El mundo está lleno de Mozart, Indurain, Hawking y de miles de personas capaces de dominar varias lenguas sin problema. Lo que ocurre es que, lamentablemente, ninguna de ellas lo sabe. Usted mismo podría firmar la próxima novela que se alce con el Nobel de Literatura porque, tal y como afirma Marcelo Berthier, neurólogo y miembro del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología, “todos los seres humanos tienen la capacidad de aprenderlo todo”. Sin embargo, sigue: “No todos obtenemos los mismos resultados, ya que esa capacidad cognitiva está asociada a un rendimiento distinto en cada persona”. Ahí está el quid de cuestión que divide el mundo entre los simples mortales y los genios de cualquier disciplina.
Así, el legado de Leonardo Da Vinci a la humanidad o los descubrimientos del matrimonio Curie responden no solo a su inagotable dedicación al trabajo, sino también a una serie de aspectos ajenos a su voluntad que favorecen el aprendizaje y determinan el grado de desarrollo de un conocimiento o talento. “Una persona que aprende una segunda lengua con mayor facilidad que el resto es porque tiene estructuras cerebrales previas más desarrolladas. Es decir, tiene un sustrato anatómico que le permite ser más hábil y eficiente en esa tarea”, explica el neurólogo. Aunque todo ser humano puede aprenderlo todo, “los factores genéticos y el modo en que tenemos organizado el cerebro son los que determinan en última instancia hasta dónde podemos llegar en nuestros conocimientos y habilidades”.
En cierto modo, esta explicación neurológica que limita nuestras aspiraciones para adquirir conocimientos o habilidades podría descargarnos de responsabilidad. Pero Berthier remarca: “No se puede entender el aprendizaje como un proceso puramente cognitivo. Hay aspectos como el interés, el afán de superación, la voluntad y la curiosidad que son los que nos mueven y dan como resultado la constancia, elemento clave para avanzar hacia nuestro objetivo”.
También Anxo Pérez, creador del método de aprendizaje 8belts y autor del libro Los 88 peldaños del éxito (Editorial Alienta), apunta a esta cualidad como uno de los motores principales del aprendizaje y achaca “al binomio formado por la determinación y la elección de un método de aprendizaje eficaz, la responsabilidad de alcanzar el conocimiento en cualquier materia”. Y es que, según el experto en el aprendizaje de idiomas, “el método no solo es importantísimo, sino que es precisamente el motivo por el que en España somos malos en idiomas”. Aunque la metodología creada por Pérez tiene como objetivo garantizar que cualquiera puede hablar un idioma en ocho meses, este asegura que podría aplicarse para adquirir cualquier destreza. Eso sí, aunque parezca un camino corto, advierte que hay que ser consciente de que exige dedicación continua y esfuerzo, y atribuye la dureza del proceso a un solo factor: el tiempo que se tarda en ver los resultados.
Así, el legado de Leonardo Da Vinci a la humanidad o los descubrimientos del matrimonio Curie responden no solo a su inagotable dedicación al trabajo, sino también a una serie de aspectos ajenos a su voluntad que favorecen el aprendizaje y determinan el grado de desarrollo de un conocimiento o talento. “Una persona que aprende una segunda lengua con mayor facilidad que el resto es porque tiene estructuras cerebrales previas más desarrolladas. Es decir, tiene un sustrato anatómico que le permite ser más hábil y eficiente en esa tarea”, explica el neurólogo. Aunque todo ser humano puede aprenderlo todo, “los factores genéticos y el modo en que tenemos organizado el cerebro son los que determinan en última instancia hasta dónde podemos llegar en nuestros conocimientos y habilidades”.
En cierto modo, esta explicación neurológica que limita nuestras aspiraciones para adquirir conocimientos o habilidades podría descargarnos de responsabilidad. Pero Berthier remarca: “No se puede entender el aprendizaje como un proceso puramente cognitivo. Hay aspectos como el interés, el afán de superación, la voluntad y la curiosidad que son los que nos mueven y dan como resultado la constancia, elemento clave para avanzar hacia nuestro objetivo”.
También Anxo Pérez, creador del método de aprendizaje 8belts y autor del libro Los 88 peldaños del éxito (Editorial Alienta), apunta a esta cualidad como uno de los motores principales del aprendizaje y achaca “al binomio formado por la determinación y la elección de un método de aprendizaje eficaz, la responsabilidad de alcanzar el conocimiento en cualquier materia”. Y es que, según el experto en el aprendizaje de idiomas, “el método no solo es importantísimo, sino que es precisamente el motivo por el que en España somos malos en idiomas”. Aunque la metodología creada por Pérez tiene como objetivo garantizar que cualquiera puede hablar un idioma en ocho meses, este asegura que podría aplicarse para adquirir cualquier destreza. Eso sí, aunque parezca un camino corto, advierte que hay que ser consciente de que exige dedicación continua y esfuerzo, y atribuye la dureza del proceso a un solo factor: el tiempo que se tarda en ver los resultados.
Establezca metas cortas para no abandonar
Existe una teoría, formulada en la década de los años setenta por Noel Burch, empleado de Gordon Training International, que describe los cuatro estados que toda persona atraviesa a lo largo de un proceso de aprendizaje: inconscientemente incompetente, conscientemente incompetente, conscientemente competente e inconscientemente competente. Según esta hipótesis, en la segunda fase el alumno toma conciencia de lo mucho que le queda por delante, razón por la cual muchos de ellos deciden renunciar a su objetivo.
