El neurólogo Facundo Manes, presentó el libro «Usar el cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor” ante una cautivada multitud que colmó el auditorio en la tarde del jueves 16. Una charla amena y sencilla para desentrañar algunos de los enigmas de nuestros comportamientos.
Fue todo un acierto en el ciclo de conferencias y actividades en el cronograma que desarrollará el CET ATILRA para este año. La presencia del neurocientífico Facundo Manes superó todas las expectativas, cautivando con su oratoria a los asistentes que colmaron el auditorio para conocer con mayor profundidad un órgano tan enigmático como el cerebro e intentar encontrar respuestas basándose en los últimos avances de las neurociencias a preguntas: “¿Cómo tomamos cada una de nuestras decisiones? ¿Qué es la conciencia? ¿Y las emociones? ¿De dónde viene la inteligencia?”.
El neurólogo, luego de concluido sus posgrados en Estados Unidos e Inglaterra, regresó a nuestro país para crear y dirigir actualmente INECO (Instituto de Neurología Cognitiva) y el Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro en la Ciudad de Buenos Aires. Ambos institutos son líderes en publicaciones científicas originales en neurociencias cognitivas. Ha publicado más de 170 trabajos científicos originales en las más prestigiosas revistas internacionales de su especialidad, como Brain y Nature Neuroscience.
La ocasión fue propicia para presentar el libro “Usar el cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor”. Escrito en coautoría con el lingüista Mateo Niro, se transformó rápidamente en un best seller de no ficción editado por Planeta donde no solo dejan en claro que el estudio neurocientífico resulta tan apasionante como innovador, sino que, más allá de sus alcances, ha logrado progresos y descubrimientos que permitieron enriquecer la calidad de vida de millones de personas. En pocas palabras: conocer nuestra mente para vivir mejor.
Previo a la conferencia, el secretario general de ATILRA, Héctor Ponce, ofició de anfitrión, y acompañando al científico en una rueda de prensa, reafirmó la fuerte apuesta que realiza el Sindicato para colaborar con la educación y el conocimiento de la comunidad.
Luego fue el turno de Manes, que respondió las consultas de los periodistas con amabilidad, desestimando un mito que se repitió por décadas: «Es una mentira que usamos el 10% del cerebro. Usamos todo el cerebro, es más, cuando descansamos tirados en un sillón o caminamos en la playa, el cerebro trabaja muchísimo. Cuando no hacemos nada el cerebro trabaja mucho y trabaja con una red cerebral específica que se llama “red del reposo” y en forma coordinada y dirigida como si tuviese un director de orquesta. El cerebro, en ese momento, procesa información de manera automática».
El neurólogo, luego de concluido sus posgrados en Estados Unidos e Inglaterra, regresó a nuestro país para crear y dirigir actualmente INECO (Instituto de Neurología Cognitiva) y el Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro en la Ciudad de Buenos Aires. Ambos institutos son líderes en publicaciones científicas originales en neurociencias cognitivas. Ha publicado más de 170 trabajos científicos originales en las más prestigiosas revistas internacionales de su especialidad, como Brain y Nature Neuroscience.
La ocasión fue propicia para presentar el libro “Usar el cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor”. Escrito en coautoría con el lingüista Mateo Niro, se transformó rápidamente en un best seller de no ficción editado por Planeta donde no solo dejan en claro que el estudio neurocientífico resulta tan apasionante como innovador, sino que, más allá de sus alcances, ha logrado progresos y descubrimientos que permitieron enriquecer la calidad de vida de millones de personas. En pocas palabras: conocer nuestra mente para vivir mejor.
Previo a la conferencia, el secretario general de ATILRA, Héctor Ponce, ofició de anfitrión, y acompañando al científico en una rueda de prensa, reafirmó la fuerte apuesta que realiza el Sindicato para colaborar con la educación y el conocimiento de la comunidad.
Luego fue el turno de Manes, que respondió las consultas de los periodistas con amabilidad, desestimando un mito que se repitió por décadas: «Es una mentira que usamos el 10% del cerebro. Usamos todo el cerebro, es más, cuando descansamos tirados en un sillón o caminamos en la playa, el cerebro trabaja muchísimo. Cuando no hacemos nada el cerebro trabaja mucho y trabaja con una red cerebral específica que se llama “red del reposo” y en forma coordinada y dirigida como si tuviese un director de orquesta. El cerebro, en ese momento, procesa información de manera automática».
¿Cómo podemos tener un cerebro más saludable?
Al cerebro le hace bien todo lo que beneficia al corazón, a saber: no tener sobrepeso, comer sano, una dieta rica en pescados porque aporta omega3; al cerebro y al corazón le hacen bien cuidar la presión arterial, los niveles de glucosa y de colesterol. Una copa de vino tinto beneficia a ambos órganos. Pero principalmente hay tres ítems importantes para tener un cerebro sano: el ejercicio físico, ya que genera nuevas conexiones neuronales y funciona como antidepresivo y ansiolítico natural; la vida social, porque sabemos que quienes se mantienen aislados se mueren antes; y finalmente, el cerebro siempre necesita un desafío intelectual, nunca hay que jubilarse «intelectualmente», hasta el último día de nuestra vida debemos hacer trabajar a este órgano.
