“Mucha gente se arregla todos los días el cabello.
Me pregunto: ¿por qué no el corazón?”
.
Me dijo un amigo japonés hace tiempo. Era mi viejo editor. Hombre sabio y humilde que publicó algunos de mis libros en el país nipón. Falleció hace ya cuatro años. Los tres encuentros en los que coincidimos fueron plácidos, de fértil conversación y huella en la memoria.
Hablaba despacio, andaba con lentitud. Menudo pero de cuerpo atlético, era un hombre extremadamente amable. Tenía más de ochenta años y mostraba un aspecto saludable. Su despacho disponía de una terraza anexa, cuidada con una delicadeza extraordinaria, ajardinada por él mismo con sumo gusto. Me dijo que si no hubiera sido editor, habría sido jardinero. Esto también nos unía. Y su afición por coleccionar aforismos, y su amor por los cuentos, y por los solos melódicos de piano, y la necesidad de escaparse a pasear por el monte y el campo cada semana.
El Mediterráneo y la Isla del Sol Naciente se cruzaron. Fue de esos amigos que uno encuentra en la vida y de los que apenas puede disfrutar. Pero los escasos encuentros que tuve con él los recordaré mientras la memoria me acompañe. Fue una cuestión de “Buena Suerte”…
Os deseo un buen arreglo cotidiano de corazón.
Abrazos,
Álex
No hay comentarios:
Publicar un comentario