- Un estudio demuestra cómo los recuerdos pueden ser intencionadamente olvidados
Los recuerdos no son pequeños incidentes autónomos que están volando por la mente a la espera de que vuelvas a retomarlos. Son mucho más. Cuando decides recordar algo de tu pasado estás retomando una fusión enorme entre detalles sensoriales y narrativa a la vez.
Si llega a tu cerebro una vivencia de un día de playa familiar en tu infancia vendrá, seguramente, acompañado del olor del océano, del protector solar, una conversación entre tus padres, sus gestos, tu deseo de quedarte siempre jugando en la orilla...
Años más tarde, mientras estés en la playa junto a tus amigos, serán suficientes uno o dos detalles de aquel recuerdo de infancia para que tu cerebro pueda relacionarlos con aquella tarde del pasado. Lo más significativo e importante es que el contexto da lugar a los recuerdos. Mejor dicho, la memoria es inseparable de su contexto.
Ed Cooke, autor de Remember, remember: learn the stuff you thought you never could, explica que “para la mayoría de los estudiantes, por ejemplo, es un rollo abarrotar la mente de conocimiento en la víspera de un examen porque una vez hecho nuestro cerebro se vacía de todo este aprendizaje que ya no necesitamos. Después de unos días, apenas recordaremos sobre qué tuvimos aquel examen y ni hablar de los detalles”.
“Lo que sucede es que parece que nos hemos olvidado a propósito y para nuestra sorpresa, puede ser que sea involuntariamente así” continua Cooke. Un nuevo estudio realizado por Jeremy Manning y Kenneth Norman, llena de luz esta incógnita: bajo las condiciones adecuadas es posible olvidar deliberadamente las cosas.
El experimento de Manning y Norman evidencia que “la forma para olvidar un recuerdo es descartar el contexto mental en el que esos recuerdos se aprehendieron por primera vez”.
El estudio contó con un número concreto de personas que fueroninstruidas para recordar y olvidar unas palabras nuevas que desconocían a la vez que les enseñaban unas imágenes. Los investigadores, mientras esto sucedía, observaron el funcionamiento del cerebro.
“Cuando el cerebro quiere recordar se mantiene activo el contexto que estuvo presente durante el aprendizaje (los detalles del entorno: el olor, la temperatura, los colores), mientras que cuando el cerebro quiere olvidar intenta descartar ese contexto, disfrazarlo, dejarlo solo en una estructura vacía de contenido”.
Manning y Norman explican que el proceso es complicado, ya que ese contexto ha sido, a su vez, la clave para recordar y, de hecho, cuando uno visita dicho contexto “la memoria viaja directamente hacia lo que está relacionado con él”.
Si no puedes vaciar el contexto para eliminar un recuerdo, muévete a ese entorno y genera uno nuevo”
Explica Manning que el estudio abre las puertas a una implicación muy importante y es que “todos los estudios de memoria hacen hincapié en cómo recordamos en lugar de a cómo olvidamos, ya que el olvido se identifica con un fracaso.
Pero, sin duda alguna, olvidar puede ser beneficioso. Nuestro estudio ha identificado que el contexto nos apoya en el proceso de recordar, con lo cual también es el protagonista a la hora de intentar olvidar”.
Si no puedes vaciar el contexto para olvidar un recuerdo, muévete a ese entorno y genera uno nuevo”
Asimismo, ambos investigadores quieren dejar claro la complejidad del estudio pues “no se puede entrenar a un ordenador para que reconozca el aspecto que tiene el contexto en nuestro cerebro ya que para cada persona es diferente y además está en constante movimiento y evolución”. Esa es la razón por la cual se utilizaron imágenes en el experimento de las palabras.
Hasta ahora, explica Ed Cooke, “esta técnica es la más potente de todas. Si no puedes vaciar el contexto para olvidar un recuerdo, muévete a ese entorno y genera uno nuevo”.
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