Al cerebro le hace bien todo lo que beneficia al corazón, a saber: no tener sobrepeso, comer sano, una dieta rica en pescados porque aporta omega3; al cerebro y al corazón le hacen bien cuidar la presión arterial, los niveles de glucosa y de colesterol. Una copa de vino tinto beneficia a ambos órganos. Pero principalmente hay tres ítems importantes para tener un cerebro sano: el ejercicio físico, ya que genera nuevas conexiones neuronales y funciona como antidepresivo y ansiolítico natural; la vida social, porque sabemos que quienes se mantienen aislados se mueren antes; y finalmente, el cerebro siempre necesita un desafío intelectual, nunca hay que jubilarse «intelectualmente», hasta el último día de nuestra vida debemos hacer trabajar a este órgano.
Ahora no solo se habla de inteligencia analítica sino también de la inteligencia social.
La ciencia no puede medir la complejidad de la inteligencia humana. Sin embargo hay un aspecto de la inteligencia que sí se puede medir: el coeficiente intelectual (CI), el cual está relacionado con las tareas que desempeñamos. Si una persona quiere ser matemático y posee un CI alto, se verá beneficiado al desarrollar su labor. De todas formas, para muchas cosas no se precisa una inteligencia analítica, hay líderes mundiales que han inspirado a la sociedad porque comprendieron qué era lo que estas necesitaban y seguramente no realizaban un cálculo matemático. En definitiva, no hay un solo tipo de inteligencia y la ciencia no tiene las herramientas para medirla.
La ciencia no puede medir la complejidad de la inteligencia humana. Sin embargo hay un aspecto de la inteligencia que sí se puede medir: el coeficiente intelectual (CI), el cual está relacionado con las tareas que desempeñamos. Si una persona quiere ser matemático y posee un CI alto, se verá beneficiado al desarrollar su labor. De todas formas, para muchas cosas no se precisa una inteligencia analítica, hay líderes mundiales que han inspirado a la sociedad porque comprendieron qué era lo que estas necesitaban y seguramente no realizaban un cálculo matemático. En definitiva, no hay un solo tipo de inteligencia y la ciencia no tiene las herramientas para medirla.
¿La ansiedad y el miedo van de la mano?
El miedo es una emoción básica primaria, tal vez la más importante. Existen otras emociones básicas que compartimos con otras especies, como la alegría, la tristeza o la ira. En este caso, el miedo es la emoción primaria que lidera la lista, teniendo en cuenta que uno en la vida puede relegar muchas cosas: tomar una copa de vino, una noche de sexo u otra cosa, pero lo que no se puede posponer es el peligro, porque quizá no exista otra posibilidad de sortearlo. Es un mecanismo normal. El miedo está relacionado con el sistema de ansiedad, porque detecta el peligro, el problema radica cuando ve peligro donde no hay. A esto se lo denomina ansiedad patológica.
El miedo es una emoción básica primaria, tal vez la más importante. Existen otras emociones básicas que compartimos con otras especies, como la alegría, la tristeza o la ira. En este caso, el miedo es la emoción primaria que lidera la lista, teniendo en cuenta que uno en la vida puede relegar muchas cosas: tomar una copa de vino, una noche de sexo u otra cosa, pero lo que no se puede posponer es el peligro, porque quizá no exista otra posibilidad de sortearlo. Es un mecanismo normal. El miedo está relacionado con el sistema de ansiedad, porque detecta el peligro, el problema radica cuando ve peligro donde no hay. A esto se lo denomina ansiedad patológica.
En un futuro, ¿una epidemia como la obesidad podría ser tratada a través de la neurociencia?
Hay muchas investigaciones que demuestran que la obesidad es un problema de toma de decisiones. Todos, cuando vamos al supermercado, vemos un tarro de helado y nos gustaría comprarlo, algunos dicen: «No, si compro el helado voy a aumentar 500 calorías», mientras que otros no pueden resistir la tentación inmediata. La toma de decisiones es una negociación entre el corto y el largo plazo. Para la neurociencia, existe una gran posibilidad de que la obesidad pueda ser causada por una falla en el sistema de toma de decisiones. En tal sentido sabemos que están estrechamente relacionados. Existiendo nuevas teorías con respecto a esto, seguramente aportarán a la mejora de esta problemática.
Hay muchas investigaciones que demuestran que la obesidad es un problema de toma de decisiones. Todos, cuando vamos al supermercado, vemos un tarro de helado y nos gustaría comprarlo, algunos dicen: «No, si compro el helado voy a aumentar 500 calorías», mientras que otros no pueden resistir la tentación inmediata. La toma de decisiones es una negociación entre el corto y el largo plazo. Para la neurociencia, existe una gran posibilidad de que la obesidad pueda ser causada por una falla en el sistema de toma de decisiones. En tal sentido sabemos que están estrechamente relacionados. Existiendo nuevas teorías con respecto a esto, seguramente aportarán a la mejora de esta problemática.
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