El hallazgo, realizado por investigadores del Instituto IDIBELL y de la Universidad de Barcelona, podría mejorar el aprendizaje
Es bien sabido que las situaciones degradables y agresivas dejan huella en nuestra memoria. Ahora, científicos del Instituto IDIBELL y de la Universidad de Barcelona han constatado, por primera vez en humanos, que si vivimos situaciones con un impacto emocional agradable, nuestra memoria también registra mejor la información vinculada a ella. El hallazgo muestra que nuestra intelección y nuestros sentimientos van unidos, y tiene un gran potencial educativo. Por Anabel Paramá.
Dra. en Biología y Directora del Centro de Edición y Análisis `Gallaecia´-CEASGA Saber más
Cuando hablamos de memoria, en general, siempre pensamos en aquello que pertenece al pasado, es decir, en cosas que hicimos, que vimos o que sentimos. En definitiva, en todos aquellos aspectos que han tenido impacto en nuestra vida, de una manera directa o indirecta; en recuerdos que de alguna manera o por alguna causa hemos almacenado.
Este tipo de memoria, denominado memoria retrospectiva, requiere de una serie de disparadores externos encargados de volver a traer a nuestra conciencia determinada información cuando así lo requerimos.
Este tipo de memorización es la más conocida. Posiblemente porque es la que nos ayuda en el proceso de adaptación al medio y mejora nuestra supervivencia. Pero existe otra memoria: la memoria prospectiva. Ésta se refiere al futuro y funciona de un modo muy diferente a la memoria retrospectiva.
La memoria prospectiva en nuestra vida
Investigadores del grupo de Cognición y Plasticidad del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y de la Universidad de Barcelona han publicado recientemente un interesante trabajo en la revista Neurobiology of Learning and Memory sobre la importancia de la motivación en la memoria.
Los resultados obtenidos por los investigadores proporcionan la primera evidencia empírica en seres humanos sobre los efectos que tiene en la memoria un determinado tipo de codificación psíquica. Es decir, si hacemos que la información que llegue a nuestra memoria esté codificada de un modo selectivo, entonces podremos hacer que ésta se prolongue en el tiempo.
Por otro lado, la investigación también muestra que los procesos emocionales permiten que nuestro cerebro asocie positivamente determinados recuerdos y los recupere con mayor facilidad.
Cómo se desarrolló la investigación
El estudio consistió en mostrar a una serie de voluntarios un conjunto de imágenes divididas en dos categorías: objetos y animales. Los investigadores recompensaban a las personas cuando aparecía una imagen de una de las categorías (por ejemplo, un animal). La idea era que las personas identificaran una imagen con una carga emocional positiva.
En una segunda sesión, se volvieron a mostrar otras imágenes de objetos y animales. Esta vez sin ningún tipo de recompensa. Los investigadores pudieron comprobar que los participantes recordaban mejor las imágenes asociadas a la recompensa positiva y a su categoría semántica.
Ahora bien, el impacto de los recuerdos en la memoria tiene efecto a partir de las 24 horas del proceso. Ello sucede, tal y como informamos con anterioridad, porque durante la fase REM del sueño se produce un mayor incremento de la plasticidad cortical, basada en nuestra experiencia diaria.
Este tipo de memoria, denominado memoria retrospectiva, requiere de una serie de disparadores externos encargados de volver a traer a nuestra conciencia determinada información cuando así lo requerimos.
Este tipo de memorización es la más conocida. Posiblemente porque es la que nos ayuda en el proceso de adaptación al medio y mejora nuestra supervivencia. Pero existe otra memoria: la memoria prospectiva. Ésta se refiere al futuro y funciona de un modo muy diferente a la memoria retrospectiva.
La memoria prospectiva en nuestra vida
Investigadores del grupo de Cognición y Plasticidad del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y de la Universidad de Barcelona han publicado recientemente un interesante trabajo en la revista Neurobiology of Learning and Memory sobre la importancia de la motivación en la memoria.
Los resultados obtenidos por los investigadores proporcionan la primera evidencia empírica en seres humanos sobre los efectos que tiene en la memoria un determinado tipo de codificación psíquica. Es decir, si hacemos que la información que llegue a nuestra memoria esté codificada de un modo selectivo, entonces podremos hacer que ésta se prolongue en el tiempo.
Por otro lado, la investigación también muestra que los procesos emocionales permiten que nuestro cerebro asocie positivamente determinados recuerdos y los recupere con mayor facilidad.
Cómo se desarrolló la investigación
El estudio consistió en mostrar a una serie de voluntarios un conjunto de imágenes divididas en dos categorías: objetos y animales. Los investigadores recompensaban a las personas cuando aparecía una imagen de una de las categorías (por ejemplo, un animal). La idea era que las personas identificaran una imagen con una carga emocional positiva.
En una segunda sesión, se volvieron a mostrar otras imágenes de objetos y animales. Esta vez sin ningún tipo de recompensa. Los investigadores pudieron comprobar que los participantes recordaban mejor las imágenes asociadas a la recompensa positiva y a su categoría semántica.
Ahora bien, el impacto de los recuerdos en la memoria tiene efecto a partir de las 24 horas del proceso. Ello sucede, tal y como informamos con anterioridad, porque durante la fase REM del sueño se produce un mayor incremento de la plasticidad cortical, basada en nuestra experiencia diaria.
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Investigaciones previas
Acabamos de decir que la codificación emocional de los datos mejora la recuperación de los mismos. De hecho, es bien sabido que las situaciones degradables y agresivas dejan huella en nuestra memoria. Por ello recordamos con facilidad algunas situaciones para así evitarlas con mayor facilidad.
