debido al uso de nuestra imaginación, y normalmente de manera inconsciente.
Pero claro, como ya he dicho, la imaginación la podemos usar también de manera funcional. Para disfrutar y gozar de la vida.
Quiero que hagamos un simple experimento juntos. Un proceso con unos arquetipos que están en nuestro inconsciente colectivo de manera muy presente. O al menos en la gran mayoría. Vamos a utilizar la imaginación para cambiar algunas cosas. Y espero que nadie se ofenda. No estamos hablando de creencias. Sólo de arquetipos. Imágenes muy poderosas que mantenemos en nuestra subconsciente y nos condicionan profundamente.
En este caso vamos a trabajar con los arquetipos de María y José, los padres de Jesús. Obviamente, ninguno de nosotros hemos tenido el placer de conocerlos en persona. Pero de alguna manera pudiera parecer que en realidad sí, ¿verdad? Sobre todo si has recibido una educación católica o cristiana es más que probable que estén muy presentes en tu imaginación y que casi te diera la sensación de conocerles. Bien. Ahora olvídate de todo esto.Intenta partir de cero y dejarte llevar por mi ejercicio de la manera menos condicionada posible. Es tan sólo un ejercicio para que puedas vislumbrar cuál es el poder de tu imaginación.
Piensa en María. La Virgen María. Una mujer callada, obediente, devota de Dios. Silenciosa. Una mujer que entrega su vida a Dios y a su hijo. Una mujer virgen. Recatada. Sobre todo una madre. Entregada a esa función en cuerpo y alma. A cuidar y a proteger a su hijo. Metida en la cocina. Muy buena persona. Reservada. Callada. Que sufre como testigo todo lo que le sucede a Jesús. Que sufre la tortura y muerte de su propio hijo delante suyo. Una mujer de rostro dulce. Siempre aceptando. Toda su vida es por su hijo. No hay nada más importante.
Ahora piensa en María. La madre de Jesús. Una mujer hermosa. Con una resplandeciente melena. Con una gran energía y luminosidad. Fuerte. Activa. Voluptuosa. Con relaciones muy especiales a su alrededor, con su familia, con sus amigos. Con una vida activa en su sociedad. Ayudando a construir a su alrededor un mundo mejor. Entregada a distintas causas. Una mujer política y social. Amorosa pero vehemente. Con un hijo al que ama profundamente y educa con amor, pero al que deja hacer su vida. Con un marido, José, al que ama con pasión y locura. Y al que también deja hacer su vida. Con el que cocina mano a mano entre risas. Bella de dentro a fuera. Muy capaz. Cultivada. Inteligente. Viajera, que alza a su hijo en brazos y se lo lleva hasta Egipto, donde viven y aprenden experiencias nuevas, aprenden idiomas nuevos y una cultura que expande sus conocimientos hasta niveles insospechados. Que acepta los desafíos y dificultades de la vida, pero que alza la voz cuando es necesario y defiende aquello en lo que cree. Que te mira a los ojos y te dice lo que piensa conmoviéndote.
¿Ves de manera diferente a una María de la otra? ¿Alguna encaja más con la imagen que tenías de ella? ¿Ves en ti o en otras mujeres y madres más la presencia de una u otra? Cada uno tendrá sus propias respuestas. Pero me interesa que indagues y te cuestiones un poquito.
Vayamos con José. San José. Un padre en la sombra. Que en realidad no es padre de su hijo y con una mujer con la que no tiene relaciones sexuales. Un carpintero humilde, metido todo el día en su carpintería para poder alimentar a su familia. Entregado, sacrificado. Su familia se llevará todo el protagonismo en la historia. Por tanto, sintiendo que los importantes son otros y no él. Resignado a su labor y a su papel. Un hombre serio y entregado. Casi asceta, aunque buen padre.
Ahora piensa en José. Un hombre activo, con gran sentido del humor. Una persona que ama su oficio, considerado el mejor carpintero de la ciudad. Siempre aprendiendo cosas nuevas. Tiene la carpintería en su propia casa. Pero también tiene que compartir las tareas de cuidar de Jesús con María. Amable, cariñoso. Una persona inquieta que siempre quiere hacer planes con su familia. Pasar un día en el campo relajadamente, visitar otros pueblos o compartir momentos con familia y amigos. Capaz de dejarlo todo e irse con su familia a Egipto. Donde sus conocimientos de carpintería, del arte y de otras facetas de la vida se expanden enormemente. Teniendo que hacer el esfuerzo de aprender un idioma nuevo ya a cierta edad. Ama con pasión a su mujer. Se miran a los ojos y saltan chispas. Se tocan y se estremecen. Alguien que enseña y educa a su hijo, pero del que también aprende con creces a lo largo de su vida. Al que admira profundamente y que le incita a desafiarse a sí mismo, cualquiera que sea ya su edad.
¿Cómo ves a un José y al otro? ¿Alguno encaja más en la visión que tenías de él? ¿O tenías una diferente? ¿A cuál de los dos se parecen más los hombres y padres que conoces?
No estoy tratando de reescribir ninguna historia. No estoy ni siquiera señalando qué manera es mejor de ver a estas figuras(aunque pueda tener mis preferencias). No pretendo cambiar tus creencias. Sólo estamos haciendo un ejercicio con la imaginación. Expandiendo fronteras. Los arquetipos tienen una gran influencia en todos nosotros. Casi sin que nos demos cuenta. Influyen en nuestra manera de afrontar la vida en nuestras distintas facetas y roles. Es como si nos hubiesen hecho impresiones en nuestros genes. Impresiones de imágenes. Imágenes que se mueven con la imaginación.
A veces pienso que la imaginación surge de lugares muy profundos de nuestro subconsciente. Y otras pienso que viene de fuera, del Cosmos. Quizás de vidas pasadas, o de un gran e inmenso inconsciente e imaginario colectivo. Mueve tu imaginación, y permite que te mueva. Expande los límites creados en tu propia mente. Porque según utilices tu imaginación, tu vida se moverá en una u otras direcciones. Y tu imaginación no tiene límites.
Como decía John Lennon: Imagine…
Imagina…
(La idea de los arquetipos de Jose y María se la debo a mi amigo Marco, que me habló de un libro de Alejandro Jodorowsky llamado “Evangelios para sanar”, libro que no he tenido aun el placer de leer pero del que surgen ideas muy potentes. Gracias Marco.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario