Vinton Cerf, doctor en Ciencias de la Computación, padre de internet
Acabo de cumplir los 73 años. Nací en Connecticut y vivo en Virginia. Casado , dos hijos. Soy vicepresidente mundial de Google. Y soy un liberal optimista. Vivimos más tiempo y eso exige formación constante, aprender a aprender. Creo que hay un orden en el universo que no entendemos
El hombre del futuro
Mientras Cerf esté tras los teclados de las grandes compañías de internet me sentiré segura, tiene claras la prioridades: la gente, el internauta. Su ambición y su trabajo en Google se centran en que nadie se quede fuera del mundo del mañana, y tiene algo que sólo poseen los visionarios: contribuir al progreso de la humanidad por el placer de hacerlo. Cerf es algo excéntrico, divertido y humilde pese a estar considerado uno de los inventores vivos más grandes. Sus aportaciones al desarrollo de internet siguen siendo claves en la revolución digital que vivimos. Está creando la red interplanetaria que conectará todo el sistema solar. Ha sido investido doctor honoris causa por la Universitat Ramon Llull a petición de La Salle.
Era usted un crío cuando se interesó por la computación.
Tenía 15 años, los ordenadores eran una habitación entera, ¡entrabas dentro del ordenador! Pero por entonces ya tuve claro que el ordenador hace lo que le mandas, de manera que nunca cumple tus expectativas.
Eso es inteligente... Pero ya con 20 años diseñó un motor que fue a la Luna.
Trabajé en su software, luego en IBM, después hice mi doctorado, y cuando era un flamante profesor en Stanford mi amigo Bob Kahan, que trabajaba en el Departamento de Defensa, vino a buscarme para resolver un problema.
¿Qué problema?
El problema inter-net, cómo unificar y conectar sus redes: enlaces de satélites, radio enlaces y líneas telefónicas, en plena guerra fría y con la amenaza de la bomba atómica.
En 1972 sentaron las bases de esa red de comunicación por la que navegamos a diario centenares de millones de personas.
En mi grupo de trabajo había gente de todo el mundo y trabajábamos en contacto con otros grupos. Estoy orgulloso de que este fuera un esfuerzo internacional.
¿Imaginaba lo que llegaría a ser?
Los frikis de la tecnología, aficionados a la ciencia ficción, ya creamos en 1970 una red en la que comentar libros; y otra red, Yun-yum, para comentar restaurantes, e inventamos un juego al que se conectaba gente de distintos lugares del planeta, y las universidades confeccionaron sus redes. Pero era todo muy minoritario.
¿Ya vivía usted en el futuro?
Sí, anticipamos y utilizamos muchas de las aplicaciones que hoy son tan comunes, pero ninguno imaginamos que internet se convertiría en algo tan abierto y democrático.
¿Cuál ha sido la sorpresa?
Que millones de personas en todo el mundo se lanzaran a compartir información, lo que desde el punto de vista de la ciencia acelera la velocidad de los descubrimientos.
Dicen que el arquitecto de Matrix está inspirado en usted.
Hay una gran similitud en su forma de vestir y la mía, en su porte y maneras, pero nunca me consultaron. Como él, yo tengo clarísimo que cada día se aproximarán más la vida real y la virtual.
¿Cómo será el futuro en la red?
Dentro de 20 o 50 años internet será como el aire o la electricidad: invisible. Cada dispositivo será parte del sistema, todas las cosas se comunicarán unas con otras, y no habrá teclados, la interacción será mediante la palabra o el tacto.
…Y tendremos la internet de las cosas.
...Y la inteligencia artificial, la robótica doméstica, y la posibilidad de que las redes aprendan cosas por sí mismas… Todo se va a acelerar. Y vamos a expandirnos por el sistema solar.
Su internet planetaria.
Sí, mi mente está ocupada en conectar la Tierra con la Estación Espacial Internacional, con Marte, con las lunas que poblaremos... Me pregunté qué podía hacer que fuera necesario de aquí a veinte años y esta es mi respuesta. También trabajo en un proyecto para diseñar la nave espacial que nos llevará al sistema estelar Alfa Centauri dentro de cien años.
¿Piensa congelarse?
No, estoy contento de vivir mientras mi cerebro funcione bien, y luego estoy dispuesto a irme sin problemas, tranquilísimo.
Tiene usted un curioso cargo en Google: jefe evangelista de internet.
Lo elegí yo mismo, imponiéndome la misión de que internet llegue a todos los rincones y personas. En una presentación en Moscú me confundieron con un predicador de la red.
¿Qué dice su evangelio?
Trabajo para que todo el mundo tenga acceso a cualquiera de los servicios, sin que un pago extra le dé a alguien un trato preferencial.
¿Sin restricciones?
La gente debe poder explorar nuevas formas de usar estas tecnológicas. Si no mantenemos la red neutral, suprimiremos la innovación.
El mundo orwelliano, ese ojo-Estado que todo lo ve, ¿conseguirá controlar la red?
Me preocupa la vigilancia, y realmente con las nuevas tecnología es muy difícil preservar la privacidad. Pero por otro lado es cada vez más difícil restringir la libre circulación de información por la red, suprimir las voces de millones de personas. Se tendrán que desarrollar nuevos códigos sociales que marquen lo que está bien y lo que está mal.
Está mal que los gobiernos espíen y censuren a los ciudadanos.
La tecnología es nueva, pero el abuso no lo es. Internet es una estructura y como tal puede ser usada y abusada. Es un largo debate.
Agencias de seguridad e inteligencia quieren colarse en la información encriptada.
Deberían asumir que no deben depender tanto de ese tipo de vigilancia.
¿El anonimato se acabó?
Hay que pensar dos veces qué información colgamos en la red, ser conscientes del impacto que puede tener en nuestro futuro y sobre otras personas. Pero dicho esto, la gente tiene derecho a encriptar sus datos, proteger su confidencialidad.
¿Qué merece la pena en la vida?
Llevar con éxito una familia. Estoy mucho más contento y orgulloso de que mis hijos sean personas buenas y felices que del proyecto de internet. Mi mujer y yo celebramos nuestro cincuenta aniversario, un gran logro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario