martes, 24 de mayo de 2016

¿Cuántas cosas podemos hacer al mismo tiempo sin cometer equivocaciones?

¿Tenemos la capacidad de hablar por teléfono, enviar mensajes o escuchar música mientras prestamos atención al tránsito de forma adecuada? Para Mariano Sigman, doctor en neurociencias, fundador del Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la UBA y autor de La vida secreta de la mente, entre otros libros, podemos hacer varias cosas a la vez, pero no con la misma efectividad. "Uno pierde el control de algo mientras está tratando de hacer otra cosa", afirma, mientras subraya las limitaciones de nuestra concentración. 
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Mariano Sigman: "Uno pierde el control mientras trata de hacer otra cosa"

Este doctor en neurociencias afirma que aun cuando caminamos con la vista al frente pero hablando por teléfono, estamos distraídos. 
Cuántas cosas podemos hacer al mismo tiempo sin cometer equivocaciones? ¿Tenemos la capacidad de hablar por teléfono, enviar mensajes o escuchar música mientras prestamos atención al tránsito de forma adecuada? Para Mariano Sigman, doctor en neurociencias, fundador del Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la UBA y autor de La vida secreta de la mente, entre otros libros, podemos hacer varias cosas a la vez, pero no con la misma efectividad. "Uno pierde el control de algo mientras está tratando de hacer otra cosa", afirma, mientras subraya las limitaciones de nuestra concentración.
-¿Logra nuestra mente concentrarse simultáneamente en más de una actividad?
-El cerebro humano puede procesar varias cosas al mismo tiempo, y lo hace de forma constante, pero con distintas efectividades. Al dirigir la atención -que se vincula con la capacidad de direccionar recursos del cerebro a distintos estímulos sensoriales- hacia algo en particular, ese proceso mental mejora en cuanto a 
resolución, respuesta a tiempo, efectividad y capacidad de discriminación. Por ejemplo, en el caso de la vista, en el punto donde estamos mirando tenemos muchísima resolución, mientras que lejos de él la visión es más borrosa. Lo mismo sucede en el plano auditivo. Cuando hay dos conversaciones al mismo tiempo, ocurre lo que se conoce como "efecto cóctel": uno se focaliza en una, y en la otra, si bien la escuchamos, no podemos reconocer adecuadamente las palabras. El cerebro procesa muchas cosas y uno puede elegir a cuál le presta atención: es como si pusiésemos una lupa en ese lugar.
-¿Qué ocurre cuando caminamos usando el celular?
-Cuando uno habla por teléfono, lleva en general la atención a esa conversación, porque es importante o atractiva. Aun cuando hablamos mirando hacia el frente (ni qué decir cuando escribimos un mensaje, donde es más evidente que uno pierde registro sensorial del medio), esa distracción hace que el procesamiento sensorial de los estímulos relevantes para transitar en la calle sea mucho menos efectivo. El cerebro tiene una cantidad de recursos finitos, y la atención es la que dirime dónde están puestos: si los dirigimos hacia una conversación, los sacamos del lugar de riesgo, desatendiendo aspectos que deberían estar monitoreados en la periferia.
-¿Y cuando escuchamos música?
-Ocurre lo mismo. Para manejarnos adecuadamente en la calle, hace falta ver, pero también escuchar. La música inhibe el uso auditivo del entorno y eso tiene riesgos. Además, en algunas personas, puede ocurrir que las obnubile tanto que les impida incluso ver atentamente.
-¿Por qué nos cuesta tanto tomar conciencia de estos peligros?
-Por lo general, somos muy malos estimando el riesgo de algunas cosas hasta que suceden. Nos ponemos en una situación de omnipotencia. Eso se vincula con el "sesgo optimista" latente que tenemos, que hace que, por ejemplo, mandemos mensajes de texto mientras manejamos o caminamos porque pensamos "a mí no me va a pasar nada". Y cuando ocurre algo, uno retrospectivamente no entiende cómo no pudo anticiparlo.
-¿Es posible cambiar esto?
-Son costumbres muy difíciles de cambiar. Los que tienen más de 30 años seguramente recuerden que cuando eran chicos no usaban cinturón de seguridad, y que además era ridículo hacerlo. Actualmente, eso es impensable: se generó una pauta social. Pienso que lo más efectivo es cambiar de costumbres con normas: la concientización es importante, pero dada la resistencia que tenemos a modificar ciertos hábitos, el Estado tiene que reglamentarlos. Hoy, quizá sea impensable que se pueda multar a un peatón por usar el teléfono mientras cruza la calle, como antes lo era multar a alguien por no usar cinturón.
Hay que pasar por una transición difícil en la cual cuesta aceptarlo, pero si empieza a pasar y es efectivo, eventualmente se va a volver una costumbre: lo normativo tampoco sirve como solución definitiva, sino como un medio para generar un cambio de hábito.

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