“La verdadera felicidad es... disfrutar el presente, sin ansiosa dependencia del futuro”
—Séneca
¿Por qué la práctica de gratitud es una herramienta tan poderosa para avivar nuestra felicidad? Porque tenemos la tendencia a dar por garantizadas muchas de las cosas buenas que hay en nuestra vida. Nos acostumbramos a su presencia permanente y dejamos de valorarlas como es debido.
La práctica de gratitud nos hace volver los ojos hacia esas bendiciones ignoradas, permitiendo que, de nuevo, apreciamos toda la alegría que traen a nuestra vida.
Aunque algunos tengan (mucho) más y otros (mucho) menos, si estas leyendo esto casi con seguridad cuentas con agua corriente, un lugar donde dormir, alimentos, antibióticos y, bueno… ¡internet! Hoy vivimos con unas comodidades que hasta hace poco más de un siglo ¡ni siquiera los reyes disponían! Para ellos nuestro comfort serían como una fantasía.
Pero en lugar de estar contentos y agradecidos por toda la abundancia que ya está presente en nuestras vidas, con frecuencia andamos frustrados y afligidos por aquello que deseamos y todavía no tenemos.
Dentro de las herramientas filosóficas de los estoicos, existe un ejercicio quizá aún más potente que la gratitud y que es... bueno… ¡más estoico! Se llama: Visualización Negativa.
La visualización negativa consiste en imaginar que nos ocurren las peores tragedias: pérdida de seres queridos, ruina, enfermedad, desprestigio… Según los estoicos, este ejercicio, al igual que la gratitud, nos obliga a tomar consciencia de lo que hoy tenemos y de lo afortunados que somos por ello.
Si un día, por un golpe del destino lo perdiéramos todo, con seguridad que echaríamos de menos a las personas y cosas de las cuales disfrutamos. Apreciar lo que tenemos, en lugar de andar preocupados por lo que no, como una casa más grande, un teléfono más inteligente o un coche más lujoso, es una fórmula segura para aumentar nuestra satisfacción con la vida.
Epicteto, por ejemplo, para poner en práctica la visualización negativa, aconseja que en la mañana, al despertar, cuando veas a tus hijos, esposa o padres, pienses: ‘hoy puede ser el último día que los veo, quizá mañana no estén’. Ser consciente de la mortalidad de nuestros seres queridos, entender que su presencia no nos está garantizada nos hace apreciarlos más.
William Braxton, en su libro AGuide to the Good Life: The Ancient Art of Stoic Joy, explica así el ejercicio propuesto por Epicteto:
La práctica de gratitud nos hace volver los ojos hacia esas bendiciones ignoradas, permitiendo que, de nuevo, apreciamos toda la alegría que traen a nuestra vida.
Aunque algunos tengan (mucho) más y otros (mucho) menos, si estas leyendo esto casi con seguridad cuentas con agua corriente, un lugar donde dormir, alimentos, antibióticos y, bueno… ¡internet! Hoy vivimos con unas comodidades que hasta hace poco más de un siglo ¡ni siquiera los reyes disponían! Para ellos nuestro comfort serían como una fantasía.
Pero en lugar de estar contentos y agradecidos por toda la abundancia que ya está presente en nuestras vidas, con frecuencia andamos frustrados y afligidos por aquello que deseamos y todavía no tenemos.
Dentro de las herramientas filosóficas de los estoicos, existe un ejercicio quizá aún más potente que la gratitud y que es... bueno… ¡más estoico! Se llama: Visualización Negativa.
La visualización negativa consiste en imaginar que nos ocurren las peores tragedias: pérdida de seres queridos, ruina, enfermedad, desprestigio… Según los estoicos, este ejercicio, al igual que la gratitud, nos obliga a tomar consciencia de lo que hoy tenemos y de lo afortunados que somos por ello.
Si un día, por un golpe del destino lo perdiéramos todo, con seguridad que echaríamos de menos a las personas y cosas de las cuales disfrutamos. Apreciar lo que tenemos, en lugar de andar preocupados por lo que no, como una casa más grande, un teléfono más inteligente o un coche más lujoso, es una fórmula segura para aumentar nuestra satisfacción con la vida.
