miércoles, 2 de septiembre de 2015

El gran valor de la educación no es atiborrarse de datos, sino preparar el cerebro para pensar

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El gran valor de la educación no es atiborrarse de datos, sino preparar el cerebro para pensar


Estamos creando niños saturados. Inocentes series infantiles tienen una media de 7,5 cambios abruptos de imagen por minuto. Cuando esos niños se enfrentan al ritmo de la vida real, todo les impacienta y aburre.
Existen estudios que relacionan horas de televisión en la infancia con problemas de atención y trastorno del aprendizaje...son palabras de Catherine L'Ecuyer, madre de cuatro hijos. 
Es autora del libro Educar en el asombro,  Mejora tu Escuela Pública ofrece reseña del libro recién publicado Educar en la realidad, sobre el uso de las nuevas tecnologías en la infancia y en la adolescencia. En esta entrevista expone su pensamiento sobre la educación.
MEP. “Educar en la realidad”, un título sugerente… ¿Qué significa educar en la realidad?
La realidad no se construye, se descubre. Esa es la premisa de la educación en el asombro. Descubrimos la realidad a través del asombro, que es el deseo de conocer que nace desde dentro. Es un enfoque distinto al conductismo, que impone desde fuera, que inculca mecánicamente, sin contar con el niño.
MEP. El gran valor de la educación no es atiborrarse de datos, sino preparar el cerebro para pensar… ¿cómo considera usted que se puede empezar a hacer esto desde edades tempranas?
Dejando de dar todo masticado a los niños. Menos libros que hablan y más tiempo con papá y mamá leyendo un cuento. Menos pantalla y más naturaleza. Justo acaba de salir un estudio de la Universidad del Norte de Florida que dice que subirse a los árboles mejora la memoria de trabajo de los niños. Y luego hemos de olvidarnos del viejo paradigma dogmático: “Siempre hay que dar respuestas a las preguntas de los niños”. ¡No siempre! Los niños no siempre preguntan en vistas a una respuesta. A veces es para asombrarse, o iniciar una reflexión. Por ejemplo, si el niño pregunta “¿cuántas estrellas hay en el firmamento y por qué están ahí?”, sería mejor responderle “¿y tu qué crees?” que intentar responder de forma racional. ¡En cualquier caso quién pretende poder hacerlo!. Cuando devolvemos las preguntas, ocurre algo en lo que sueña todo el sístema educativo: El niño se pone en marcha por sí solo a pensar y reflexionar. Tendemos a poner nuestras esperanzas en gurús educativos, en multitud de métodos y de técnicas educativas y/o en colegios carísimos para conseguir que los niños piensen. Pero en la etapa infantil, es así de fácil.  Cuando empieza la etapa de primaria, la cosa cambia, porque es la etapa del aprendizaje formal, el papel del maestro debería ser más activo y es lógico que haya clases, no solo juego desestructurado, porque el conocimiento no aparece por arte de magia. Sin embargo es importante que el material se exponga de forma que el niño pueda descubrirlo activamente, que siga siendo protagonista de su educación. La clave está en el maestro. Los buenos maestros saben hacerlo de maravilla y no dependen de las tecnologías para “motivar a los niños”.
MEP. Aunque no hay evidencias científicas suficientes sobre los beneficios de las tabletas en las aulas, así lo considera  en su libro… sin embargo,  usted reconoce que la tecnología tiene efectos sobre  el aprendizaje… ¿Podría enumerarnos esos efectos?
Según un estudio realizado en la Universidad de Stanford, el multitarea tecnólogica hace perder el sentido de relevancia, disminuye la capacidad de discernir lo que es relevante de lo que no lo es. El director del estudio dijo una frase que da escalofríos: “Los que hacen multitarea tecnológica intensa son enamorados de la irrelevancia”. Todo lo contrario a lo que pretende cualquier sistema educativo, ayudar a sus alumnos a discernir lo que es relevante y lo que no lo es.
Hay otros estudios sobre el efecto pantalla, que apuntan a la impulsividad, la inatención, el deficit de realidad (“video deficit effect”), obesidad, empeoramiento de las competencias sociales, etc. Pero aún queda mucho por saber sobre el efecto del Ipad, estamos asistiendo a un estudio a gran escala y eso no se explica  demasiado a los padres que tienen sus hijos escolarizados en un colegio que los usa.
MEP. Afirma que se ha confundido educación personalizada con educación individualizada… Nos gustaría que pudiera profundizar más en esta diferencia.
