Diferentes estudios han demostrado que emociones como la felicidad, la violencia o el miedo se contagian entre las personas.
(CCM Salud) – Emociones como la felicidad, la tristeza, el miedo o el estrés se transmiten y se asimilan de forma involuntaria entre las personas. Esta es la conclusión de diferentes investigaciones y teorías a lo largo de los últimos años.
Las emociones simples como la alegría, la tristeza o la ira se transmiten, y por tanto, se imitan más fácilmente que emociones más complejas como la desgana o los celos, aunque todas “en principio tienen la misma facilidad para contagiarse o ser imitadas”, afirma el profesor José Martínez Selva, catedrático de Psicobiología de la Universidad de Murcia, según declaraciones recogidas por el diario El País.
Este comportamiento tiene un origen biológico. Cuando una persona ve a otra expresar una emoción se activan en ella tanto las neuronas que perciben las expresiones emocionales como las neuronas de los sistemas cerebrales que ponen en marcha la expresión de esta emoción. Gracias a este mecanismo el hombre puede sentir las emociones de las personas que están a su lado.
Así, una sola persona feliz es capaz de transmitir la dicha a cientos de personas, según los estudios del sociólogo Nicholas Christakis, de la Universidad de Yale, en Estados Unidos.
El miedo, la violencia o las enfermedades imaginarias pueden, por tanto, contagiarse. Según las investigaciones del sociólogo estadounidense especializado en histeria de masas, Robert Bartholomew, una persona puede propagar la sensación de padecer una enfermedad (aunque no sea real) y generar un trastorno colectivo.
El estrés también se contagia. En efecto, los compañeros de trabajo estresados y negativos trasmiten su malestar al resto de compañeros con las repercusiones que esto conlleva para la salud, de acuerdo a las investigaciones llevadas a cabo por los profesores Buchanan, Bagley, Stansfield y Preston de las universidades de St. Louis y de Michigan, en Estados Unidos.
(CCM Salud) – Emociones como la felicidad, la tristeza, el miedo o el estrés se transmiten y se asimilan de forma involuntaria entre las personas. Esta es la conclusión de diferentes investigaciones y teorías a lo largo de los últimos años.
Las emociones simples como la alegría, la tristeza o la ira se transmiten, y por tanto, se imitan más fácilmente que emociones más complejas como la desgana o los celos, aunque todas “en principio tienen la misma facilidad para contagiarse o ser imitadas”, afirma el profesor José Martínez Selva, catedrático de Psicobiología de la Universidad de Murcia, según declaraciones recogidas por el diario El País.
Este comportamiento tiene un origen biológico. Cuando una persona ve a otra expresar una emoción se activan en ella tanto las neuronas que perciben las expresiones emocionales como las neuronas de los sistemas cerebrales que ponen en marcha la expresión de esta emoción. Gracias a este mecanismo el hombre puede sentir las emociones de las personas que están a su lado.
Así, una sola persona feliz es capaz de transmitir la dicha a cientos de personas, según los estudios del sociólogo Nicholas Christakis, de la Universidad de Yale, en Estados Unidos.
El miedo, la violencia o las enfermedades imaginarias pueden, por tanto, contagiarse. Según las investigaciones del sociólogo estadounidense especializado en histeria de masas, Robert Bartholomew, una persona puede propagar la sensación de padecer una enfermedad (aunque no sea real) y generar un trastorno colectivo.
El estrés también se contagia. En efecto, los compañeros de trabajo estresados y negativos trasmiten su malestar al resto de compañeros con las repercusiones que esto conlleva para la salud, de acuerdo a las investigaciones llevadas a cabo por los profesores Buchanan, Bagley, Stansfield y Preston de las universidades de St. Louis y de Michigan, en Estados Unidos.
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