Un equipo de científicos de la Universidad de Stanford está inmerso en un proyecto diseñado para contestar una pregunta tan concreta como compleja: "¿Qué influencia tendrán las máquinas inteligentes para la sociedad y la economía durante los próximos 30, 50 o 100 años?". El proyecto recibe el nombre de 'One Hundred Year Study on Artificial Intelligence' (AI100) y ha llevado a Stanford a invitar a científicos de diversas universidades (Columbia Británica, Stanford, Carnegie Mellon, Berkeley, etc) y áreas (no sólo robótica e inteligencia artificial) para que realicen un esfuerzo conjunto para estudiar y anticipar el efecto de las IAs (y de sus mecanismos de percepción, aprendizaje y -quizá- razonamiento) sobre nuestra manera de vivir, trabajar y comunicarse.
Apocalípticos e integrados
Recientemente, destacados científicos (como Stephen Hawking) y emprendedores tecnológicos (como Elon Musk) han expresado públicamente sus reservas sobre un eventual desarrollo futuro de la inteligencia artificial, al percibirlo como un peligro creciente. Anteriormente, Musk ya había dejado caer que no era el único que pensaba que la Humanidad debía permanecer alerta: “Las empresas líderes en inteligencia artificial han dado grandes pasos para garantizar la seguridad. Reconocen el peligro, pero creen que pueden dar forma y controlar las ‘superinteligencias’ digitales y prevenir que las malas se escapen a Internet. Eso está por verse…”. Pero el pasado octubre, durante un simposio en el MIT, Musk llegó a señalar a la IA como "nuestra principal amenaza existencial" y a compararla metafóricamente con el Diablo: "Con la inteligencia artificial estamos invocando al Diablo. Como en todas esas historias de un tío y una estrella de cinco puntas, seguro de poder controlar al demonio. Nunca funciona". Otros protagonistas del debate mantienen posturas menos apocalípticas. Por ejemplo Eric Horvitz, ex-alumno de Stanford y director del laboratorio principal de Microsoft Research que expresaba lo siguiente en declaraciones a ComputerWorld: "Soy muy optimista sobre el futuro y aprecio la posibilidad de grandes avances para la Humanidad en el desarrollo de la IA. (...) Sin embargo es difícil anticipar todas las oportunidades y los obstáculos, por lo que necesitamos establecer un proceso permanente". Por su parte, Tom Mitchell, director del departamento de aprendizaje automático de la Universidad Carnegie Mellon, sostiene que los caminos que se están abriendo para la IA son tan variados, y hay tantas organizaciones diferentes promoviendo su desarrollo, que no cabe duda de que va a seguir evolucionando... por lo que sería prudente mantenerse uno o dos pasos por delante del desarrollo de la inteligencia artificial: "AI100 es una respuesta innovadora y con visión de futuro a esta tendencia, y una oportunidad para la sociedad para determinar la hoja de ruta de nuestro futuro y no dejar que, sencillamente, se desarrolle sin saberlo".
EtiquetasInteligencia Artificial,Stanford
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