Hyber -tercero por la izquierda, arriba- junto a los miembros de la promoción de 'Les Réalisateurs'.
Algunas escuelas de negocios están empeñadas en sacar a los artistas de su aislamiento creativo y enseñarles algunos secretos empresariales.
Réjean Peytavin ha trabajado en la creación de una aplicación parasmartphone que permite a las personas cambiar su percepción del tiempo mostrándoles el porcentaje que resta de día.
Sin embargo, Peytavin no es un emprendedor, sino un artista. El proyecto de este francés recibe la ayuda de un programa de incubación de start upllamado Les Réalisateurs, ofrecido por la escuela de negocios Audencia Business School, de Nantes, con el apoyo de la escuela de bellas artes local.
Pese a que Peytavin planea cobrar por la aplicación y está trabajando con fabricantes para desarrollar un dispositivo que también pueda mostrar el tiempo actual como porcentaje, no le motivan los beneficios. "El objetivo es cambiar el comportamiento y la forma de trabajar de la gente, no ganar dinero", explica.
El concepto de que las escuelas de negocios alberguen incubadoras no es nuevo, pero el enfoque de Audencia difiere en que reconoce que los artistas necesitan conocimientos empresariales tanto como cualquier fundador de un negocio. El objetivo es ayudar a los artistas implicados a convertirse en "emprendedores del arte", que puedan vivir de su obra trabajando con las empresas.
"La idea es enseñar a los artistas a pescar", señala Laurent Noël, un profesor adjunto que gestiona la incubadora, aludiendo al proverbio que dice que si se le da pescado a un hombre come un día, pero si se le enseña a pescar se le alimenta para toda la vida.
Para Audencia, el servicio juega otro papel más como recurso educativo para aquellos estudiantes que se especialicen en gestión cultural dentro de sus titulaciones. Este año, se ha designado a tres de ellos como instructores de artistas residentes en Les Réalisateurs.
Marie Gueudet, una estudiante de segundo año de los másteres en gestión de Audencia, es una de ellos. Ha ayudado a Baptiste Masson, un licenciado de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Niza, a encontrar patrocinadores para un modelo a escala del petrolero Erika, cuyo hundimiento en las costas de Francia en 1999 provocó un desastre medioambiental.
"Lo que intentamos hacer es cambiar la percepción que tienen las compañías de los artistas y crear relaciones entre las dos partes", asegura Gueudet, quien añade que, "con suerte, las compañías lo verán como algo bueno".
La instrucción de artistas también aporta una valiosa experiencia a Gueudet, que espera conseguir un alto cargo ejecutivo en una importante institución artística tras culminar sus estudios en Audencia.
Para Gueudet, "los artistas no saben cómo comunicarse con las empresas, y cuando hablan de su trabajo, emplean palabras que la mayoría de la gente no entiende".
La idea de Les Réalisateurs surgió de Fabrice Hyber, un artista francés que empezó a colaborar con empresas en proyectos creativos a los 20 años. Entre su obra se incluye una pastilla de jabón de 22 toneladas moldeada en un camión, un proyecto patrocinado por Chimiotechnic SED Idéal, un fabricante de cosméticos de Marsella.
"Se puede tener miedo a una empresa cuando se es un artista", admite. Hyber explica que su experiencia le ha enseñado que las compañías pueden ayudar a mejorar el trabajo artístico final.
Fuera aislamiento
Hyber lleva doce años cooperando con empresas en proyectos de arte. "La idea de que los artistas trabajan aislados en sus estudios para producir algo muy caro sin ayudas resulta romántica", señala. "Lo que sentí es que las compañías deben tener una mayor implicación".
¿Supone un compromiso para los artistas trabajar para las corporaciones? "Depende del método por el que opte un artista para trabajar con una empresa", apunta Hyber. "Pueden descubrir lo que son realmente las empresas, no sólo lo que piensan que son. No creo que cambie el trabajo por si solo".
Hyber también cree que una escuela de negocios es un buen lugar para ayudar a los artistas a prosperar. "La supervisión de los estudiantes en una escuela comercial, es parte de la riqueza cultural de una ciudad como Nantes", señala, añadiendo que otro objetivo de la incubadora es ayudar a las empresas más pequeñas a llegar a los artistas, y no sólo a las grandes compañías que pueden permitirse encargar esculturas y pinturas para sus oficinas.
"Pueden dar a las compañías nuevas ideas para cambiar su sistema de trabajo", apunta. El artista cree que su gremio puede ayudar a las empresas a pensar a lo grande con obras de arte provocadoras. "Los estudiantes demanagement pueden completar un ejercicio que les haga pensar de qué forma se puede cumplir un sueño", explica. "Abren sus mentes".
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