Samantha Hess, una mujer de Oregon, está pagando sus deudas gracias a los abrazos que le vende a la gente en su tienda “Abrazate conmigo”. Hasta el momento consiguió que 10.000 personas compren su afecto.
Samantha le cobra a sus clientes (que deben ser mayores de 18 años) un dólar por cada minuto de mimos, realizados en una de las cuatro salas temáticas que hay en su local. Ella considera a su negocio un método de terapia autodidacta que ayuda a la gente a sentirse amada y cómoda. Sin embargo, les hace firmar un acuerdo a sus clientes en el que determinan que sean limpios, educados y que mantengan su ropa en todo momento.
“No hay servicios adicionales”, insistió. “No estoy interesada en eso. Se trata de hacer que la gente se sienta digna con lo que son hoy. Me encanta que los clientes se sientan aceptados y que sepan que no va a estar solo nunca más”.
Una sesión de caricias regular con Samantha tiene una duración de una hora, pero los clientes son bienvenidos a reservar citas cortas de 15 minutos, y hasta un máximo de cinco horas. Hay entre cuatro y seis posiciones diferentes para elegir, ya sea en una cama o un sillón.
Por razones de seguridad, las salas temáticas están equipadas con cámaras de seguridad. Todas las sesiones se graban en caso de que alguno de los clientes empiece a tener algún comportamiento incorrecto.
A pesar de que abrió el local hace poco tiempo, Samantha ha estado trabajado en esto desde junio del año pasado. “He hecho cientos de sesiones antes de abrir el negocio” comentó. “Mi clientela siempre fue muy variable. Tengo clientes que son obesos o sin extremidades. Algunos simplemente están mal porque recién se divorcian o porque están saliendo de una relación. Mientras que unos me hablan mucho, otros prefieren no pronunciar ni una palabra”.
Para ayudarla con la creciente demanda de abrazos, ha contratado a otras tres mujeres. Las empleadas realizaron un programa de entrenamiento de 40 horas que Samantha diseñó. “El programa de formación demuestra quiénes son las apropiadas para dar este servicio, cómo guiar las sesiones y cómo debemos comportarnos nosotras con el cliente”, explicó.
A pesar de contar con esa ayuda, ha tenido tantas solicitudes que a veces trabaja hasta 12 horas por día. De hecho, los clientes tienen que llamar con semanas de antelación si esperan obtener una cita. “Ha sido una locura; a la gente le encanta el servicio”, finalizó.
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