Puede haber muchos caminos que conduzcan a esa zona "mágica", me vienen a la cabeza la meditación o los mantras. En mi caso no me vale. Mi camino es el de llegar y superar mi punto de esfuerzo máximo y absoluto. Corriendo.
Cuanto más tiempo corro y cuanto más lejos llego, más me doy cuenta de que lo que andaba buscando era este espacio de la mente, un lugar donde las preocupaciones que me parecían monumentales se disipan, donde la belleza y la atemporalidad del universo y del momento presente se perfilan y se enfocan. No creo que nadie comience a correr para obtener este espacio, al menos yo no lo hice. Pero no creo que nadie que corra con regularidad fracase en su intento de llegar ahí.
Liberado de todo excepto de lo que estás haciendo en ese preciso momento, flotando entre lo que fuiste y lo que serás. El futuro no importa, el pasado ha pasado. Solo está el camino, solo el movimiento. Solo el ahora. Y el ahora es suficiente, más que suficiente. Es todo. Corres. Corres y corres. Paz y claridad. Y sigues corriendo.
Es fácil perderse con la competitividad, con los plazos y las deudas, con las victorias y las derrotas. Los amigos se pelean. Los seres queridos se marchan. La gente sufre. Correr no cura el dolor.
Pero te puede transformar.
No de la noche a la mañana, pero sí a lo largo del tiempo. Corremos hacia una meta y alcanzarla o no es importante, pero no es lo más importante. Lo verdaderamente transcendente es cómo nos movemos hacia ese objetivo. Lo que es crucial es el paso que estamos dando ahora.
Todo el mundo sigue un camino diferente. Correr libre me ayudó a encontrar el mío.
Scott Jurek
Apenas te rozo y siento todo el universo latiendo
No hay comentarios:
Publicar un comentario