lunes, 22 de junio de 2015

"Al ser humano se le puede arrebatar todo salvo la actitud con la que enfrenta sus circunstancias”. Viktor Frankl

"Cuenta una historia que tres albañiles estaban desempeñando la misma tarea a las afueras de un pueblo. De pronto apareció un niño, que se acercó a ellos con curiosidad. Estaba intrigado por el tipo de obra que estaban construyendo. Al observar al primer obrero, se dio cuenta de que no paraba de negar con la cabeza. Parecía molesto y enfadado. Sin embargo, el chaval se armó de valor y le preguntó: “¿Qué está usted haciendo?”. El albañil, incrédulo, lo miró despectivamente y le respondió: “¿Qué pregunta más tonta es esa? ¿Acaso no lo ves? ¡Estoy apilando ladrillos!”.
Aquella respuesta no fue suficiente para el niño. Por eso se dirigió al segundo operario, cuya mirada irradiaba resignación e indiferencia. “Perdone que le interrumpa, señor”, dijo el chaval con cautela. “Si es tan amable, ¿me podría decir que está usted haciendo?”. Cabizbajo, el albañil se limitó a contestarle: “Nada importante. Tan solo estoy levantando una pared”.
Elije un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida”
Confucio
Finalmente, el niño se acercó hasta el tercer obrero, quien silbaba mientras disfrutaba de su tarea. Tanto es así que el chaval se acercó con más tranquilidad y confianza. Y nada más verlo, el albañil le saludó: “¡Buenos días, jovencito! ¿Qué te trae por esta obra?”. Sorprendido por su buen humor, el chaval le contestó: “Tengo mucha curiosidad por saber qué está usted haciendo”. Aquel comentario provocó que el operario irradiara una enorme sonrisa. Y, con cierto tono de satisfacción, le respondió: “¡Estoy construyendo el hospital infantil del pueblo!”.
A pesar de que solemos asociar el trabajo con el cumplimiento de un deber o una obligación, podemos convertir nuestra dimensión profesional en una forma de expresar lo mejor de nosotros mismos. Esta es precisamente la principal característica del tercer nivel de actitud, que agrupa a quienes “aman lo que hacen”. Es decir, a aquellos que, a pesar de no dedicarse –ni mucho menos– a su profesión soñada, tratan de poner al mal tiempo buena cara. De hecho, se caracterizan por la energía positiva que desprenden mientras trabajan. Y no precisamente porque ejerzan tareas divertidas. Se trata de una actitud"

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