"Si usted es serio en su intención de convertirse en un individuo rico, poderoso, sofisticado, saludable, influyente, culto y único, lleve un diario" —Jim Rohn
Hace unos días, mientras escribía en mi diario ( práctica que vengo realizando con puntualidad rigurosa desde hace un año), estaba reflexionando sobre las razones por las cuales no estaba avanzando en unos proyectos que deseo realizar.
Es que todavía no tengo el equipo apropiado, es que me falta aprender un poco más de aquello, el próximo mes es más propicio para empezar… en fin, razones no me faltaban para justificar el porqué no he puesto en marcha los proyectos.
En esas estaba cuando de la nada, y de forma tan violenta e inesperada como el rayo que resplandece en medio de las noches de tormenta, apareció con total y dolorosa claridad la verdad. ¡Qué cabrón! —me dije— lo que tenés es miedo.
Todas las cosas que supuestamente me hacían falta para dar marcha a los proyectos no eran sino excusas en las cuales me estaba refugiando.
Nunca va a haber un momento perfecto. Nunca va a haber conocimiento suficiente. Nunca van a estar disponibles todos los recursos necesarios.
Si esperamos a que los astros se alineen y las circunstancias perfectas confluyan, lo que estamos haciendo es escondiendonos. Queremos que todo sea perfecto para así estar seguros de que funcionará y no fracasar.
Esperar por las condiciones idóneas no es otra cosas que miedo a fallar.
Así que una vez tuve el verdadero y doloroso diagnóstico en mis manos, me puse a trabajar en las soluciones. En lugar de seguir esperando, esa misma mañana tracé un plan e hice llamadas para comprometerme con fechas.
“¿Que estás asustado? Pues te jodes, ya no hay vuelta atrás”.
Dedicar un rato en las mañanas a pensar y plasmar esos pensamientos en papel es una práctica que me ha traído enormes beneficios. La claridad que aporta a mi vida es difícil de sobrevalorar.
El primer paso para mejorar es conocerse uno mismo. Todos tenemos puntos ciegos, debilidades o defectos que no sabemos que están con nosotros. Si no somos conscientes de las cosas que nos están frenando no podremos trabajar para superarlas.
El autoconocimiento no solo nos permite conocer nuestros puntos débiles, también nuestras fortalezas. Así podemos apoyarnos en lo bueno y trabajar sobre lo que necesitamos mejorar.
No es casualidad que grandes líderes, empresarios, artistas, innovadores tuvieran como hábito escribir un diario. Benjamin Franklin, Thomas Edison, John D. Rockefeller, por nombrar solo algunos eran adeptos a la práctica.
Un estudio de la Universidad de Cornell encontró que el conocimiento de sí mismo era el mayor predictor del éxito de un líder.
Es que todavía no tengo el equipo apropiado, es que me falta aprender un poco más de aquello, el próximo mes es más propicio para empezar… en fin, razones no me faltaban para justificar el porqué no he puesto en marcha los proyectos.
En esas estaba cuando de la nada, y de forma tan violenta e inesperada como el rayo que resplandece en medio de las noches de tormenta, apareció con total y dolorosa claridad la verdad. ¡Qué cabrón! —me dije— lo que tenés es miedo.
Todas las cosas que supuestamente me hacían falta para dar marcha a los proyectos no eran sino excusas en las cuales me estaba refugiando.
Nunca va a haber un momento perfecto. Nunca va a haber conocimiento suficiente. Nunca van a estar disponibles todos los recursos necesarios.
Si esperamos a que los astros se alineen y las circunstancias perfectas confluyan, lo que estamos haciendo es escondiendonos. Queremos que todo sea perfecto para así estar seguros de que funcionará y no fracasar.
Esperar por las condiciones idóneas no es otra cosas que miedo a fallar.
Así que una vez tuve el verdadero y doloroso diagnóstico en mis manos, me puse a trabajar en las soluciones. En lugar de seguir esperando, esa misma mañana tracé un plan e hice llamadas para comprometerme con fechas.
“¿Que estás asustado? Pues te jodes, ya no hay vuelta atrás”.
Dedicar un rato en las mañanas a pensar y plasmar esos pensamientos en papel es una práctica que me ha traído enormes beneficios. La claridad que aporta a mi vida es difícil de sobrevalorar.
El primer paso para mejorar es conocerse uno mismo. Todos tenemos puntos ciegos, debilidades o defectos que no sabemos que están con nosotros. Si no somos conscientes de las cosas que nos están frenando no podremos trabajar para superarlas.
El autoconocimiento no solo nos permite conocer nuestros puntos débiles, también nuestras fortalezas. Así podemos apoyarnos en lo bueno y trabajar sobre lo que necesitamos mejorar.
No es casualidad que grandes líderes, empresarios, artistas, innovadores tuvieran como hábito escribir un diario. Benjamin Franklin, Thomas Edison, John D. Rockefeller, por nombrar solo algunos eran adeptos a la práctica.
Un estudio de la Universidad de Cornell encontró que el conocimiento de sí mismo era el mayor predictor del éxito de un líder.
En la búsqueda de liderazgo se da poca importancia a la "auto-conciencia", algo que en realidad debería ser imperativo. Curiosamente, una alta puntuación en conciencia de sí mismo era el más fuerte predictor de éxito global. Esto no es del todo sorprendente, ya que los ejecutivos que son conscientes de sus debilidades están a menudo en mejores condiciones para contratar a subordinados que se desempeñan bien en las categorías en las que el líder carece de perspicacia. Estos líderes son también más capaces de darse cuenta de que alguien en su equipo puede tener una idea que es incluso mejor que la suya.
Conocernos a nosotros mismos, con todo lo bueno que ello conlleva, es esencial para disfrutar de una vida más satisfactoria, bien vale la pena el esfuerzo.
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