He vivido muchos años con el rencor recorriendo mis venas. No estoy diciendo que ya no lo sienta. Sí, tengo momentos en los que lo vuelvo a sentir, como si fuera la primera vez.
Me decía mucha gente que tenía que olvidar. Que no me hacía nada bien, vivir con esos pensamientos.
No les hacía caso. Pensaba que viviendo con el rencor junto a mí, mi ego sería restituido. Sentía que me habían hecho daño, y quería que me pidieran perdón, que vieran como me sentía y que me tuvieran que ver desde otra perspectiva, desde la mía.
Casi casi, cuando vivimos con esta sensación, lo mínimo desearíamos que se pusieran de rodillas y nos pidieran perdón, como a los antiguos faraones. ¿A qué desearíamos eso?
Pero pasaba el tiempo, y eso no ocurría. Y sin embargo, mi rencor seguía aumentando hasta niveles inimaginables.
En un periodo como la juventud, en la que debemos tener como compañeros de viaje, la ilusión, la confianza, autoestima, yo estaba acompañado por el rencor.
Se habla mucho del rencor, pero realmente ¿QUÉ SIGNIFICA?
“Es el resentimiento que tenemos hacia una persona o causa por la que nos sentimos ofendido o dañados”.
Es decir, una emoción poco útil en cualquier ámbito de nuestra vida.
SI estamos viviendo en el rencor, nos estamos focalizando, en cosas que han ocurrido hace tiempo y quizá años. ¿Y qué ha pasado durante todos esos años? Que nos estamos perdiendo oportunidades de felicidad, de éxito, de vivir, que obviamos, todo por el rencor.
Nos perdemos presentes, oportunidades, por seguir pensando que nos merecemos una disculpa.
Queremos vivir en libertad, haciendo lo que sentimos que tenemos que hacer, pero lo que hacemos es vivir preso de una emoción que nos está intoxicando.
Todos hemos tenido rencor en algún momento, al profesor que nos ha suspendido a pesar de sentir que habíamos estudiado mucho, a esa chica que nos dejó por otro más feo o nos puso los cuernos, o ese amigo que nos sentimos “apuñalados” por la espalda con su actitud…
TODOS HEMOS SENTIDO EL RENCOR o LO ESTAMOS SINTIENDO AHORA.
El rencor nos desequilibra, nos impide disfrutar de la vida.
Parecemos como un toro saliendo de toriles. Solo vamos directos a esa persona, a embestirla y hacerle cuanto más daño , MEJOR.
La rabia, agresividad, “mala uva” aparecen de repente en nuestra vida, sólo por ver a esa persona de nuevo.
Ese rencor, en muchos de los casos, ha ido aumentando por no hablar con la otra persona.
NO HABLAMOS. Por mucho que nos digan, NO HABLAMOS.
Nos da miedo mostrar lo que sentimos, pensamos o queremos. Eso de desnudarnos ante los demás, es considerado de “sensiblones”. Por eso es mejor, sentir la venganza, un plato que se sirve frio. Eso gusta más.
¡¡ASÍ NOS VA!!.
Y ya no hablamos del perdón. “Eso es de fanáticos de religiones, yo no perdono. Hasta que no lo vea sufrir como él me lo ha hecho a mí, no pienso parar”. Pensaremos que es una frase dura, pero es una frase muy habitual en esta sociedad.
Me gusta que se hable mucho de la paz, pero en el fondo, lo que nos gusta, es la Guerra. SEAMOS CLAROS…Empecemos por ahí, por ser coherentes con nosotros mismos, y esa sociedad que a todos se nos llena la boca, se hará realidad. Mientras tanto, somos unos hipócritas.
Nuestra vida, no puede depender de las emociones que nos provoquen los demás. Nuestra vida, se forma por las emociones que nosotros sentimos, desde nuestro interior, hacia el exterior, no al revés.
Nuestra vida depende de nosotros, no de los demás.
Tú no eres un juez que vas impartiendo justicia en función de lo que te hacen sentir los demás o te deberían haber hecho sentir. Tú no eres quien para juzgar a nadie, porque quizá lo que hizo fue sin ninguna intención, y por lo que TÚ crees, que no era así, está sucediendo todo eso.
¡¡COMUNICACIÓN y nos ahorraríamos muchos problemas!!
La impulsividad en algún momento de la vida, es algo importante y necesario. Pero de vez en cuando es mejor pararse, preguntar y dependiendo de lo analizado, actuar. Pero antes, comunicación.
El darme cuenta que la otra persona había actuado en función de sus creencias, de cómo le habían enseñado, me hizo darme cuenta que no lo hacía con mala intención, sino que era así.
El pararnos, comunicarnos de verdad y escuchar a la otra persona, aumenta nuestra empatía. El darnos cuenta de porque la persona lo ha hecho y para qué pensaba lo hacía, con resultados totalmente diferentes, en ocasiones. Pero nos ayudará el entenderlo y tener más herramientas para próximas ocasiones.
Más comunicación y seremos más empáticos.
Pensaba que no me merecía lo que me estaba pasando, lo que había ocurrido. Gritaba a los 4 vientos lo injusta que era la vida conmigo. No quería aceptarlo. Pero es que el mundo, no siempre es como uno quiere. QUIERAS O NO.
Y actué como un niño pequeño. Eso de la aceptación no iba conmigo, quería VENGANZA. Lo reconozco y también sigo diciendo, que no estoy “curado” del todo. Pero todo empezó a cambiar, cuando reconocí lo que sentía hablando con la persona en cuestión.
Si sientes Rencor:
.- Antes de dejarte llevar por la Ira y la Venganza, COMUNICATE CON LA OTRA PERSONA. Te ahorrarás muchos problemas.
.- ESCUCHA de verdad, entenderás PORQUE lo ha hecho y cuál era su INTENCIÓN. Lo entenderás y seguramente te ahorraras problemas.
.- Si no puedes hablar con esa persona… ¿ME PUEDES DECIR QUÉ GANAS AÚN CON EL RENCOR EN TU VIDA?¿Te van a dar un piso por haber superado tanto tiempo? ¡¡NO CREO!!. Acepta lo que paso y perdónate. La vida sigue y mientras sigas así, te estás perdiendo muchas cosas.
Párate, acepta la situación, dale las gracias por todo lo aprendido y sigue adelante.
Nunca vas a poder volver al pasado.
Tú tienes el poder de restituir “eso” que sientes que te han dañado.
¡¡OLVIDA. No olvidar es rencor!! ¿Qué vas a hacer con tu Rencor?
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