“Si quieres ser rico y feliz, aprender a trabajar más duro en ti mismo de lo que lo haces en tu trabajo”. —Earl Shoaff
Afirma el respetado columnista del New York Times y autor del estupendo libro The Road To Character, que los seres humanos tenemos la obligación moral de mejorarnos a nosotros mismos.
Yo no creo que esa sea una obligación universal. Considero que si usted está conforme siendo como es, y no le hace daño a nadie, pues está en todo su derecho de quedarse como está.
A este mundo todos llegamos provistos con una pequeña parcela que, mientras no jorobe la parcela del vecino, cada uno es libre de cultivarla como le venga en gana.
Dicho lo anterior, también me gustaría decir que en mi caso, la mejora personal SI constituye un imperativo vital. Pocas cosas encuentro más satisfactorias en la vida que intentar avanzar en mi empeño de convertirme en un mejor ser humano.
Esa es la razón por la cual la filosofía estoica ha calado tan hondo en mi. La preocupación central de los estoicos era descubrir lo que una persona debe hacer o ser para vivir una buena vida, para ser felices.
Y según los estoicos, ¿qué debemos hacer para ser más felices? ¡Ser virtuosos!
Virtuoso, en el sentido estoico de la palabra, significa ser un excelente ser humano. Dado que los seres humanos somos criaturas sociales y dotados de razón, para ser buenos como seres humanos debemos actuar de manera razonables y, además, ser buenos con nuestros semejantes.
El Emperador Marco Aurelio fue uno de los grandes filósofos estoicos. Durante la mayor parte de su vida fue el hombre más poderoso sobre la tierra; no obstante, sorprende la vehemencia con la que luchaba por permanecer humilde y bondadoso. Esto escribió en su diario personal:
Yo no creo que esa sea una obligación universal. Considero que si usted está conforme siendo como es, y no le hace daño a nadie, pues está en todo su derecho de quedarse como está.
A este mundo todos llegamos provistos con una pequeña parcela que, mientras no jorobe la parcela del vecino, cada uno es libre de cultivarla como le venga en gana.
Dicho lo anterior, también me gustaría decir que en mi caso, la mejora personal SI constituye un imperativo vital. Pocas cosas encuentro más satisfactorias en la vida que intentar avanzar en mi empeño de convertirme en un mejor ser humano.
Esa es la razón por la cual la filosofía estoica ha calado tan hondo en mi. La preocupación central de los estoicos era descubrir lo que una persona debe hacer o ser para vivir una buena vida, para ser felices.
Y según los estoicos, ¿qué debemos hacer para ser más felices? ¡Ser virtuosos!
Virtuoso, en el sentido estoico de la palabra, significa ser un excelente ser humano. Dado que los seres humanos somos criaturas sociales y dotados de razón, para ser buenos como seres humanos debemos actuar de manera razonables y, además, ser buenos con nuestros semejantes.
El Emperador Marco Aurelio fue uno de los grandes filósofos estoicos. Durante la mayor parte de su vida fue el hombre más poderoso sobre la tierra; no obstante, sorprende la vehemencia con la que luchaba por permanecer humilde y bondadoso. Esto escribió en su diario personal:
¡Cuidado! No te conviertas en un César, no te tiñas siquiera, porque suele ocurrir. Mantente, por lo tanto, sencillo, bueno, puro, respetable, sin arrogancia, amigo de lo justo, piadoso, benévolo, afable, firme en el cumplimiento del deber... [A]yuda a salvar a los hombres. Breve es la vida. El único fruto de la vida terrena es una piadosa disposición y actos útiles a la comunidad.
Aunque ser virtuosos era lo primordial para los estoicos, sabían muy bien que alcanzar la perfecta virtud es una tarea casi imposible. Les bastaba con un esfuerzo sincero y enérgico por ser mejores. Séneca lo expresaba así:
Hablo de la virtud, no de mí, y cuando clamo contra los vicios, lo hago en primer lugar contra los míos:cuando pueda, viviré como es debido. [Nada] me impedirá perseverar en alabar, no la vida que llevo, sino la que sé que debe llevarse, y que adore la virtud y la siga a rastras desde gran distancia.
