La quietud es necesaria, imprescindible.
Sosiego, reposo, descanso cuando son necesarios, siempre reparadores para el cuerpo y el alma.
En un mundo que vive por lo general frenéticamente, se hace necesaria la contemplación y el silencio de los que nacen la reflexión, la meditación, o la simple constatación de la Presencia.
Existimos, pero ¿vivimos? Es en la quietud donde se despierta la consciencia. La alegría y la plenitud acostumbran a ser inversamente proporcionales a la aceleración.
La quietud nos aporta perspectiva, distancia, ubicación. Nos ayuda a otorgar el peso, la densidad, el valor a lo vivido, a ubicar en términos relativos lo que vale la pena y lo que no.
En la quietud se produce la integración de la experiencia, en el silencio nace la voz que nos ayuda a significar, en la reflexión serena se genera el poso del saber.
La naturaleza o la música nos abren a menudo la puerta a la desaceleración. Gracias a ellas revivimos, retomamos fuerzas. Para mí, música y naturaleza son puertas hacia la quietud.
Por ello deseo compartir este vídeo. Deseo que os guste.
Felices días de agosto, y gracias por estar aquí.
Álex
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