El día antes de navidad me llegó un regalo que acepte con mucha alegría. Me invitaron de Skydiveandes a saltar desde 4.000 mts de altura. Fue una experiencia maravillosa, exitante, atrevida, profunda, alucinante, llena de adrenalina y tranquilidad a la vez, con un sentido de paz interior profundo. Aquí el video y algunas reflexiones que me surgieron y que quiero compartir.
El año 2011 fue un año de tremendos aprendizajes, de grandes saltos. Fue un año de entrar en las profundidades de mi coherencia. Cuando hablo de coherencia lo hablo desde que cada situación que vivimos gatilla en nosotros una determinada coherencia entre emoción, cuerpo y lenguaje. El observador que somos se constituye a sí mismo a partir de nuestras emociones, nuestro cuerpo y nuestro lenguaje, por lo que cuando digo coherencia hablo del observador que soy, como veo el munddo, desde donde lo veo.
En este proceso, el saltar y arrojarse al aprendizaje fue unas de las invitaciones que más tuve, fue una de las frases que más escuche y fue lo que en definitiva estuve haciendo gran parte del año. Dejar lo que conozco, lo que me constituye y saltar a lo desconocido es un acto de confianza. Surge un tremendo sentido de excitación si podemos dar el salto e ir hacia lo desconocido, aunque la idea nos aterre por completo. No hay aprendizaje sin salto, no se pude aprender si no dejo lo que sé atrás. Necesariamente aprender es ir a lo desconocido.
Aprendí que cuando salto para aprender no tengo nada que perder, que saltar no es necesariamente un acto temerario, es un acto de aprendizaje y confianza.
Saltar, arrojarse, confiar .... "con la confianza se abre algo inmenso, esta vida deja de ser ordinaria, se vuelve abundante y desbordante. No te sientes engañado, no hay nada que se te pueda quitar. No desperdicies tu vida con aquello que se te va a quitar. Aquello que se te puede quitar es algo que no vale la pena guardar, y aquello que no se te puede quitar ¿por qué tendría uno que tener miedo de que se lo quiten?. No se te puede quitar, no hay posibilidad, no puedes perder tu verdadero tesoro". (Osho, The Sun Rises in the Evening, cap 9).
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