"En las últimas décadas algunos afortunados hemos reconocido el peligro de vivir en medio del exceso de comida (obesidad y diabetes) y hemos comenzado a cambiar nuestra dieta. Pero la mayoría aún no entendemos que las noticias son para nuestra mente lo que el azúcar es para nuestro cuerpo" —Rolf Dobelli
Durante la historia del Planeta Tierra, ninguna otra especie ha logrado pasar de la insignificancia a la cima de la cadena alimenticia tan rápido como lo hemos hecho nosotros, los seres humanos.
La mayor parte de nuestra historia evolutiva no fuimos una especie muy exitosa. A duras penas nos apañábamos para sobrevivir.
Éramos un animal como cualquier otro. Del montón. Nada hacía presagiar nuestro vertiginoso ascenso.
La capacidad de multiplicación de una especie es una muestra de su éxito evolutivo. La nuestra no era nada sobresaliente. El número de humanos era relativamente bajo, a penas unos cientos de miles.
Sin embargo, las cosas cambiaron. Y de forma tan rápida que a los científicos les es difícil explicar las causas. En un pestañear pasamos de ser irrelevantes a ser los reyes del mambo.
Hoy somos la especie más dominante y abundante del planeta, y tenemos el poder suficiente para imponer nuestra voluntad sobre todas las demás.
No obstante, este rápido ascenso a la cima del poder trajo como consecuencia que no nos hayamos adaptado lo suficiente a la nueva condición de capos. Nuestro comportamiento es muy distinto al de otros animales (como por ejemplo el león o el tiburón) que han sido poderosos durante un mayor número de (millones) de años.
El león camina por la llanura africana majestuoso y tranquilo. Sabe que no tiene que temerle a nada. Nosotros, en cambio, nos parecemos más a gallinitas asustadas que, mientras comen, levantan todo el tiempo la cabeza para que no las coja por sorpresa algún depredador de poca monta.
A pesar de nuestro poderío actual, seguimos viendo peligro en todas partes. Tenemos la fastidiosa tendencia a fijarnos más en lo negativo que en lo positivo.
En la llanura africana esto era muy útil. Si estábamos mirando un hermoso atardecer, y de repente aparecía una serpiente, era más conveniente dejar de ver el atardecer y concentrarnos en la serpiente.
Este sesgo hacia lo negativo lo conocen de sobra los medios de información y lo utilizan para capturar nuestra atención. Esa es la razón por la cual la abrumadora mayoría de noticias que se emiten o publican son negativas.
“Good news, no news” (las buenas noticias, no son noticias) es una frase común dentro de las salas de redacción.
Contra esta tendencia a ponderar las catástrofes nos advierte el filósofo y escritor Alain de Botton:
La mayor parte de nuestra historia evolutiva no fuimos una especie muy exitosa. A duras penas nos apañábamos para sobrevivir.
Éramos un animal como cualquier otro. Del montón. Nada hacía presagiar nuestro vertiginoso ascenso.
La capacidad de multiplicación de una especie es una muestra de su éxito evolutivo. La nuestra no era nada sobresaliente. El número de humanos era relativamente bajo, a penas unos cientos de miles.
Sin embargo, las cosas cambiaron. Y de forma tan rápida que a los científicos les es difícil explicar las causas. En un pestañear pasamos de ser irrelevantes a ser los reyes del mambo.
Hoy somos la especie más dominante y abundante del planeta, y tenemos el poder suficiente para imponer nuestra voluntad sobre todas las demás.
No obstante, este rápido ascenso a la cima del poder trajo como consecuencia que no nos hayamos adaptado lo suficiente a la nueva condición de capos. Nuestro comportamiento es muy distinto al de otros animales (como por ejemplo el león o el tiburón) que han sido poderosos durante un mayor número de (millones) de años.
El león camina por la llanura africana majestuoso y tranquilo. Sabe que no tiene que temerle a nada. Nosotros, en cambio, nos parecemos más a gallinitas asustadas que, mientras comen, levantan todo el tiempo la cabeza para que no las coja por sorpresa algún depredador de poca monta.
A pesar de nuestro poderío actual, seguimos viendo peligro en todas partes. Tenemos la fastidiosa tendencia a fijarnos más en lo negativo que en lo positivo.
En la llanura africana esto era muy útil. Si estábamos mirando un hermoso atardecer, y de repente aparecía una serpiente, era más conveniente dejar de ver el atardecer y concentrarnos en la serpiente.
Este sesgo hacia lo negativo lo conocen de sobra los medios de información y lo utilizan para capturar nuestra atención. Esa es la razón por la cual la abrumadora mayoría de noticias que se emiten o publican son negativas.
“Good news, no news” (las buenas noticias, no son noticias) es una frase común dentro de las salas de redacción.
Contra esta tendencia a ponderar las catástrofes nos advierte el filósofo y escritor Alain de Botton:
Recuerde siempre que las noticias, en todo momento, están tratando de asustarlo. Eso es malo para nosotros, pero muy bueno para las empresas de noticias: la manera más fácil de tener audiencia es alarmando a la gente.
No es que en el mundo no pasen cosas malas, pasan, claro que si. Pero su proporción con respecto a las cosas buenas que pasan, es mucho menor de lo que las noticias nos hacen creer.
El énfasis que ponen los medios de comunicación en las tragedias, hace que tengamos una visión distorsionada del mundo, mucho más pesimista.