Dar una educación personalizada, es dar una atención personalizada, es decir, adaptada a las necesidades reales del niño, que no son necesariamente subjetivas. Es preciso dar al niño lo que pide su naturaleza, que no siempre es lo mismo que lo que él pide. Allí está el trabajo delicado de los padres y de los educadores, discernir una cosa de la otra. Como bien decía Peter Williams, «desde el punto de vista de un programador, el usuario no es más que un periférico que teclea cuando se le envía una petición de lectura». Un Ipad por alumno garantiza una educación individualizada, pero no personalizada, porque discernir entre lo que pide el niño y lo que requiere su naturaleza es un trabajo que no puede realizar una herramienta digital, por muy buenos que sean el dispositivo y los algoritmos de sus aplicaciones, porque ese discernimiento requiere sensibilidad. Y la sensibilidad es profundamente humana, no digital.
MEP. El déficit de pensamiento…el déficit de realidad, conceptos acuñados en su libro como efectos de un abuso de las NT ¿Cómo preparar a los niños hacia un buen uso de las pantallas para que no se produzcan estos efectos?
La tecnología no es mala, es importante decirlo, sino entramos en un debate simplista. El whisky tampoco, pero no está recomendado para bebés, niños, y su venta está prohibida para menores de edad. ¿Por qué? Por que puede tener efectos perjudiciales en mentes aún inmaduras. Preparar a una persona a consumir alcohol de forma responsable no se hace comprándole un litro de whisky cuando tiene 5 años. Muchos recurren al argumento de los filtros, pero es un argumento perverso. El conocido hacker Kevin Mitnick dice: «Las organizaciones gastan millones de dólares en firewalls y dispositivos de seguridad, pero tiran el dinero porque ninguna de estas medidas cubre el eslabón más débil de la cadena de seguridad: la gente que usa y administra los ordenadores». Hemos de educar a nuestros hijos para usar esas tecnologías, pero eso no se hace dándoles el dispositivo cuanto antes. No se enseña a una persona a conducir prudentemente dándole las llaves de un Ferraria con 5 años…
La mejor preparación para el mundo virtual, es el mundo real, en el que desarrollarán,  a través de relaciones personales verdaderas, su sentido de la intimidad, su capacidad de auto control, su locus de control interno, su templaza, y una serie de virtudes imprescindibles para poder navegar con prudencia.
MEP. Los neuromitos… se han trasladado  a una gran velocidad sin base científica alguna al ámbito de la educación… ¿Se podría  hablar ya de algunos efectos perjudiciales que pueden haber tenido en la educación de los niños?
El mito “Más y antes es mejor” lleva a un activismo y una competitividad sin freno. Tenemos la sensación de que siempre hay que estar haciendo algo y que todo lo que hacemos ha de ser útil. ¿Util para qué? Tampoco tenemos muy claro la respuesta, porque no sabemos con claridad adonde vamos, el caso es “hacer cosas”. Esa visión utilitarista del hombre hace que tendamos a dar menos importancia a lo que no es material, como por ejemplo el disfrute de la contemplación de un paisaje, dar tiempo a una persona enferma, estar en familia sin gastar en actividades caras, dar las gracias por el día, etc.
Ese mito también nos ha convertido en animadores de ludoteca de nuestros hijos y ha quitado gozo y disfrute a nuestra maternidad, nuestra paternidad. Nos ha convencido que era mejor escolarizar cuanto antes a nuestros hijos, sino iban a perder oportunidades en relación con los demás niños. ¡Eso es falso! Si unos padres llegan a la conclusión que han de escolarizar a sus hijos antes por trabajo, es un tema en el que nadie puede intrometerse, pero los padres han de saber que los niños pequeños necesitan más estar con ellos que encontrarse en un programa de estimulación temprana. Como dice el pediatra García Tornell, los niños están en el parvulario porque sus padres trabajan, no porque lo necesitan. Hemos de saber que la estimulación temprana no tiene ninguna base científica. Hay decenas de estudios y de asociaciones pediátricas en todo el mundo que han escrito que el método de Glen Doman se fundamenta en una teoría obsoleta y que es una máquina para producir dinero.
El mito “usamos solo 10% de nuestro cerebro” lleva a la soberbía de pensar que somos todo poderosos y que tenemos una inteligencia casi infinita. Eso nos hace buscar perfecciones de las que no somos capaces. Al final, ocurre que nos frustramos porque cada día nos encontramos con nuestras limitaciones y nos cuesta aceptarlas. Es bueno saber de que somos capaces y de que no, aceptarlo y vivir con ello sin complejo.
MEP. Las relaciones interpersonales son importantes para el aprendizaje…háblenos de esto.
Los niños construyen su sentido de identidad a partir de las experiencias sensibles y de las relaciones interpersonales que configuran su memoría biográfica. Las relaciones interpersonales son claves para el buen desarrollo de los niños y el tiempo delante de una pantalla resta a esas experiencias. En los EEUU, lo llaman el “efecto desplazamiento” (mientras un niño está delante de una pantalla, no está haciendo otras cosas que contribuyen más a su buen desarrollo).
