Hemos hablado de ello por activa y por pasiva pero no está de más aclarar este concepto referido a la interconexión de objetos cotidianos a través de la Red.
De el Internet de las cosas hemos hablado largo y tendido en TICbeat, incluso a finales del pasado 2015 os contábamos cómo muchas de las tendencias que comenzaron a surgir en los últimos años parecen haber despegado definitivamente con algunos proyectos más que interesantes. Por otro lado, diferentes estudios apuntan que la tendencia es de lo más positiva para los próximos años, como este informe de Gartner que afirma que en 2016 habrá 6.400 millones de dispositivos conectados (un 30% más que el año pasado) o este otro de IDC que calcula que el Internet de las Cosas moverá más de un billón de euros en 2019.
Lo que está claro es que, más tarde o más temprano, el Internet de las Cosas va a cambiar nuestro mundo, revolucionar la forma en que entendemos la comunicación entre objetos y modificar el funcionamiento de las ciudades (sobre todo en lo referido a los servicios como el transporte). No en vano, Internet of things (IoT) se refiere a la interconexión digital de todo tipo de objetos cotidianos a través de la Red.
Todo conectado
Es decir, la idea detrás del Internet of things es que la Red llegue a todo tipo de cosas, no solamente a dispositivos electrónicos como smartphones, tablets, portátiles, televisiones, etc. que hoy día ya se conectan de forma habitual. Y tampoco se limitaría a electrodomésticos como lavadoras, hornos o frigoríficos con conexión (normalmente para que el usuario los gestione vía app de su teléfono), cosas que ya hemos visto en los últimos años.
El IoT va mucho más allá, entendiendo que TODO esté conectado, y que todo aparato, electrónico o no, sea capaz de tener una dirección IP que lo identifique y de esta manera conectarse a Internet de diferentes formas. Así, imaginemos que todos los aparatos de nuestra casa están conectados y todos los objetos equipados con dispositivos de identificación (RFID, códigos QR…). Gracias a ello podríamos saber qué está encendido o apagado en cada momento, qué alimentos hay en nuestra nevera y qué hay que comprar. En el supermercado a su vez, no existirían cosas fuera de stock ni carencia de productos y se evitaría que los productos caducaran antes de ser consumidos. A nivel global, se podría saber exactamente la ubicación de productos en todo el mundo, cómo se consumen y cómo se compran.
Con el Internet de las cosas todos los dispositivos se volverían inteligentes siendo capaces de enviar y recibir información de todo tipo. Esta información sería procesada en la nube donde se interpretarían las enormes cantidades de datos (de ahí lo de big data) generadas y al tiempo se compartiría la información en tiempo real y a través de sistemas expertos. Según la Wikipedia, el Internet de las cosas debería codificar de 50 a 100.000 billones de objetos y seguir el movimiento de éstos; se calcula que todo ser humano está rodeado de por lo menos 1.000 a 5.000 objetos. Según Gartner, en 2020 habrá en el mundo aproximadamente 26 mil millones de dispositivos con un sistema de adaptación al Internet de las cosas. Por otro lado, Abi Research asegura que para el mismo año existirán 30 mil millones de dispositivos inalámbricos conectados al Internet.
¿Cuándo surgió el término?
La idea del IoT no es ni mucho menos nueva. Ya hace más de 30 años que se viene hablando de hacer un poco más interactivos todos los objetos de uso cotidiano, algo que se ha llevado a la práctica de forma bastante avanzada en campos como la domótica. Así, lo que hasta hace unos años se denominaba la casa del futuro y el hogar conectado, ahora entra de lleno en el mundo del Internet de las cosas.
Pero el concepto de Internet of things fue específicamente propuesto por Kevin Ashton, como título de una conferencia que este científico británico realizó en 1999 para hablar de las investigaciones que el grupo Auto-ID Center del Instituto Tecnológico de Massachusetts estaba llevando a cabo en el campo de los sensores y la identificación por radiofrecuencia en red (RFID).
Unos años después, la ITU (International Telecommunication Union) perteneciente a las Naciones Unidas hizo público el primer estudio sobre el Internet de las cosas en el que se afirmaba que se había abierto una nueva dimensión en el mundo de las tecnologías de información y la comunicación (TIC) con la creación de un mundo en Red con dispositivos interconectados que proporcionan contenido e información fuera cual fuera la ubicación del usuario. “Todo, desde los neumáticos a cepillos de dientes estará en el rango de comunicaciones, anunciando el comienzo de una nueva era, una en la que la actual Internet (de datos y personas) da paso a la Internet del mañana, el de las cosas”.
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