Las personas con costumbres positivas comparten mapa neuronal entre sí, y lo mismo las de conducta negativa
Las personas con un estilo de vida satisfactorio tienen conexiones cerebrales parecidas entre sí, y las que lo tienen negativo, también. Así lo ha comprobado un estudio británico realizado con datos del Proyecto Conectoma Humano, que cartografía las conexiones cerebrales.
Esquema de la materia blanca del cerebro, realizado con imágenes por difusión espectral. Fuente: Human Connectome Project.
Hay una fuerte correspondencia entre un conjunto particular de conexiones del cerebro y un estilo de vida y de conducta positivo, según un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido).
Un equipo de científicos dirigido por el Centro de Resonancia Magnética Funcional del Cerebro de la universidad investigó las conexiones de los cerebros de 461 personas y las comparó con 280 medidas conductuales y demográficas diferentes, registradas en los mismos participantes. Encontraron que la variación en la conectividad cerebral y los rasgos de un individuo están relacionados: aquellos con estilos de vida y comportamientos clásicamente positivos tenían diferentes conexiones que aquellos con costumbres clásicamente negativas. Los hallazgos aparecen publicados en la revista Nature Neuroscience.
El equipo utilizó datos del Proyecto Conectoma Humano (HCP), un estudio de imágenes cerebrales de 30 millones de dólares financiado por los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. y dirigido por las Universidades de Washington, Minnesota y Oxford. El HCP empareja resonancias magnéticas funcionales de 1.200 participantes sanos con datos detallados obtenidos en pruebas y cuestionarios.
"La calidad de los datos de imágenes no tiene precedentes, en verdad", explica el profesor Stephen Smith, autor principal del artículo, en la nota de prensa de Oxford. "No sólo es que el número de sujetos que podemos estudiar sea grande, sino que la resolución espacial y temporal de los datos de la fMRI está muy por delante de grandes conjuntos de datos anteriores."
El equipo de Oxford tomó los datos de 461 de las exploraciones y los utilizó para crear un mapa promedio de los procesos cerebrales de los participantes. "Se puede pensar en él como un mapa de la población promedio de 200 regiones de todo el cerebro que son funcionalmente distintas unas de otras", explica el profesor Smith. "Entonces, nos fijamos en cuánto se comunicaban entre sí todas esas regiones, en cada participante."
El resultado es un conectoma (mapa de las conexiones entre las neuronas) para cada sujeto: una descripción detallada cuánto se comunican entre sí esas 200 regiones cerebrales. Posteriormente, el equipo añadió las 280 medidas conductuales y demográficas diferentes de cada sujeto y realizó un análisis de correlación canónica entre los dos conjuntos de datos -un proceso matemático que puede descubrir relaciones entre los dos grandes conjuntos de variables complejas.
Un equipo de científicos dirigido por el Centro de Resonancia Magnética Funcional del Cerebro de la universidad investigó las conexiones de los cerebros de 461 personas y las comparó con 280 medidas conductuales y demográficas diferentes, registradas en los mismos participantes. Encontraron que la variación en la conectividad cerebral y los rasgos de un individuo están relacionados: aquellos con estilos de vida y comportamientos clásicamente positivos tenían diferentes conexiones que aquellos con costumbres clásicamente negativas. Los hallazgos aparecen publicados en la revista Nature Neuroscience.
El equipo utilizó datos del Proyecto Conectoma Humano (HCP), un estudio de imágenes cerebrales de 30 millones de dólares financiado por los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. y dirigido por las Universidades de Washington, Minnesota y Oxford. El HCP empareja resonancias magnéticas funcionales de 1.200 participantes sanos con datos detallados obtenidos en pruebas y cuestionarios.
"La calidad de los datos de imágenes no tiene precedentes, en verdad", explica el profesor Stephen Smith, autor principal del artículo, en la nota de prensa de Oxford. "No sólo es que el número de sujetos que podemos estudiar sea grande, sino que la resolución espacial y temporal de los datos de la fMRI está muy por delante de grandes conjuntos de datos anteriores."
El equipo de Oxford tomó los datos de 461 de las exploraciones y los utilizó para crear un mapa promedio de los procesos cerebrales de los participantes. "Se puede pensar en él como un mapa de la población promedio de 200 regiones de todo el cerebro que son funcionalmente distintas unas de otras", explica el profesor Smith. "Entonces, nos fijamos en cuánto se comunicaban entre sí todas esas regiones, en cada participante."
El resultado es un conectoma (mapa de las conexiones entre las neuronas) para cada sujeto: una descripción detallada cuánto se comunican entre sí esas 200 regiones cerebrales. Posteriormente, el equipo añadió las 280 medidas conductuales y demográficas diferentes de cada sujeto y realizó un análisis de correlación canónica entre los dos conjuntos de datos -un proceso matemático que puede descubrir relaciones entre los dos grandes conjuntos de variables complejas.
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Correlación
Encontraron una fuerte correlación que relaciona las variaciones específicas en el conectoma de un sujeto con sus medidas conductuales y demográficas. Curiosamente, la correlación muestra que aquellos con un conectoma en un extremo de la escala puntúan alto en las medidas de la conducta que normalmente se consideran positivas, como tener vocabulario, memoria, satisfacción con la vida, ingresos y años de educación.
En cambio, los que están en el otro extremo de la escala exhibían altas calificaciones en rasgos típicamente considerados negativos, como la ira, romper las reglas, el consumo de sustancias y la mala calidad del sueño.
Los investigadores señalan que sus resultados se asemejan a lo que los psicólogos denominan el factor g) de inteligencia general: una variable propuesta por primera vez en 1904 que a veces se utiliza para resumir las habilidades de una persona en diferentes tareas cognitivas. Mientras que los nuevos resultados incluyen muchas medidas de la vida real no incluidas en el factor g -como los ingresos y la satisfacción con la vida, por ejemplo-, otros como la memoria, el reconocimiento de patrones y la capacidad de lectura están fuertemente reflejados.
Los defensores del factor g señalan que muchas de las medidas relacionadas con la inteligencia están relacionadas entre sí -lo que sugiere que si usted es bueno en una cosa, es muy probable que sea bueno en las demás, también. Sin embargo, el factor g también ha recibido algunas críticas, en parte porque no está necesariamente claro si estas correlaciones entre diferentes capacidades cognitivas reflejan adecuadamente correlaciones entre los distintos circuitos cerebrales subyacentes. Los nuevos resultados, sin embargo, pueden proporcionar una oportunidad de saber si es correcto, o si los procesos del cerebro cuentan una historia más compleja.
El equipo continuará con esta investigación dado que el conjunto de datos del proyecto Human Connectome estará cada vez más a disposición de los investigadores.
Encontraron una fuerte correlación que relaciona las variaciones específicas en el conectoma de un sujeto con sus medidas conductuales y demográficas. Curiosamente, la correlación muestra que aquellos con un conectoma en un extremo de la escala puntúan alto en las medidas de la conducta que normalmente se consideran positivas, como tener vocabulario, memoria, satisfacción con la vida, ingresos y años de educación.
En cambio, los que están en el otro extremo de la escala exhibían altas calificaciones en rasgos típicamente considerados negativos, como la ira, romper las reglas, el consumo de sustancias y la mala calidad del sueño.
Los investigadores señalan que sus resultados se asemejan a lo que los psicólogos denominan el factor g) de inteligencia general: una variable propuesta por primera vez en 1904 que a veces se utiliza para resumir las habilidades de una persona en diferentes tareas cognitivas. Mientras que los nuevos resultados incluyen muchas medidas de la vida real no incluidas en el factor g -como los ingresos y la satisfacción con la vida, por ejemplo-, otros como la memoria, el reconocimiento de patrones y la capacidad de lectura están fuertemente reflejados.
Los defensores del factor g señalan que muchas de las medidas relacionadas con la inteligencia están relacionadas entre sí -lo que sugiere que si usted es bueno en una cosa, es muy probable que sea bueno en las demás, también. Sin embargo, el factor g también ha recibido algunas críticas, en parte porque no está necesariamente claro si estas correlaciones entre diferentes capacidades cognitivas reflejan adecuadamente correlaciones entre los distintos circuitos cerebrales subyacentes. Los nuevos resultados, sin embargo, pueden proporcionar una oportunidad de saber si es correcto, o si los procesos del cerebro cuentan una historia más compleja.
El equipo continuará con esta investigación dado que el conjunto de datos del proyecto Human Connectome estará cada vez más a disposición de los investigadores.
Referencia bibliográfica:
Stephen M Smith, Thomas E Nichols, Diego Vidaurre, Anderson M Winkler, Timothy E J Behrens, Matthew F Glasser, Kamil Ugurbil, Deanna M Barch, David C Van Essen, Karla L Miller: A positive-negative mode of population covariation links brain connectivity, demographics and behavior. Nature Neuroscience (2015). DOI: 10.1038/nn.4125.
Stephen M Smith, Thomas E Nichols, Diego Vidaurre, Anderson M Winkler, Timothy E J Behrens, Matthew F Glasser, Kamil Ugurbil, Deanna M Barch, David C Van Essen, Karla L Miller: A positive-negative mode of population covariation links brain connectivity, demographics and behavior. Nature Neuroscience (2015). DOI: 10.1038/nn.4125.
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