Monet era pintor, el padre del impresionismo, pero también jardinero. Cuando en 1883 se instaló con su familia en Giverny (Normandía) convirtió los jardines de su casa en su placer y fuente de inspiración y la obra que produjo en ellos no es solo parte de la historia de la pintura, sino uno de los más avanzados y sinceros ejercicios de color y abstracción.
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