Un error frecuente de las lecturas apologéticas de la participación colectiva es olvidarse que en las redes también se tejen y construyen relaciones de poder, y que éstas pueden llegar a ser tan desiguales como las que existen en estructuras tradicionales. De hecho, vemos que la arquitectura de la red vive en una tensión constante por reproducir los mismos modelos de asimetrías de poder que se dan en la vida analógica, lo cual es bastante lógico porque internet no va a cambiar per se la naturaleza humana, ni va a curar nuestras carencias de fondo.
Al hilo de este escepticismo, algunos opinan que no es cierto que la Inteligencia Colectiva vaya a aplanar de forma significativa los mecanismos de toma de decisiones, ni que el poder se vaya a repartir siguiendo un patrón tan distribuido como se dice, sino que seguirá concentrado pero en manos de nuevas élites. Por lo pronto hay indicios de que siguen habiendo élites dentro de los mecanismos colectivos. Wikipedia es un ejemplo claro de eso, donde un grupo de editores disfruta de privilegios y de una capacidad de influencia muy superior a la de un contribuyente ordinario.
Pero, qué explica esa nueva concentración de poder en un sistema que pretende precisamente lo contrario. Según mi análisis, las élites afloran por el efecto combinado de tres factores:
- Desigualdad de participación
- Necesidad de concentrar la atención
- Requerimientos operativos de eficiencia y gestión.
Voy a examinar cada uno de estos puntos de forma independiente:
1.- Desigualdad de participación
La mayoría de las comunidades en red comparten una misma propiedad, y es la desigualdad en la distribución de la participación. El patrón que se repite se conoce como “Power Law” o “Ley de Potencias”, donde una gran mayoría participa poco, mientras que una exigua minoría aporta una cantidad desproporcionadamente alta de contenidos y actividad al sistema.
Esta tendencia recurrente a la concentración de la participación en un reducido porcentaje de personas contribuye lógicamente a visibilizar y ponderar a los más activos, creando las condiciones para que éstos ganen protagonismo e influencia en la comunidad.
De hecho, los sistemas de recomendación y filtrado colaborativo que funcionan en estas comunidades se suelen traducir, de facto, en un modo informal de gobernanza. A medida que los usuarios registrados van subiendo niveles dentro de la comunidad según su grado de actividad e implicación, van adquiriendo más privilegios como valorar contenidos de otros, taggear contenidos como destacados o usar herramientas de gestión de nivel superior. Cada nivel se asocia con más privilegios en la gestión del sistema, creándose así una relación directa entre reputación y gobernanza.
2.- Necesidad de concentrar la atención
Ya hemos hablado en este blog de la sobrecarga informativa que puede darse en colectivos muy numerosos, y la necesidad de filtrar contenidos para centrarse en lo más interesante. Cuando empieza la fase crítica de “agregar preferencias” para la toma de decisiones, se abre un tenso proceso de competencia por la atención que tiende a ser asimétrico, y no siempre optimiza. Según Aaron Shaw y Benjamin Mako Hill, varios estudios han puesto de relieve que en ese proceso de filtrado se producen bucles de retroalimentación basados en ventajas acumulativasque tienden a concentrar la atención en determinados grupos de individuos, lo que puede perpetuar distribuciones marcadamente desiguales de jerarquía e influencia, no siempre basadas en una sana meritocracia. Por ejemplo, cuando una comunidad tiene que decidir qué nuevo módulo hay que incluir en la próxima versión de un software o qué entrada borrar en un artículo de la Wikipedia, unos miembros tienen muchísimo más peso en la decisión que otros, no sólo por su autoridad técnica sino también porque parten con ventaja a la hora de captar la atención del resto.
Hugo Pardo retoma ideas de Barabasi para incidir en esa relación desigual que está en la base de estas comunidades. Lo explica así:
“La dinámica de la ciencia de las redes dificulta la visibilidad y por ende, la capacidad de influencia de los nodos más pequeños (…) La funcionalidad de Google, las etiquetas y el XML, entre otras tecnologías, pueden contribuir a cierto orden, aunque en muchos casos es la ilusión de un orden de los grandes nodos, relegando a la invisibilidad a los pequeños emisores críticos”.
Esto tiene que ver con el principio de “adjunción preferencial” (“preferential attachment”) propuesto por Barabasi que dice que dada la elección entre dos nodos, se elegirá enlazar con el nodo más conectado. Esta visión más realista de la arquitectura del Web como un espacio dominado por una pequeña cantidad de hubs muy enlazados ayuda a entender por qué cuesta tanto creer en la posibilidad de un ciberespacio igualitario.
3.- Requerimientos operativos de gestión
El aumento de participantes en una comunidad crea tensión en la operativa de la toma de decisiones. Puede resultar cada vez más complicado pretender consultar a todos siempre que haya que decidir algo, así que hay que buscar atajos que simplifiquen la gobernanza, y el mecanismo más utilizado es delegar en un pequeño grupo la responsabilidad de tomar esas decisiones, lo que allana el camino para la creación de élites dentro de la comunidad.
Un fascinante estudio realizado por Aaron Shaw y Benjamin Mako Hill utilizando datos de los procesos internos de más de 680 wikis, permitió recoger información empírica de la distribución de la participación y la influencia dentro de estas comunidades, constatando que el crecimiento de miembros tendía a generar más evidencias de concentración de poder, concluyendo los autores que también en los proyectos P2P se cumple la famosa Ley de Hierro de la Oligarquía(“The Iron law of oligarchy”) enunciada en 1911 por el sociólogo alemán Robert Michels. Según esa ley, siempre gobernará una minoría. Para él, el gobierno de las élites es inevitable en cualquier organización, por muy idealista y democrática que pretenda ser, porque a medida que crece se vuelve más burocrática, y eso conduce necesariamente a comportamientos oligárquicos.
Shaw y Mako Hill destacan en su estudio, como una paradoja de los procesos participativos, que muchos proyectos de producción entre pares “exhiben profundas desigualdades de participación, lo que sugiere que no pueden cumplir con los ideales democráticos“. Por ejemplo,comunidades como las de Linux y Ubuntu son “explícitamente antidemocráticas” dado que basan en buena medida su funcionamiento en la figura de “dictadores benevolentes”. Según estos investigadores, esos individuos que consiguen más influencia y más autoridad tienden a acomodarse y a cultivar una fascinación por el poder (aunque sea informal) que les puede inclinar a tomar decisiones que busquen proteger sus propios intereses, esos privilegios de élite, en vez de representar la voluntad del colectivo al que se supone deben servir.
Todo esto sugiere que la gobernanza y participación en comunidades P2P responde a una realidad mucho más compleja y ambivalente que la descrita por la narrativa más optimista que asegura la naturaleza no jerárquica de estas iniciativas. Y a pesar del tono pesimista de este post, el gran Douglas Rushkoff aporta una noticia positiva que quizás nos tranquilice:
“Si uno mira bien quiénes ganan estatus e influencia en estas plataformas de colaboración online, se da cuenta que en la mayoría de los casos se trata de un proceso mucho más cercano a la meritocracia que el que seguimos para ganarnos un título de postgrado”.
El mensaje más valioso de estos estudios es que no hay que dar por sentado el carácter democrático y participativo de las iniciativas P2P. Lo que hay que hacer es estudiar caso a caso.
Nota: La imagen del post pertenece al album de Jurek d.
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