¿Qué podemos hacer para tratar de superar algunas de nuestras
tendencias irracionales? ¿Cuándo y en qué condiciones nos
comportamos irracionalmente?
Una pequeña historia. Un padre llama por teléfono a su hijo mayor y
le dice: —“Hijo, después de 30 años de matrimonio, tu madre y yo
decidimos divorciarnos”.
Y el hijo le responde: —“Esto es terrible; es horrible. Yo realmente no
quiero que lo hagan. ¿Sabes qué? Iré a casa. Por favor, todavía no
hagan nada. Vamos a hablar de ello. ¡Atiéndeme! Voy a llamar a mi
hermana. Estaremos allí pasado mañana. Eso sí, no hagan nada hasta
que tengamos una discusión contigo y con mamá”.
Y el padre responde: —“Está bien, tranquilo. Te prometo que vamos a esperar que ustedes vengan
a casa. Nos vemos pasado mañana, y entonces conversaremos los cuatro”.
El padre cuelga el teléfono. Se vuelve hacia su esposa y le dice: —“Querida, este fin de semana los
niños van a venir a casa, y esta vez ellos mismos se van a pagar sus pasajes con su propio dinero”.
Así que cuando pensamos acerca de la irracionalidad, ¿de qué se trata?: de las fuerzas que
impulsan nuestro comportamiento. Algunas tienen motivos económicos y algunas son por razones
sociales.
Comprender nuestra irracionalidad, al darnos cuenta sobre cómo cada uno de nosotros percibe lo
que ocurre, nos ayudará a tomar mejores decisiones y vivir con menos estrés.
Muchas personas están convencidas que hacen su tarea en la forma correcta, aunque en realidad
están haciendo las tareas incorrectas. O hacen lo correcto de manera incorrecta siendo
incapaces de reconocerlo porque están dominadas por su convicción que no están
equivocadas. La irracionalidad.
La convicción de estar haciendo correctamente lo que se debe hacer, sin reflexionar si
se está haciendo lo correcto constituye la base de la más básica de las irracionalidades. Algo
así como “la madre de todas de las irracionalidades”.
El problema está en que aún con las mejores intenciones, actuamos impulsados por la confianza
en nuestras intuiciones de que lo que estamos haciendo correctamente, sin reflexionar si
estamos haciendo lo correcto.
Frecuentemente, nuestras intuiciones son engañosas y creo que esta es la base de
nuestras conductas irracionales; sobre las cosas que creemos que sabemos cómo
funcionan, pensamos que sabemos qué es lo que hay que hacer con ellas, pero de
hecho nosotros estamos equivocados.
Como ejemplo, te propongo experimentar con nuestras “ilusiones visuales”.
Aquí hay dos Torres de Pisa. Mira y responde: ¿cuál torre está más inclinada?
Si tú eres como cualquier otro ser humano, responderás que la torre que está a la derecha es
la más inclinada. Has respondido correctamente, lo que es incorrecto.
En realidad ambas ilustraciones corresponden a la misma Torre pero fotografiada con un ángulo
modificado de la cámara, lo que provoca la ilusión de perspectivas diferentes.
Si ahora te repito la misma pregunta podrás responder racionalmente: ambas torres están
igualmente inclinadas. Esto es responder “correctamente lo correcto”. Ahora, ya sabes que esta
ilusión visual te condujo a adoptar la respuesta irracional.
Lo interesante de las “ilusiones visuales” es que todo el mundo se equivoca con ellas. Tomar
decisiones y actuar en base a la ilusión que nuestras intuiciones son más confiables que la misma
realidad: nos conduce a conductas irracionales que en general son las equivocadas.
Infinidad de juegos y ejercicios demuestran que: no vemos con nuestros ojos; vemos con nuestros
cerebros. Si podemos controlar esta “ilusión”, podemos reducir mucho nuestros comportamientos
irracionales.
Nuestros cerebros esperan ver un determinado patrón sobre cómo funcionan las cosas en nuestro
entorno y eso es lo que vemos.
Pensamos que vemos con nuestros ojos. Pensamos que observamos toda la información que es
importante para tomar nuestras decisiones, pero no lo hacemos.
Fija esta idea: en realidad vemos lo que esperamos ver
Fija esta idea: en realidad vemos lo que esperamos ver
Nuestros cerebros se llenan de la información en la forma en que esperamos ver cómo son las
cosas; que no es necesariamente lo que en realidad está “ahí fuera”.
¿Por qué enfocar el comportamiento irracional, hablando de las “ilusiones visuales”? Creo que las
ilusiones visuales son una gran metáfora que nos ayudan a comprender cómo pensamos y
decidimos los seres humanos.
La parte posterior de nuestro cerebro está especializado en procesar lo que captan nuestros ojos:
el cerebro dedica el 75% de su capacidad al procesamiento visual. Es la mayor proporción
especializada de nuestro cerebro. “Los ojos no le dicen a la persona qué ver… la persona le
dice a los ojos que buscar” (Lawrence Macdonald).
Los humanos tenemos un diseño evolutivo muy bien desarrollado para ver. Sin embargo cometemos
errores de percepción y respuestas equivocadas tan simples como la que nos ha ocurrido con la
“ilusión de las dos torres de Pisa” u otros ejemplos que seguramente tú ya has experimentado.
La pregunta que debemos hacernos es que si cometemos errores sistemáticos predecibles
basados en la “ilusión visual”, ¿cuáles son las probabilidades de que también nos equivocamos
otras áreas de nuestras vidas por el simple hecho de “creer”, sin “saber”, que entendemos lo
que vemos y está ocurriendo a nuestro alrededor?
¿Qué pasa con las decisiones acerca de cómo cuidamos nuestra salud? ¿Qué ocurre con nuestras
decisiones sobre nuestro dinero? ¿En qué, cuándo y cómo innovar? ¿Qué negocio emprender?
¿Qué formación necesitamos para desarrollar nuestras competencias profesionales?
Estamos en un terreno de la evolución donde todavía no tenemos un conocimiento suficiente sobre
cómo nuestras ilusiones visuales y nuestro apego a nuestras intuiciones determinan nuestros
comportamientos irracionales.
Una cuestión en la que deberíamos detenernos a pensar antes de seguir actuando por lo que
sentimos en “nuestra tripa”: es ¿qué costo obligamos a pagar a los demás por nuestras decisiones
irracionales?
Buenas y malas noticias: la irracionalidad humana es inherente a nuestra propia naturaleza, no podemos
despegarnos de ella porque creamos los significados de todo lo que vemos; en definitiva, esos “significados”,
y no “lo que vemos”, son los que condicionan nuestros comportamientos. Por otro lado: sabemos esto.
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