[...]
No soy un sabio y, para que tu malevolencia se regocije, nunca lo seré. Por esto no exijo de mí ser igual que los mejores, sino mejor que los malos: me basta con podar todos los días algo de mis vicios y castigar mis extravíos.
Hoy en día si le preguntamos a las personas que es una buena vida, la mayoría señalarán hacia la búsqueda de una mezcla de riqueza, estatus social y placer. Trabajar duro para poder comprar el último artículo que el todopoderoso mercado nos ofrece, convencidos de que si podemos comprar suficientes cosas, nuestra vida será más feliz.
Sin embargo, una y otra vez las investigaciones sobre qué hace feliz a las personas descartan los bienes materiales como fuente de felicidad duradera.
Cuando basamos nuestra felicidad en las cosas que adquirimos es como si estuviéramos escalando una montaña que a medida que subimos eleva su altura. Siempre habrá un nuevo cacharro que comprar, una casa más grande, un auto más lujoso o un teléfono más inteligente.
Para mi, en lo que uno se convierte es más importante que lo que uno tiene. En lugar de preguntarnos ¿qué es lo que estoy obteniendo?, deberíamos preguntarnos ¿en qué me estoy convirtiendo?
Las cosas que producen verdadera y duradera felicidad son cosas que dependen mucho más de lo que somos que de lo que tenemos. Una familia amorosa, amigos sinceros, una carrera profesional satisfactoria son cosas que están en estrecha relación con lo que somos. Es improbable que podamos alcanzar todas esas cosas si no somos seres humanos íntegros.
Sin embargo, una y otra vez las investigaciones sobre qué hace feliz a las personas descartan los bienes materiales como fuente de felicidad duradera.
Cuando basamos nuestra felicidad en las cosas que adquirimos es como si estuviéramos escalando una montaña que a medida que subimos eleva su altura. Siempre habrá un nuevo cacharro que comprar, una casa más grande, un auto más lujoso o un teléfono más inteligente.
Para mi, en lo que uno se convierte es más importante que lo que uno tiene. En lugar de preguntarnos ¿qué es lo que estoy obteniendo?, deberíamos preguntarnos ¿en qué me estoy convirtiendo?
Las cosas que producen verdadera y duradera felicidad son cosas que dependen mucho más de lo que somos que de lo que tenemos. Una familia amorosa, amigos sinceros, una carrera profesional satisfactoria son cosas que están en estrecha relación con lo que somos. Es improbable que podamos alcanzar todas esas cosas si no somos seres humanos íntegros.
‘Lo que usted obtiene’ y en ‘lo que usted se convierte’ —afirmó Jim Rohn— son como hermanos siameses: Lo que usted es directamente influye en lo que usted obtiene. Piénselo de esta manera: La mayor parte de lo que tenemos hoy en día ha sido atraído gracias a la persona que es hoy.
La prosperidad económica sostenible y verdaderamente satisfactoria, también depende del tipo de persona que somos.
Suele contar Warren Buffett que su mentor, el influyente inversionista Benjamin Graham, cuando era aún adolescente, hizo una lista con los rasgos de personalidad que más admiraba de las personas. Cuando los repasó, pensó que ninguno de ellos era muy difícil de adquirir, así que a partir de ese momento se dedicó a convertirse en el tipo de persona que quería ser. Después de ello cosechó un masivo éxito económico.
Y para concluir una frase de Rohn que es aplicable a todos los aspectos de la vida:
Suele contar Warren Buffett que su mentor, el influyente inversionista Benjamin Graham, cuando era aún adolescente, hizo una lista con los rasgos de personalidad que más admiraba de las personas. Cuando los repasó, pensó que ninguno de ellos era muy difícil de adquirir, así que a partir de ese momento se dedicó a convertirse en el tipo de persona que quería ser. Después de ello cosechó un masivo éxito económico.
Y para concluir una frase de Rohn que es aplicable a todos los aspectos de la vida:
Para tener más de lo que tiene, sea más de lo que es.
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