‘Mindfulness para todos los días’, de Daniel Odier.
‘The Doors of Joy’ es su título original y nos presenta de forma muy práctica cómo despertar nuestra consciencia (me gusta diferenciar “consciencia” cuando nos referimos a extraer del inconsciente lo que queremos, a través de la introspección, y “conciencia” cuando hablamos de la resolución de dilemas éticos).
Citando a Séneca, “el mayor impedimento para vivir es la espera, porque dependiendo del mañana se pierde el hoy”. Ya sabes: El que espera, desespera. El mindfulness, “vivir el momento presente seria y sabiamente” (Buda) se logra:
- A través de la respiración. Una respiración consciente, relajada, que practiquemos diariamente durante unos 10-15 minutos.
- Observando el juego de los niños y recuperando juegos clásicos.
- A través de la “afirmación de la vida”. ¡Dí que sí! Cuando tenemos el poder de decir sí a la vida, “nos llenamos de paz y nos volvemos completos” (Ralph Waldo Emerson).
- Practicar el arte para la vida. “Buda dijo en una ocasión que el problema de la vida y la muerte es en sí mismo el problema de la plena consciencia. Estar o no vivo depende de si eres consciente” (Thich Nhat Hanh).
- No confundirla con la meditación (no exige una concentración tan rigurosa y puede aplicarse a infinidad de situaciones de la vida cotidiana). Por ejemplo, se trata de dejar fluir los pensamientos (fugaces, como nubes efímeras) durante diez minutos.
- Saborear un instante, recuperar la serenidad. Por ejemplo, como comentaba en ‘La sensación de fluidez’, pelar una manzana con dedicación y comerla con deleite.
- Detener el momento, como una fotografía.
- Escribir y/o leer haikus, breves poemas (“El haiku es el arte poético de la atención plena”).
- Despertar, afilar los sentidos al borde mismo de la vida.
- Utilizar técnicas, y también el concepto de que vivamos plenamente. En palabras de Einstein: “Al principio todos los pensamientos pertenecen al amor. Después, todo el amor pertenece a los pensamientos”.
- Sumergirte en la pura presencia del instante.
- Trabajar con metáforas y analogías.
- Observar y escuchar el flujo y reflujo de las olas, hasta que acerquemos el ritmo de nuestra respiración a su cadencia.
- Vivir con el corazón. “Pensar con el corazón es intensificar la realidad”.
- El cultivo de un@ mism@, replegándonos sobre nuestro interior.
- Conectarnos con el momento presente, para que la alegría aumente.
- Ejercitarnos en el dibujo o la pintura espontánea.
- Practicar este camino como forma de vida (así reduciremos los niveles de estrés, irritación, agresividad y reactividad a entornos hostiles).
- Hay dos formas de presencia: del aliento y del corazón.
- Desterrar el sufrimiento interior (emociones negativas).
- Ejercicio físico y ejercicio de la atención son aliados naturales, porque el cuerpo y la mente son interdependientes.
- Alterar el orden habitual de nuestras cadenas de gestos automáticos (al asearnos, al vestirnos).
- Observar a las mascotas, como un gato (mirarle a los ojos, dejarnos invadir por su serenidad, acariciarle).
- Intensificar la vida y las sensaciones.
Un texto muy útil (apenas 150 páginas) para atraer la tranquilidad, la alegría y la felicidad a nuestra vida.
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