Nacido en Atenas en el año 469 a.C., Sócrates era hijo de un maestro cantero y de una comadrona que, al poco de iniciarse en los procelosos caminos de la filosofía existencial, empezó a implicarse en la vida política y a preocuparse por cuestiones más mundanas. Como lo que hacía feliz o no al ser humano.
Si bien Sócrates nunca dejó nada escrito sobre sus pensamientos, porque abominaba de la letra y proponía la oralidad como único vehículo del conocimiento, gracias a su discípulo Platón, que registró su pensamiento por escrito, podemos disfrutar ahora de algunas de sus reflexiones. Unas reflexiones que los estudios psicológicos parece confirmar en algunos puntos.
La principal idea que siempre defendió Sócrates que una vida sin examen no merece ser vivida, porque solo la vida buena es la que nos permite saber realmente qué es el bien y qué es el mal. Y enFedón, Sócrates afirma que una vida sin examen lleva a la “confusión y el aturdimiento del alma, como si estuviéramos borrachos”, mientras que el alma del sabio alcanza la estabilidad y deja de deambular sin rumbo.
Hacer el bien te hace feliz
Una de las ideas que defendía Sócrates y que más tarde ha confirmado la psicología es que hacer el bien nos hace felices. Sócrates no creía que el bien fuera relativo u opinable, sino totalmente absoluto y universal.
Sostenía que la virtud (areté, en griego) era “la más valiosa de las posesiones”, y que, en realidad, nadie desea hacer el mal. Quien hace el mal actúa en contra de su conciencia y, por lo tanto, experimenta malestar. Y como todos aspiramos a alcanzar plenitud de espíritu, no es el mal algo que haríamos voluntariamente, sino empujados por las circunstancias. Hacer el bien consistía, por ejemplo, en no hacer daño a los demás. En procurarles también el bien.
El Journal of Happiness Studies publicó una investigación que sugería que la gente a la que se le había encargado comprar algo para otra persona experimentaba una felicidad mucho mayor que aquellos que se habían comprado algo a sí mismos.
Para la psicóloga de la Universidad de Stanford Emma Seppala, donde dirige el Center for Compassion and Altruism Research, la felicidad no resida tanto en el tener o en mejorar el estatus social y laboral, sino en el dar.
Según este estudio liderado por el neurocientífico del National Institute of Health Jordan Garfman, las partes del cerebro que se activan cuando se experimentan sensaciones placenteras son las mismas que se activan al practicar el altruismo. Esta relación entre generosidad y bienestar se ha demostrado incluso en el caso de niños pequeños, en un experimento similar dirigido por la psicóloga de la Universidad Britsh Columbia Elizabeth Dunn. Y las características más valoradas en un amigo o pareja son la amabilidad y la solidaridad, según este estudio.
Sócrates era feliz sabiendo que hacía lo correcto. Por esa razón, cuando en el año 399 a.C. fue condenado a muerte, acusado de cuestionar las bases de la moralidad ateniense, aceptó templado y satisfecho la cicuta que acabará con su vida.
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