Solo basta darse una vuelta por el vecindario, pasarse por el bar, para darnos cuenta de que la inmensa mayoría de las personas son buenas y amables. Aman a sus familias y trabajan honradamente para sacarlos adelante. Pero eso no es noticia. Que un hombre ame a su esposa no sale en las portadas. Si la mata, si.
Resulta que los seres humanos nos estamos volviendo más decentes y buenos. Sin embargo, la constante exposición a lo peor de nuestra naturaleza, nos hace creer que es lo contrario, que empeoramos.
Las estadísticas son claras, la violencia está disminuyendo año tras año. Cada vez mueren menos personas en el mundo por causas violentas.
Hoy conflictos a gran escala como la Segunda Guerra Mundial son improbables. A pesar del terrorismo, nunca antes el mundo había estado tan en paz como en los últimos setenta años.
Es cierto que todavía tenemos un largo camino por recorrer, no somos ningunos angelitos, pero también es cierto que mejoramos. Algo que los medios, en su afán de vender anuncios, no nos cuentan.
El problema con esta visión distorsionada del mundo que nos presentan los medios, es que tiene consecuencias sobre nuestra mente y cuerpo. Esto escribe Rolf Dobelli, autor del libro‘El Arte de Pensar Claramente’:
El énfasis que ponen los medios de comunicación en las tragedias, hace que tengamos una visión distorsionada del mundo, mucho más pesimista.
Solo basta darse una vuelta por el vecindario, pasarse por el bar, para darnos cuenta de que la inmensa mayoría de las personas son buenas y amables. Aman a sus familias y trabajan honradamente para sacarlos adelante. Pero eso no es noticia. Que un hombre ame a su esposa no sale en las portadas. Si la mata, si.
Resulta que los seres humanos nos estamos volviendo más decentes y buenos. Sin embargo, la constante exposición a lo peor de nuestra naturaleza, nos hace creer que es lo contrario, que empeoramos.
Las estadísticas son claras, la violencia está disminuyendo año tras año. Cada vez mueren menos personas en el mundo por causas violentas.
Hoy conflictos a gran escala como la Segunda Guerra Mundial son improbables. A pesar del terrorismo, nunca antes el mundo había estado tan en paz como en los últimos setenta años.
Es cierto que todavía tenemos un largo camino por recorrer, no somos ningunos angelitos, pero también es cierto que mejoramos. Algo que los medios, en su afán de vender anuncios, no nos cuentan.
El problema con esta visión distorsionada del mundo que nos presentan los medios, es que tiene consecuencias sobre nuestra mente y cuerpo. Esto escribe Rolf Dobelli, autor del libro‘El Arte de Pensar Claramente’:
Las noticias son tóxicas para el cuerpo. Activan constantemente el sistema límbico. Las historias atemorizantes estimulan la liberación de cascadas de glucocorticoides (cortisol). Este descontrola el sistema inmunológico e inhibe la liberación de la hormona del crecimiento. En otras palabras, su cuerpo se encuentra en un estado de estrés crónico. Los altos niveles de glucocorticoides causan deterioro de la digestión, falta de crecimiento (célula, pelo, hueso), nerviosismo y susceptibilidad a las infecciones. Los otros efectos secundarios potenciales incluyen el miedo, agresividad, visión de túnel y falta de sensibilidad.
[...]
Las noticias [también] asesinan la creatividad... No conozco una sola mente verdaderamente creativa que sea adicta a las noticias, ningún un escritor, compositor, matemático, médico, científico, músico, diseñador, arquitecto o pintor. Por otra parte, conozco a un montón de mentes carentes de creatividad que consumen noticias como drogas. Si quieres llegar a las mismas soluciones de siempre, lee las noticias. Si está buscando soluciones innovadoras, no lo hagas.
Ahora bien, estarás pensando que las noticias son necesarias para estar informado. No lo son. Cuando ocurre algo de veras importante, seguro te enteras por un vecino o un compañero de trabajo, sin tener que desperdiciar tiempo valioso pegado a la tele.
Además, los noticieros presentan los hechos en pequeñas dosis sin contexto ni análisis. Así es muy difícil formarse una opinión.
Si de verdad quieres estar informado y poder opinar con propiedad, resulta mucho mejor leer un libro del tema que te interese, el capitalismo, la política, el medio ambiente, el que sea. En los libros encontrarás todo lo que no encuentras en las noticias, el análisis de las causas de un fenómeno, el contexto, las posibles soluciones, etc.
Renunciar a ver o leer las noticias ha liberado una enorme cantidad de tiempo que puedo usar para consumir contenido que de verdad nutra mi mente, en lugar de intoxicarme con lo peor de nuestra condición.
Ahora dedico mi tiempo a contenido que me inspire y que me abra la puerta a nuevas oportunidades. Las buenas noticias son la noticia.
Además, los noticieros presentan los hechos en pequeñas dosis sin contexto ni análisis. Así es muy difícil formarse una opinión.
Si de verdad quieres estar informado y poder opinar con propiedad, resulta mucho mejor leer un libro del tema que te interese, el capitalismo, la política, el medio ambiente, el que sea. En los libros encontrarás todo lo que no encuentras en las noticias, el análisis de las causas de un fenómeno, el contexto, las posibles soluciones, etc.
Renunciar a ver o leer las noticias ha liberado una enorme cantidad de tiempo que puedo usar para consumir contenido que de verdad nutra mi mente, en lugar de intoxicarme con lo peor de nuestra condición.
Ahora dedico mi tiempo a contenido que me inspire y que me abra la puerta a nuevas oportunidades. Las buenas noticias son la noticia.
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