Universidades de primer nivel que fomentan la participación del entorno empresarial; expertos en tecnología que han lanzado, al menos, una empresa; 'smart money' que aporta, además, contactos;y una cultura que no le teme al fracaso son los mimbres que han hecho de Palo Alto la cuna del emprendimiento. Pero, ¿tiene una cara B? Y lo más importante, ¿se puede llegar a imitar su éxito?
Silicon Valley es un ecosistema muy exclusivo en el que es muy difícil entrar, se necesitan contactos
En el número 367 de Addison Avenue (Palo Alto) se encerraron William Hewlett y David Packard, dos compañeros de clase de la Universidad de Stanford, para experimentar con dispositivos electrónicos. Era el año 1938. Sólo unos meses después, estos dos jóvenes lanzarían al mercado su empresa bautizada con sus apellidos, que hoy cuenta con una capitalización bursátil de más de 20.000 millones de dólares. En el garaje de la casa en la que se gestó esta multinacional cuelga un cartel que reza: 'Lugar de nacimiento de Silicon Valley'. Es aquí donde, dicen, comenzó la leyenda. Y es así porque, según aseguran los expertos consultados, los esfuerzos por imitar este ecosistema están condenados al fracaso. Nacerán otros espacios para la innovación, pero nunca serán Silicon Valley.
Aquella región, que abarca desde Menlo Park hasta San José, se había planteado en su día para alojar las fábricas de semiconductores y chips de silicio -de ahí su nombre-. Pero las ganas de jugar con la tecnología y la inestimable ayuda de Frederick Terman, profesor de Stanford que estableció un programa para incentivar a los estudiantes graduados a quedarse allí proveyéndoles de capital riesgo, la convirtió en lo que es hoy:la meca de lasstart up.
Factores
A finales de la década de 1960, en plena efervescencia de la cultura hippie, Silicon Valley era un lugar repleto de compañías de semiconductores que abastecían a las empresas de computadoras. Era un espacio industrial y aún barato, en el que, además, se respiraba cierto aire de libertad gracias a la universidad que alentaba el conocimiento y las ganas de hacer las cosas de manera diferente. Comenzaba a cocerse un caldo de cultivo que, décadas después, daría lugar a las grandes multinacionales que todos conocemos: Apple, Tesla, Google o Facebook, por citar sólo cuatro.
Imitar el modelo de éxito de Palo Alto es inútil. Lo inteligente es usarlo como inspiración
Pero una receta para chuparse los dedos no sólo requiere un tiempo de cocción, también los elementos necesarios que, mezclados de una manera determinada, den lugar al plato perfecto. La universidad, la red de contactos, el mundo corporativo, los fondos de capital riesgo, el talento y la oportunidad son algunos de los ingredientes que han proporcionado el éxito a Silicon Valley. Todo ello regado con una cultura que no le teme al fracaso. Es más, la mayoría de los que emprenden en la zona sur del área de la Bahía de San Francisco ha fallado con sus proyectos. "Lo normal es fracasar o no conseguir crecer", desvela Ricardo Pérez, profesor de innovación digital y sistemas de información de IE Business, "algo que no está tan penalizado como en nuestro país".
"El sistema en España no ayuda mucho a levantarse tras un fracaso, ni moral ni económicamente", subraya Eneko Knörr, CEO y fundador de Ludei, que ha vivido cinco años en San Francisco. Una situación que, sin embargo, está cambiando un poco, ya que "los inversores cada vez son más profesionales y si un emprendedor fracasa por motivos ajenos a sus actuaciones y a pesar de haber puesto todos sus esfuerzos en la compañía, volverán a poner dinero en él. Una actitud que allana un poco el camino, pero que todavía queda lejos del comportamiento de los financiadores en Estados Unidos que prefieren invertir en alguien que ya haya fracasado porque ese golpe ya lo ha pagado con el dinero de otro", sentencia Knörr.
Además, y según indica Ricardo Pérez, fracasar no equivale a quedarse sin nada. En Silicon Valley es posible fallar, cerrar tu start up y lograr otro puesto en otra compañía o comenzar una aventura empresarial nueva. Eso sí, antes tienes que llegar a entrar. Algo muy difícil.
En Israel, con una inversión per cápita de 140 dólares por habitante, nacen dos 'start up' al día
"Silicon Valley, al contrario de la imagen que puede dar desde fuera, es un sistema muy cerrado. Se acoge bien a los extranjeros, pero eso no quita que al final su ecosistema sea un poco exclusivo. Es cierto que te puedes encontrar en cafeterías con personalidades del mundo emprendedor, pero no es tan fácil hablar con ellas. Una persona de fuera del valle lo tiene más difícil para conseguir inversión y para que su empresa tenga éxito allí. Se tardan años y mucho trabajo en construir una buena red de contactos, y hasta que no has demostrado tu valía, pues el sistema también es muy meritocrático, no podrás entrar", advierte el CEO de Ludei.
¿Replicar el modelo?
"Muchos gobiernos de todo el mundo han dedicado recursos a estudiar el modelo e intentar replicarlo", recuerda Eneko Knörr. "Todos han fallado. Silicon Valley no se creó en un día. Son décadas enteras. Un Gobierno con una mentalidad a muy largo plazo (no a cuatro años) puede sentar las bases, pero el resultado, en el mejor de los casos, tardaría en llegar".