Pero ¿qué sucede si la codificación es positiva? Si vivimos situaciones con un impacto emocional agradable, nuestra memoria también registra mejor la información vinculada a ella, por lo que tenemos mejor acceso a ese recuerdo. Esto permite que nuestras acciones tiendan a recuperar estas sensaciones.
Según nos muestran los investigadores del trabajo, parece ser que esto es debido a que ambos procesos de recompensa están mediados por una zona del cerebro medio en la que el neurotransmisor dopamina (que suele asociarse con el sistema del placer del cerebro) tiene su efecto.
Memoria y vida cotidiana
Cuando hablamos de memoria pensamos en aquellos recuerdos (fechas, caras, imágenes, etc.) que tenemos almacenados y son la base de nuestra identidad, de nuestra personalidad y, en definitiva, de nuestra vida. Este tipo de memoria es la memoria retrospectiva (la referida al pasado).
Ahora bien, las personas también tomamos decisiones o realizamos determinadas actividades basándonos en una serie de intenciones (cuando queremos hacer algo). Estas intenciones están referidas al futuro, pero se asientan en determinados procesos de la memoria. Esta es la memoria prospectiva.
Por lo tanto, debemos ser conscientes que nuestra vida está referida al pasado y al futuro. Todo ello mediado por nuestra memoria. De ahí que cuando consolidamos determinada información, de manera significativa, en nuestra memoria tendremos un mejor acceso a la misma.
Investigaciones futuras
El trabajo que nos ocupa en esta ocasión nos muestra, nuevamente, que nuestra intelección y los sentimientos van unidos. Este aspecto, aunque pueda parecer banal, no lo es. De hecho, podría tener multitud de aplicaciones futuras.
Profundizar en los mecanismos de los procesos que interrelacionan los fenómenos vitales satisfactorios tiene gran potencial educativo. Sabemos que una formación agradable podría traer consigo una mejora en la adquisición de nuestro conocimiento posterior. No obstante, habría que seguir indagando en el desarrollo de los procesos que permitan mejorar este proceso.
Por otro lado, esta investigación también asienta las bases de una implementación de los procesos que reducen los efectos negativos que tienen enfermedades relacionadas con problemas de aprendizaje.
Ahora bien, para ello es necesario, tal y como afirman los autores, sesgar la adquisición de los recuerdos presentes y futuros en función del contenido emocional que podría ser incorporado a la memoria.
Acabamos de decir que la codificación emocional de los datos mejora la recuperación de los mismos. De hecho, es bien sabido que las situaciones degradables y agresivas dejan huella en nuestra memoria. Por ello recordamos con facilidad algunas situaciones para así evitarlas con mayor facilidad.
Pero ¿qué sucede si la codificación es positiva? Si vivimos situaciones con un impacto emocional agradable, nuestra memoria también registra mejor la información vinculada a ella, por lo que tenemos mejor acceso a ese recuerdo. Esto permite que nuestras acciones tiendan a recuperar estas sensaciones.
Según nos muestran los investigadores del trabajo, parece ser que esto es debido a que ambos procesos de recompensa están mediados por una zona del cerebro medio en la que el neurotransmisor dopamina (que suele asociarse con el sistema del placer del cerebro) tiene su efecto.
Memoria y vida cotidiana
Cuando hablamos de memoria pensamos en aquellos recuerdos (fechas, caras, imágenes, etc.) que tenemos almacenados y son la base de nuestra identidad, de nuestra personalidad y, en definitiva, de nuestra vida. Este tipo de memoria es la memoria retrospectiva (la referida al pasado).
Ahora bien, las personas también tomamos decisiones o realizamos determinadas actividades basándonos en una serie de intenciones (cuando queremos hacer algo). Estas intenciones están referidas al futuro, pero se asientan en determinados procesos de la memoria. Esta es la memoria prospectiva.
Por lo tanto, debemos ser conscientes que nuestra vida está referida al pasado y al futuro. Todo ello mediado por nuestra memoria. De ahí que cuando consolidamos determinada información, de manera significativa, en nuestra memoria tendremos un mejor acceso a la misma.
Investigaciones futuras
El trabajo que nos ocupa en esta ocasión nos muestra, nuevamente, que nuestra intelección y los sentimientos van unidos. Este aspecto, aunque pueda parecer banal, no lo es. De hecho, podría tener multitud de aplicaciones futuras.
Profundizar en los mecanismos de los procesos que interrelacionan los fenómenos vitales satisfactorios tiene gran potencial educativo. Sabemos que una formación agradable podría traer consigo una mejora en la adquisición de nuestro conocimiento posterior. No obstante, habría que seguir indagando en el desarrollo de los procesos que permitan mejorar este proceso.
Por otro lado, esta investigación también asienta las bases de una implementación de los procesos que reducen los efectos negativos que tienen enfermedades relacionadas con problemas de aprendizaje.
Ahora bien, para ello es necesario, tal y como afirman los autores, sesgar la adquisición de los recuerdos presentes y futuros en función del contenido emocional que podría ser incorporado a la memoria.
Referencia bibliográfica:
Javiera P. Oyarzúna, Pau A. Packarda, Ruth de Diego-Balaguera, Lluis Fuentemillaa. Motivated encoding selectively promotes memory for future inconsequential semantically-related events. Neurobiology of Learning and Memory (2016). DOI: 10.1016/j.nlm.2016.05.005 del autor
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