Para aprender, los niños triangulan entre el mundo que descubren y su principal cuidador. La literatura científica sobre el apego llama al principal cuidador “base de exploración”. ¡Ese papel no solo es importante, es clave!
MEP. Una de las 10 claves, que se sugieren en el libro, para que un  niño se maneje adecuadamente en el mundo digital a través del real es: “Darles alternativas de  belleza para que  eventualmente puedan reconocer lo bueno y lo verdadero”… agradeceríamos que nos  aportara alguna de estas alternativas…
Si le damos de escoger a un niño de 10 años entre una hora con la videoconsola y una hora subiendo una montaña con sus padres, no hay duda sobre lo que escogerá. Si le damos de escoger a un niño de 4 años entre media hora con un Ipad y media hora en los brazos de papá escuchando un cuento, tampoco hay duda de lo que escogerá. Ahora bien, si un niño lleva 15 años en una cueva digital (su habitación), el día que le llevemos de paseo y le enseñemos una puesta de sol, es posible que nos diga que no hacía falta ir tan lejos para ver un fondo de pantalla. Hay que empezar a educar en el asombro, la belleza y la realidad desde las tiernas edades de la infancia. Pero nunca hay que tirar la toalla, porque nunca es demasiado tarde para hacerlo.
MEP. ¿Cuál sería la forma para que el niño sea protagonista en la educación y no un mero observador?
Es bueno la observación, no solo la acción. Pero se puede ser protagonista observando o escuchando una explicación. El niño ha de ser protagonista en el sentido de tomar parte a lo que ocurre porque tiene sentido para él. Y el aprendizaje cobra sentido cuando la educación busca la perfección de la que es capaz nuestra naturaleza.
Los mitos educativos (ej. “más y antes es mejor”, “el niño tiene una capacidad intelectual infinita”, etc.) han contribuido a que nos alejemos de lo que es verdadero, bondadoso y bello para los niños. Aprender a leer con un año, hacer los deberes al tiempo que juegan con la videoconsola con doce, memorizar veinte nombres de perros en dos minutos y pasarse todo el verano rellenando cuadernos de matemáticas, es buscar la perfección en el lugar equivocado, despojar a los niños de sus motivos internos e incapacitarlos para tener unos motivos más elevados. De alguna forma, el niño puede, inconscientemente, formularse la siguiente pregunta: ¿para qué aprender si el fin del aprendizaje es tener una inteligencia, una memoria de la que no soy capaz? ¿Para qué aprender si ese aprendizaje no me da oportunidades de entrar en sintonía con lo que reclama mi naturaleza?
MEP. ¿Qué necesitan los padres para recuperar la paternidad en el sentido amplio de la expresión?
Hemos de recuperar la semilla de la sensibilidad que se nos ha dado a los padres, por el hecho de serlo (en el caso de las madres lo llamaríamos “instinto maternal”, pero los padres también lo tienen en su medida). Esa sensibilidad se desarrolla a base de estar con nuestros hijos, para poder percibir sus necesidades. La sensibIlidad del principal cuidador es, según los estudios, el mejor predictor del buen desarrollo de un niño. ¿Por qué? Porque la madre / el padre sensible es capaz de sintonizar con lo que necesita el niño, con lo que reclama su naturaleza, que no es lo mismo que “lo que pide el niño”. Discernir entre lo que pide un niño y lo que requiere su naturaleza es una de las tareas más hermosas, y a la vez más arduas en la educación, porque requiere tiempo. Y como jugamos con desventaja en ese sentido, es fácil caer en buscar “la receta rápida” o “el manual de pautas”. Pero las recetas rápidas son “pan para hoy y hambre para mañana” y los manuales de pautas son técnicas que se asemejan más al adiestramiento que a la educación.
Por ese motivo, hemos de decir un “no retundo” a la industria del consejo empaquetado, que nos vende recetas a todas horas para solucionar “problemas”: “Cómo dormir los niños, hacer para que coman, para que obedezcan”. Educar no es un “problema para resolver”. Esos manuales responden al paradigma conductista “¿qué debo hacer, cómo y cuándo debo hacerlo para que el niño haga lo que los expertos me dicen que tiene que hacer?” Hemos de superar el “cómo” y llegar a los “por qué” y los “para qué”. Educar es una tarea grandiosa, es enseñar el camino a otro, para que busque y encuentre la perfección de la que es capaz su naturaleza.
MEP. ¿Cuáles considera, desde su punto de vista,  las razones por las que a padres y a profesores les podría favorecer leer este libro?
Preferiría que lo digan los que lo han leído… 

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