Se esperan malas añadas para los fondos, pero no significa que esto vaya a cerrar Silicon Valley
Aunque es imposible copiar la estructura de Silicon Valley, forjada durante décadas, sí se puede crear un ecosistema propio. Y las ciudades que, en opinión de Knörr, están en el buen camino son Londres y Berlín que "se están convirtiendo en puntos muy interesantes para start up. Se están creando proyectos atractivos que están reclutando talento. Además, cada semana se anuncia en Europa un nuevo fondo de inversión y el dinero está fluyendo". Lejos del Viejo Continente, el CEO de Ludei señala a Asia en el mapa porque cree que "gran parte del crecimiento mundial se está produciendo y se va a producir allí en los próximos años. Estoy viendo varios puntos calientes, como Singapur y Pekín. El primero ha conseguido convertirse en un hub de acceso a todo el sudeste asiático; y la capital china está en un país que cuenta, de origen, con un mercado enorme. Las start up de hoy tienen que considerar seriamente irse a Asia en lugar de a San Francisco".
Muchos optan por convertirse en el próximo destino para emprendedores, en El Dorado de los innovadores, pero sólo Israel ha logrado avanzar en este sentido. Y lo ha hecho gracias a que el suyo era un Estado artificial, nuevo, en el que estaba todo por hacer. Tanto ha sido el tesón que el Ejecutivo israelí ha puesto en construir el próximo Silicon Valley que el lugar en el que se concentran muchas compañías de alta tecnología al estilo de Palo Alto se la conoce con el nombre de Silicon Wadi.
Silicon Wadi
"Israel es un país con poca historia, sin apenas cargas sobre las que actuar, con un mercado de más de siete millones de personas y una situación geopolítica complicada. Un lugar planificado y diseñado en función de sus necesidades", describe Javier Megias, CEO y cofundador de Startupxplore, quien, además, recuerda que cuando comenzó a potenciarse el universo emprendedor en este país no había lobbies con los que enfrentarse y estaba prácticamente todo por hacer.
"El papel del Gobierno israelí ha sido esencial. Fue el que creó un instrumento de coinversión, Yozma (iniciativa en hebreo), para apoyar el nacimiento y el crecimiento de nuevas empresas", explica Megias. Yozma es una de las pocas iniciativas de inversión de un Ejecutivo en start up que ha resultado de verdad exitosa. "Se trata de un programa gubernamental diseñado en 1992 para crear un mercado real de Venture Capital, que en ese momento era muy pequeño", relata el CEO y cofundador de Startupxplore. Y no fue fácil. En aquel entonces la inversión en start up era muy baja;existía un alto talento cualificado con un gran foco en la innovación y el desarrollo, pero con una mala experiencia en llegada al mercado y en márketing; un crecimiento exponencial del número de nuevas start up; y carencia de firmas de inversión en capital riesgo. Una situación que a muchos podría recordar a la que tenemos ahora en España. Si como dijo en su día Yuval Cohen, consejero delegado de StageOne (un fondo con sede en Tel Aviv), "hay una buena coincidencia entre Israel, California (Silicon Valley) y España: los tres eran exportadores de naranjas en el pasado", quizá el futuro de nuestro país nos lo esté adelantando Israel, siempre y cuando pongamos los medios necesarios para alcanzar el nivel de madurez de su ecosistema.
En la actualidad Israel es el país número uno del mundo en gasto en I+D como porcentaje de su PIB, en el que nacen dos start up nuevas cada día y existe una inversión per cápita en empresas emergentes de 140 dólares por habitante (frente a los 70 dólares de EEUU, con el californiano Silicon Valley a la cabeza).
Un modelo que, a pesar de ser completamente artificial, alejado radicalmente de la naturalidad y la espontaneidad con la que nació Silicon Valley, es efectivo. Eso sí, su diseño ha contado con los contactos que Israel mantiene con Estados Unidos. "Está muy bien posicionado allí. Y también es cierto que de su ecosistema han salido muy buenas empresas", recuerda Knörr.
¿Y si Silicon Valley muere?
Lo que no tienen tan claro los expertos es que Israel pueda llegar un día a sustituir a Silicon Valley. Menos aún que éste último pueda morir. "Hay ciclos. En el año 2000 estalló la burbuja de las puntocom y se produjo una catástrofe en Palo Alto. Eso pasó. En 2007 la crisis financiera también afectó a Silicon Valley. Ahora su peligro reside en los precios de la vivienda, una burbuja exagerada que se sostiene gracias a los sueldos desmesuradamente altos. Pero eso son ciclos", sostiene el CEO de Ludei. Unos sueldos que también se sustentan en las excesivas valoraciones y en las rondas millonarias de capital que han protagonizado muchas de las compañías que se conocen como unicornio. He aquí otro punto débil de este ecosistema, las altas valoraciones. "El papel del inversor es ganar dinero. Esperan un retorno por lo financiado, y el juego que ahora se plantea es el de los retornos potentes en múltiplo. Sin embargo, las elevadas valoraciones pueden dañar estos múltiplos. Se esperan malas añadas para los fondos. Aunque esto no va a acabar con Silicon Valley, sólo se producirá un ajuste en las valoraciones", asegura Megias.
Cierto es que todo tiene un final, "pero no será cercano. Hay una industria bien armada detrás. Otra cosa es que pierda la supremacía de la tecnología por las apuestas de otros países en crear un ecosistema similar", reflexiona Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña, empresario e inversor privado.
Universidades de alto nivel que no sólo proporcionan conocimiento, sino también contactos y el ambiente adecuado;una red corporativa que apoya y se nutre del talento start up; inversores privados y fondos de inversión;y mucho dinero son los elementos que hacen de este lugar el mejor del mundo para emprender. Al menos en empresas tecnológicas. Quizá, en unos años, pase el testigo a otra ciudad, pero de momento sigue siendo el referente
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