Érase una vez un pescador que sentado en la playa esperaba que algún pez picara su señuelo.
Súbitamente, el pescador observó que algo muy brillante se mecía entre la arena movido por el ir y venir de las rocas. Soltó su caña de pescar, se arrodilló y rescató de entre la arena lo que parecía una vieja y bonita lámpara de aceite. Al tomarla entre sus manos la empezó a acariciar. Súbitamente y para su sorpresa, un inmenso genio de aspecto anciano y bondadoso apareció ante él.
El genio, liberado de su lámpara, le dijo al pescador:
- "Pide tres deseos y yo te los concederé. ¿Cuál es tu primer deseo?"
Tras meditarlo un rato, el pescador dijo: "Me gustaría que me hicieses lo bastante inteligente como para hacer una elección perfecta de los otros dos deseos".
- "¡Hecho!" –respondió el genio–. "Y, ahora, ¿cuáles son tus otros deseos?"
El pescador meditó de nuevo durante un momento, y contestó:
- "Gracias. No tengo más deseos.”
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
***
Que tengáis una plácida semana.
Besos y abrazos,
Álex
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