Contrariamente al animal, el hombre carece de instintos que le digan lo que tiene que hacer y, a diferencia de los hombres del pasado, el hombre actual ya no tiene tradiciones que le digan lo que debe ser. Entonces, ignorando lo que tiene que hacer e ignorando también lo que debe ser, parece que muchas veces ya no sabe tampoco lo que quiere en el fondo. Y entonces sólo quiere lo que los demás hacen (¡conformismo!), o bien, sólo hace lo que los otros quieren, lo que quieren de él (totalitarismo)”.
Precisamente quien no encuentra un sentido trascendente por el que vivir, caerá inevitablemente en el vacío y la desesperanza que llevan al conformismo, a la inacción o al dejar que los otros decidan por él: no es que él esté vacío o no sea nada, sino que no sabe quién es ni qué quiere de su vida. Hasta que ‘eso otro o ese otro’ que instala el sentido en mi vida no aparece, más que vivir mi vida yo me dejo vivir entregando a otros mi propio poder y mi libertad. Por eso lo esencial de la condición humana es percatarse de ese carácter relacional constituyente por el que no dudamos en afirmarnos como “un dentro que necesita un afuera” (Emmanuel Mounier), o un “para sí para otro” (Maurice Nèdoncelle), porque hay algo más en mi vida que yo mismo, algo o alguien que me da motivos para ser y explica esta profundidad misteriosa que soy. Viktor Frankl
Precisamente quien no encuentra un sentido trascendente por el que vivir, caerá inevitablemente en el vacío y la desesperanza que llevan al conformismo, a la inacción o al dejar que los otros decidan por él: no es que él esté vacío o no sea nada, sino que no sabe quién es ni qué quiere de su vida. Hasta que ‘eso otro o ese otro’ que instala el sentido en mi vida no aparece, más que vivir mi vida yo me dejo vivir entregando a otros mi propio poder y mi libertad. Por eso lo esencial de la condición humana es percatarse de ese carácter relacional constituyente por el que no dudamos en afirmarnos como “un dentro que necesita un afuera” (Emmanuel Mounier), o un “para sí para otro” (Maurice Nèdoncelle), porque hay algo más en mi vida que yo mismo, algo o alguien que me da motivos para ser y explica esta profundidad misteriosa que soy. Viktor Frankl
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