Llevamos años oyéndolo, concretamente desde que David Ebersman, entonces CFO de Facebook, reveló en una presentación de resultados enoctubre de 2013 quela compañía estaba experimentando un cierto descenso en sus parámetros de uso diario entre los usuarios más jóvenes.
La cuestión no era nueva para Facebook, sino simplemente algo que no habían discutido antes de manera pública. Y la historia, decididamente, sintonizaba con la experiencia y la percepción de muchos, que veían cómo sus hijos protestaban porque sus padres estaban en Facebook y les vigilaban o incluso – ¡horror! – les hacían likes o comentarios en sus actualizaciones, delante de todos sus amigos. Pero la realidad fue que aquel día de octubre de 2013, lo que Ebersman comentó fue que “el uso de Facebook entre jóvenes norteamericanos entre el segundo y el tercer trimestre había permanecido estable”, que “su penetración en el segmento joven seguía siendo prácticamente total”, y que “no había demasiados datos que soportasen la caída en el uso de los jóvenes, pero que lo comentaban porque, a pesar de ser un dato escasamente significativo, recibían muchas preguntas sobre ese tema”.
A partir de esa escasa evidencia, se ha construido toda una narrativa que hace referencia a los “terribles problemas” de la compañía para mantener fidelizada a una base de usuarios jóvenes que supuestamente huyen de la red donde están sus padres, que recelan de la escasa privacidad, que les resulta intrascendente o que temen los efectos de haber compartido fotos en sus fiestas cuando crezcan y comiencen a buscar trabajo. Todas afirmaciones que “suenan bien”, que efectivamente pueden coincidir con evidencias anecdóticas o con perlas que a los jóvenes les gusta soltar en una conversación. “Facebook es de viejos”, me dijo a mí el hijo adolescente de unos amigos no hace mucho.
La idea de una Snapchat que rechazaba la oferta de compra de tres mil millones de dólares de Facebook, dirigida por un Evan Spiegel malote y visionario capaz de obtener valoraciones estratosféricamente más elevadas, que confundía a los adultos y que veía después cómo los resultados de facturación y el crecimiento la acompañaban tenía indudablemente mucho de épica, de historia bonita que gusta creer.
Sin embargo, la gran realidad parece ser que, a pesar del fuerte crecimiento de Snapchat y compañía, los datos desmienten ese supuesto éxodo masivo de jóvenes de Facebook. Ni el estudio de Pew Research en abril de 2015, que afirmaba que Facebook aún reinaba de manera absoluta entre los jóvenes, ni el presentado el pasado miércoles por comScore, que demuestra que el uso diario de Facebook excede muchísimo, tanto en minutos por mes como en porcentaje de uso, al de todo el resto de redes sociales, evidencian ningún problema en la relación entre Facebook y los jóvenes. Podríamos aducir que el último estudio, el realizado por comScore, únicamente cubre usuarios de 18 años en adelante, que posiblemente los datos del segmento 13 a 17, que sí se incluyen en el de Pew Research, puedan ser diferentes, y de hecho lo son: el uso de redes como Snapchat o Instagram es decididamente superior… pero no se acompaña por un abandono de Facebook. Simplemente, tienen más tiempo libre,y utilizan más redes. Son más promiscuos en su uso, sí, pero no abandonan el barco.
Como muestra la gráfica, Facebook destaca de manera radical sobre todo el resto de redes sociales, tanto en penetración – prácticamente total – como en minutos de uso mensuales, triplicando el nivel de uso de Snapchat, que aparece como la siguiente red social, seguida de un segmento en el que aparecen Instagram (que recordémoslo, pertenece a Facebook), Tumblr, Pinterest o Twitter. Redes que, sin lugar a dudas, marcan fenómenos interesantes que deben ser seguidos y que ofrecen innumerables oportunidades para que las marcas traten de alcanzar a sus usuarios… pero que, en términos de relevancia real, están aún a años luz de lo que el fenómeno Facebook significa.
La próxima vez que escuchemos esa historia sobre jóvenes que huyen de Facebook, tomémosla, como dicen los americanos, “con un grano de sal”. Tal vez suene bien, pero decididamente, no es lo que los datos dicen. Tal vez para los jóvenes, lo cool sea decir que no usan Facebook, que no usan lo mismo que usan sus padres o sus abuelos. Posiblemente gusten de presumir de herramientas que sus padres no alcanzan a comprender. O tal vez, sencillamente, sean malos como indicadores de adopción, porque oscilan en sus tendencias de manera caprichosa y terminan revirtiendo a la tendencia general.
La red social que ha logrado alcanzar la mayor penetración en la población mundial de la historia, por encima ya de los mil seiscientos millones de usuarios, parece que goza de buena salud. Y como ellos mismos dicen, aún están en el 1% de lo que pretenden hacer…
This article is also available in English in my Medium page, “Young people are abandoning Facebook… says who?“
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