- Andreu Buenafuente, humorista, productor; dirige el festival Singlot
Deja espacio para la duda y le preocupa conectar los puntos con la herencia recibida. Andreu Buenafuente (Reus, 1965) no ha permitido que la parafernalia del oficio fagocite su curiosidad. Inquieto y observador, el productor de El Terrat dirige ahora Singlot, un festival de humor que tendrá lugar los días 28, 29 y 30 de julio en Sant Feliu de Guíxols, dentro de la programación del Porta Ferrada.
Podría parecer raro un festival de humor dentro de un festival de música. Pero a usted la música siempre le ha interesado. Le acompañan orquestas en sus late shows, y realizó aquel programa de radio, La isla de los mosquitos.
Me gusta mucho la música. To-dos los temas de la banda del programa los propongo yo. En realidad, Singlot trata de abrir el foco un poco más. De hecho, los festivales se están transformando continuamente. Creo que es positivo, si no, todo es demasiado monolítico.
Ha decidido llamar Singlot al festival. Como el humor, el concepto tiene mucho de físico.
Soy patológico guardando nombres e ideas. Tengo una colección de libretas que algún día un psicoanalista deberá analizar. Tenía guardado el concepto de Singlot desde hacía mucho tiempo. Me parece muy interesante el factor imprevisible del hipo, que es casi muscular, espasmódico. Reír es un poco eso, sí.
Además de la programación para el público general, el encuentro tiene la voluntad de descubrir nuevos talentos y organizar jornadas profesionales. Andrés Lima, por ejemplo, da una master class que ha titulado La cualidad.
En Catalunya se hacen grandes festivales de todo tipo. Lo que nosotros queríamos no era programar únicamente. Por lo tanto, el festival tenía que ir más allá, ofrecer una cierta unidad. Como si tuviera una línea editorial. La pata de producción propia y las jornadas profesionales van muy en ese sentido.
Se trata de la segunda edición. De la primera nació lo que seha convertido en la primera producción propia, un espectáculo de Marc Martínez y Álvaro Cervantes.
Las jornadas profesionales son de las cosas más bonitas que hemos experimentado. El primer año fue muy emocionante. La gente se puso a llorar escuchando a Leo Bassi cómo explicaba su vida. Nos dimos cuenta de que debíamos seguir por ahí. Y pese a las limitaciones económicas que siempre hay, teníamos claro que un festival debe producir.
Hablando de Bassi, esta edición también es el primer año que entregan el premio honorífico Singlot. Y lo hacen reconociendo a un bufón de larguísima trayectoria.
Soy muy fan de Bassi. Es un hombre en su plenitud. Ser contemporáneos de Bassi nos obliga a escucharle. Y a reconocer su trabajo. Más allá de la provocación y del ruido, es un intelectual. Alucinas cuando habla de circo, de las religiones, o de la condición humana. Es muy grande.
Son tres días para disfrutar pero, según afirma, también “para reflexionar”. ¿Cree que la universidad no ha estudiado suficientemente el humor como creación artística?
No lo sé. Tal vez es mejor que no se ocupe demasiado. El humor es anarquía, no se deja domesticar. Incluso no es fácil teorizar sobre ello. Por su propia naturaleza, es íntimo, es imprevisible. Soy partidario de no manosearlo en exceso. Hay que protegerlo para que haga su vida, pero ya está. Decía Johnny Carson que no hay nada más aburrido que hablar en serio del humor. Hay que practicarlo más que teorizarlo. Pasa como con el sexo.
Antonio Machado decía que “la alegría consiste en tener salud y la cabeza vacía”.
Machado retrata la felicidad de los tontos. A veces pensar todo el día, ver todo el perímetro de riesgo y de injusticia, no te permite ser feliz. La verdad es que hoy no es fácil desconectar. Sólo hay que poner la tele para…
Para comprobar, como sostenía Sigmund Freud, que “la más clara prueba de que existe vida inteligente en otros planetas es que aún no han venido a visitarnos”.
Es una frase fantástica. Tal vez sí que somos inteligentes, pero somos muy poco listos. Sólo hay que mirar el mundo. ¿Cómo lo podemos hacer tan mal? ¿Cómo puede ganar Trump?
No nos pongamos pesimistas. Ricardo Darín cree que “el humor es un bálsamo que nos permite sobrevivir y resignificar las cosas”.
Estoy enamorado heterosexualmente de Darín. Personifica el actor que, siendo un gran profesional, sabe quitar hierro a las cosas. Todo lo que diga Darín lo firmo.
Lo cierto es que con los atentados a Charlie Hebdo volvimos a ser conscientes de que el humor es lo que más molesta a los dogmáticos. En Singlot acogen un espectáculo de Teatro del Barrio en el que se habla de la monarquía. ¿Hemos superado ciertos tabúes?
No lo tengo claro. Detecto que el Estado, e incluso una parte de la sociedad, siempre intenta controlar de alguna manera el humor. Y eso es inviable. El humor aún es incómodo. Y está muy bien que así sea. No nos podemos creer que todo el trabajo está hecho. Se trata de una tarea diaria. Siempre pasan cosas que nos hacen retroceder.
Como con Twitter y los comentarios de Guillermo Zapata cuando aún no era concejal. ¿Confundimos incorrección con delito?
Exacto. Y no lo podemos permitir. El humor es lo más punk que existe. La corrección política ha hecho mucho daño. A veces el humor ha dado una patada a la conciencia política y luego se ha visto obligado a pedir disculpas. Quien ha de estar bajo la lupa son otros. Los cómicos no somos los enemigos.
¿Recuerda lo primero que le hizo reír? ¿Cuándo se dio cuenta de que el humor sería fundamental en su vida?
Mi padre era un tipo muy divertido. Vivíamos una incomprensible alegría. Veníamos de una posguerra, en pleno franquismo. Siempre alucino –y más con los años– de cómo mi familia se había aislado de todo eso. Mis tías se disfrazaban, cantaban, bailaban... A su manera, me estaban diciendo que el humor era muy importante.
Creo que a su padre le gustaba mucho un humorista en concreto.
Me decía que tenía que mirar a Joan Capri y la serie Dr. Caparrós. Igual que hay padres que te hacen ser del Barça, mi padre me hizo ser de la comedia.
¿Cómo entrena su mirada para encontrar en su día a día material humorístico donde aparentemente no lo hay?
Como he hecho un tipo de comedia casi biográfica, costumbrista, me salen cosas en los monólogos que en principio no hacían gracia, pero que en el contexto hacen reír. Lo no obvio es lo más interesante. Todo es comedia.
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