El riesgo de abandono siempre está ahí, y para sortearlo con éxito es imprescindible que el camino esté jalonado de recompensas. Así lo cree Pérez, quien basa su método en tres objetivos: resultados, resultados y resultados. “Si tuviera que dar un único consejo a los instructores, sería: acorta la distancia entre el esfuerzo y el premio (peldaño 61 de los 88 peldaños del éxito)”. Porque, ¿por qué se frustra la gente? “Muy sencillo, porque no ve los resultados. Vas a una academia de inglés y te pasas cuatro años sin aprender el idioma. La gente abandona porque tarda demasiado tiempo en llegar al resultado. La enseñanza del futuro va a ser de resultados mucho más inmediatos. No se van a hacer esperar cuatro años, sino cuatro días, y a veces cuatro horas. La gente le verá más sentido a su esfuerzo y su motivación aumentará”.
El riesgo de abandono siempre está ahí, y para sortearlo con éxito es imprescindible que el camino esté jalonado de recompensas. Así lo cree Pérez, quien basa su método en tres objetivos: resultados, resultados y resultados. “Si tuviera que dar un único consejo a los instructores, sería: acorta la distancia entre el esfuerzo y el premio (peldaño 61 de los 88 peldaños del éxito)”. Porque, ¿por qué se frustra la gente? “Muy sencillo, porque no ve los resultados. Vas a una academia de inglés y te pasas cuatro años sin aprender el idioma. La gente abandona porque tarda demasiado tiempo en llegar al resultado. La enseñanza del futuro va a ser de resultados mucho más inmediatos. No se van a hacer esperar cuatro años, sino cuatro días, y a veces cuatro horas. La gente le verá más sentido a su esfuerzo y su motivación aumentará”.
Ni el amor ni el saber son para siempre
“El verdadero desafío no es llegar a ser un experto, sino en mantenerse en ese nivel”, asegura Berthier, quien nos recuerda que una vez dominamos el conocimiento debe ser actualizado constantemente. “Usted puede ser un experto hoy en un área científica y, sin embargo, dejar de serlo en solo seis meses”. En el mismo sentido, pero en términos más pragmáticos se expresa Pérez quien defiende aprender solo aquella información que va a ser utilizada. “Adquirir información inútil tiene el mismo efecto que no haberla aprendido”, dice contundente.
También Linda Adams, presidenta de Gordon Training International coincide en que “la clave para que el conocimiento no desaparezca es la práctica regular”. En cambio, ¿en qué nivel cree que estará su inglés si no lo practica en meses? ¿Lamentable? Posiblemente. Y es que, la relación entre el individuo y el conocimiento es similar a la de una pareja de enamorados: “Debemos alimentar nuestro cerebro cada día con información actualizada”, anima Berthier.
También Linda Adams, presidenta de Gordon Training International coincide en que “la clave para que el conocimiento no desaparezca es la práctica regular”. En cambio, ¿en qué nivel cree que estará su inglés si no lo practica en meses? ¿Lamentable? Posiblemente. Y es que, la relación entre el individuo y el conocimiento es similar a la de una pareja de enamorados: “Debemos alimentar nuestro cerebro cada día con información actualizada”, anima Berthier.
Así aprenden los listillos
Empiece por lo que más le cueste, o no. La mayoría de expertos considera que es más apropiado estudiar primero lo que nos resulta más difícil. Es “cuando aún tenemos nuestra energía intacta”, argumenta el pedagogo Rafael Hernández. “Otra alternativa es empezar por lo que más nos gusta para percibir el logro y nos motive a continuar”.
Eche mano de la metamemoria PIGS (Portugal, Italy, Greece, Spain). Es el acrónimo que algunos periódicos británicos utilizaron para referirse a los países europeos más afectados por la crisis económica. Aparte del significado de la palabra, el efecto sobre el aprendizaje del recurso nemotécnico resulta incontestable.
Use esquemas y resúmenes. Según Hernández, “si nuestro hemisferio cerebral dominante es el derecho, más relacionado con lo visual, lo concreto, recordaremos mejor con esquemas. Si es el izquierdo, más relacionado con lo verbal, lo analítico, mejor los resúmenes. Y usar ambos puede potenciar el recuerdo”.
Destaque lo esencial. Señalar con colores las ideas clave de un texto permite “tirar del hilo” y reconstruir a partir de lo subrayado el resto de la información. “Resaltar frases importantes, epígrafes o apartados es un ejercicio de concentración muy útil que ayuda a prestar más atención a esas palabras”, afirma el pedagogo.
Repita, repita y repita. Una las técnicas más sencillas y eficaces para fijar un conocimiento es la repetición. Así lo asegura el neurólogo Facundo Manes, quien sostiene que “el aprendizaje es como crear una nueva red y repetir los conocimientos la refuerza y la fija”.
Evite la multitarea. Pretender contestar los WhatsApp, atender las redes sociales y, al mismo tiempo, estudiar algo es un objetivo difícil de alcanzar. El aprendizaje exige “concentración absoluta en una única cuestión”, remarca el pedagogo. Así que, “elimine todos los elementos externos que le distraigan, como móviles o tabletas”.
No lo deje para última hora. Ante la inminencia de un examen, el pedagogo garantiza el fracaso absoluto si está despierto la noche anterior: “Además del decrecimiento de la capacidad de memorización fruto del cansancio, habría que sumarle los nervios y la irritabilidad que produce estar somnolientos”.
Estire las piernas. “Es fundamental hacer descansos”, aconseja Manes. El pedagogo añade: “Lo recomendable para aprovechar al máximo el tiempo de estudio es hacer tandas de entre 20 y 30 minutos, tras las cuales conviene descansar cinco minutos cambiando de actividad mental o física, por ejemplo, estirando las piernas”.
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