miércoles, 4 de febrero de 2015

MARTIN SELIGMAN

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¿Por qué la gente feliz es feliz? El padre de la Psicología positiva se ha ganado esta calificación por ser pionero en el desarrollo de un método científico que responde a esta pregunta. Este psicólogo y escritor (Albany, Nueva York, 1942) dirige el Departamento de Psicología de la Universidad de Pensilvania (EEUU) en la actualidad, habiéndose licenciado en la de Princeton con summa cum laude y habiendo sido el presidente durante una década de la Asociación Estadounidense de Psicología.
Su trabajo está concentrado en varios best sellers como ‘The Optimistic Child’, ‘Learned Optimism’, ‘Authentic Happiness’ y ‘What You Can Change and What You Can’t’. En sus experimentos, basados en el uso exhaustivo de cuestionarios para los participantes, Seligman ha mostrado nuevas consideraciones sobre la depresión y la satisfacción entendida como el cultivo de nuestro potencial personal –‘signature strenghts’, en inglés–: nuestra empatía, moderación y perseverancia.
Este psicólogo toma nociones de la felicidad según Confucio, Mencio y Aristóteles, junto a teorías modernas sobre la motivación, para concluir que la felicidad se alcanza trabajando en tres dimensiones, esto es, la Vida Gratificante (cubrir nuestras necesidades básicas), la Buena Vida (descubrir nuestro potencial y desarrollarlo para sentirnos plenos) y la Vida con Sentido (dedicar nuestro potencial, virtudes y fortalezas, a contribuir a la felicidad de los demás). Esta teoría logra diluir el conflicto entre felicidad individual y altruismo, abogando por la búsqueda de las emociones positivas frente al abandono personal en las negativas. Se trata de pensar y actuar de una manera constructiva para entender y gestionar nuestro pasado, crecer en optimismo en el presente y mirar al futuro con esperanza.
En el campo de la Psicología positiva, las emociones constructivas nos conducen a situaciones agradables, gratificantes, por lo que se ofrecen estrategias terapéuticas que nos libren de la frustración y de la negatividad, dirigidas a destacar nuestras seis virtudes esenciales: el conocimiento y la sabiduría, el coraje, el amor y la humanidad, la justicia, la moderación y la espiritualidad y trascendencia, apoyándonos en nuestras fortalezas. Finalmente, Seligman describe que una vida sin sentido (carente de estas virtudes y fortalezas) se traduce en depresión, vacío existencial, falta de autoestima y de empatía.
Hoy, y gracias a Martin Seligman, nos acercamos a una definición de felicidad más tangible y humana, como apuntan estas frases:


Una de las cosas que los psicólogos solían decir es que si estás deprimido, ansioso o enfadado no podías ser feliz. Creo que puedes sufrir o tener una enfermedad mental y ser feliz, aunque no en el mismo momento en que estás triste.

En cuanto a las relaciones, si se enseña a la gente a responder activamente y de manera constructiva cuando alguien está motivado, alcanza su objetivo, aumenta el amor y la amistad y disminuye la probabilidad de depresión.

La vida causa los mismos contratiempos y las mismas tragedias tanto a los optimistas como a los pesimistas, pero los primeros saben afrontarlos mejor.

Creo que es posible que para el año 2051 el 51 por ciento de la población humana se sienta más feliz. Esa es mi meta.

Llegar más allá de donde estás es realmente importante.

El bienestar no puede existir solo en tu propia cabeza. El bienestar es una combinación entre sentirse bien y realmente tener una vida con sentido, buenas relaciones y autorrealización.

No me importa estar equivocado, y no me importa cambiar de opinión.

Un compositor puede tener todo el talento de Mozart y un apasionado deseo de tener éxito, pero si cree que no puede componer música, no conseguirá nada. No se está esforzando lo suficiente. Se dará por vencido demasiado pronto, cuando la melodía no acaba de surgir y tarda demasiado en materializarse.

Privamos a nuestros hijos, a quienes cuidamos, del valor de la persistencia. Lo que quiero decir es que necesitamos fallar, los niños necesitan fallar, necesitamos sentirnos tristes, ansiosos y angustiados. Si nos protegemos, a nosotros mismos y a nuestros hijos, como afirman los que dicen que siempre hay que sentirse bien, nos privamos de las habilidades que nos proporciona el aprendizaje del esfuerzo.

No somos prisioneros del pasado.

Los pensamientos aprendidos no son imposibles de reaprender. Uno de los hallazgos más significativos de la psicología en los últimos veinte años es que los individuos pueden elegir su forma de pensar.

Mediante la activación de una mentalidad expansiva, tolerante y creativa, los sentimientos positivos maximizan los beneficios sociales, intelectuales y físicos que buscamos.

Feliz semana,

Álex Rovira

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