Epicteto, por ejemplo, para poner en práctica la visualización negativa, aconseja que en la mañana, al despertar, cuando veas a tus hijos, esposa o padres, pienses: ‘hoy puede ser el último día que los veo, quizá mañana no estén’. Ser consciente de la mortalidad de nuestros seres queridos, entender que su presencia no nos está garantizada nos hace apreciarlos más.
William Braxton, en su libro AGuide to the Good Life: The Ancient Art of Stoic Joy, explica así el ejercicio propuesto por Epicteto:
Para entender cómo imaginar la muerte de un hijo puede hacernos apreciarlo más, considere a dos padres. El primero toma el consejo de Epicteto y periódicamente reflexiona sobre la mortalidad de su hijo.
El segundo se niega a considerar tales pensamientos pesimistas. En lugar de ello, asume que su niño o niña vivirá más que él y que siempre estará a su lado para disfrutarlo. El primer padre es casi seguro que será más atento y cariñoso que el segundo. Cuando ve a su hija a primera hora de la mañana, estará contento de que ella todavía sea parte de su vida, y durante el día que va a sacar el máximo provecho de las oportunidades que tenga para interactuar con ella. El segundo padre, por el contrario, será poco probable que experimente una oleada de placer al encontrar a su hijo en la mañana. De hecho, él podría incluso no levantar la vista del periódico al percibir su presencia en la habitación. Durante el día, dejará de aprovechar las oportunidades para interactuar con el, convencido de que tales interacciones se pueden dejar para mañana. Y cuando finalmente se decide a interactuar con él, el placer que obtiene de su compañía no será tan profundo, puede uno suponer, como el placer que el primer padre disfruta de tales interacciones.
Uno de los arrepentimientos más frecuentes entre las personas es no haber demostrado todo el cariño a sus seres queridos mientras estaban vivos. Cuando interactuamos con ellos sabiendo que en cualquier momento podrían no estar, es difícil que ese arrepentimiento nos ocurra, pues mientras estuvimos a su lado hicimos de ellos nuestra prioridad.
Otra de las bondades de La visualización negativa es que también nos ayuda a ser conscientes de que nadie está exento de un cambio de fortuna. Cualquier persona puede sufrir en cualquier momento una gran tragedia. Entender esto evitará que la desgracia nos coja por sorpresa. El hombre preparado —afirma Séneca—, el que sabe que la calamidad puede estar a la vuelta de la esquina, no la teme:
Otra de las bondades de La visualización negativa es que también nos ayuda a ser conscientes de que nadie está exento de un cambio de fortuna. Cualquier persona puede sufrir en cualquier momento una gran tragedia. Entender esto evitará que la desgracia nos coja por sorpresa. El hombre preparado —afirma Séneca—, el que sabe que la calamidad puede estar a la vuelta de la esquina, no la teme:
Ni tiene por qué temerla… [El que] prevé que puede suceder todo cuanto puede venir, suavizará el ímpetu de todos los males, que no traen nada nuevo a los que están preparados y esperándolos, y se hacen pesados sólo a los que se creen seguros y esperan solamente felicidad. Existen la enfermedad, el cautiverio, la ruina, el fuego; ninguna de estas cosas es repentina: ya sabía yo en qué revoltoso hospedaje me encerró la naturaleza.
¿Y me he de sorprender que alguna vez se me acerquen los peligros que siempre anduvieron dando vueltas en torno de mí?... A todo el mundo puede suceder lo que le sucede a alguno.
El que se grabe esto hasta la médula y entendiera que todos los males ajenos, cuya abundancia todos los días es tan copiosa, tienen tan libre el camino a los demás como a él mismo, estará armado mucho antes de que le ataquen; es tardío que el ánimo se prepare a sufrir los peligros después que hayan llegado.
Ya sea que practiques gratitud o Visualización Negativa, lo importante es entender que la felicidad que hay en tu vida no está garantizada y por eso es mucho más sabio disfrutar de ellahoy, no mañana.
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