Oficialmente ha iniciado el invierno y, con éste, llega la navidad. A pesar de que no te haya tocado el gordo de la lotería, es tradicionalmente una época de celebración. Idealmente también de reflexión.
Las grandes empresas (y las no tan grandes pero medianamente organizadas) estudian, durante el último trimestre, cómo ha ido el año. Luego preparan un plan de acción para hacerlo mejor durante el año siguiente.
A nivel individual, conozco a pocas personas que hagan un repaso exhaustivo del año que termina y se planifiquen para obtener mejores resultados en los doce meses subsiguientes. Yo no estoy acostumbrado a hacerlo pero, como nunca es tarde para la primera vez, este año me estreno.
¿En qué aspectos de tu vida querrías que el año próximo fuese mejor que el que termina?
No paro de decirlo: Somos animales sociales. Para salir adelante necesitamos de los demás. Y su colaboración será alcanzada en la medida en la que sepamos hacerles entender que con ésta ellos ganan también. Y esto sólo se logra comunicando.
En el trabajo, en la reunión de vecinos o en la boda de tu primo, tu capacidad de transmitir tus ideas de manera clara y eficaz te permitirá conseguir aquello que buscas. Sea la aprobación del presupuesto, que el vecino de al lado deje de colocar la basura frente a la puerta, o que esa persona especial te haga caso. Comunicar lo es todo en este mundo. O casi todo… Y mientras mejor lo hagamos, mejor nos irá.
Pero hacerlo de manera efectiva no se aprende de la noche a la mañana. No hay una píldora mágica que nos haga gurús de la palabra. Es un trabajo de pico y pala en el que sólo el esfuerzo diario nos permitirá avanzar y acercarnos a la meta.
En vista de ello, ¿qué podemos hacer para comunicar mejor?
Cuatro claves para comunicar mejor en 2015
Para mejorar en cualquier práctica, muchas veces ayuda entender qué cosas no funcionan y qué cosas sí. Tropezandome en numerosas ocasiones durante el transcurso de los últimos meses, me he dado cuenta de algunas prácticas que nos pueden facilitar la vida a la hora de comunicar con los demás, independientemente del ámbito.
Aquí cuatro:
1. Para lograr colaboración, ambas partes tienen que ganar
Nada en la vida es gratuito. Para conseguir el favor de otro, éste debe entender rápidamente que gana algo con el intercambio. Lamentablemente, en nuestras peticiones cotidianas comenzamos con “necesito”, “quiero”, “busco” sin darnos cuenta de que esto poco importa a nuestro interlocutor.
Querer genuinamente que el otro gane nos ayudará a ganar a nosotros también. Pero hay que dejarlo claro y meridiano, rápidamente. Por ello, mostrar su ganancia antes que la nuestra propia nos facilitará el camino hacia la colaboración.
2. La gente reacciona mal ante ataques directos
“Eso está mal”, “no tienes ni idea”, “vaya desastre”… Somos humanos y, por naturaleza, sensibles a la crítica. Cualquier réplica que parezca, de lejos o de cerca, un ataque directo a nuestro interlocutor, lo cerrará en banda y castrará cualquier posibilidad de tenerlo de nuestro lado. Incluso cuando nuestra autoridad le obligue a actuar.
En lugar de emitir un juicio directo sobre la persona, una salida posible es cuestionar la situación apartándola del individuo. “¿Cómo quedaría si lo hiciéramos así?” en lugar de “Eso está mal” no ataca a la persona pero sí cuestiona la situación. Y ayuda a lograr acción.
3. Hablar en positivo trae mejores resultados que hablar en negativo
Tanto hacia el exterior (en público o en privado), como en nuestro propio diálogo interior, formular frases en negativo nos aleja de nuestro objetivo porque deja latente la imagen del resultado opuesto al que buscamos. Y como el cerebro no es capaz de entender una negación, cualquiera que usemos reforzará la parte negativa de la situación.
“No voy a meter la pata” requiere imaginarnos metiendo la pata. “Voy a dejar de fumar” trae a la luz la idea de fumar. “Eso no está nada mal” implica pensar en lo malo en lugar de en lo bueno. Mejor decir “voy a hacerlo bien”, “voy a llevar una vida saludable” y “eso está genial”. Hacer énfasis en la parte positiva elimina cualquier pensamiento que vaya en contra de lo que buscamos.
4. La preparación siempre ganará a la improvisación
Siempre he luchado contra la impulsividad. El ejemplo más claro ocurre cuando recibo un email; frecuentemente contesto sin reflexionar en el asunto. Y por ello, he metido la pata profundamente en más de una ocasión.
Somos esclavos de lo que decimos y, por ello, toda situación comunicativa merece nuestra mayor atención para llegar a la mejor ejecución posible. Se trate de una conversación informal, de una reunión de trabajo o de una presentación, la espontaneidad aporta frescura al discurso, pero un mensaje bien pensado siempre le ganará a uno improvisado. Por eso, antes de abrir la boca, mejor detenerse antes a pensar en qué decir.
Cada año que termina abre paso a uno nuevo lleno de oportunidades. Usa tu cabeza a la hora de comunicar con los demás. Te sorprenderá lo que podrás lograr con cada intercambio.
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