Aún recuerdo una de las ediciones de Operación Triunfo, ese conocido programa de televisión de tanto éxito que se retransmitió de 2001 a 2011, en el que sus aspirantes a cantantes entraban en la Academia para crecer con el objetivo de desarrollar su carrera en el mundo musical. Por allí pasaron caras muy conocidas hoy día como David Bisbal, David Bustamante, Chenoa, Rosa y otros muchos.
Era común que el lunes, al día siguiente del programa en directo, los triunfitos se reuniesen con sus profesores en una sala para visionar el vídeo de la gala y pulir defectos. Ya sabes: «el feedback es el desayuno de los campeones». Como en alguna ocasión ha dicho nuestro amigo Gonzalo Álvarez Marañón (@artepresentar) «el mejor coach para aprender a hablar en público es una cámara de vídeo» (lee la entrevista aquí).
A lo que iba. Un lunes, después de visionar uno de los vídeos de los triunfitos, uno de los profesores le dijo de manera clara y directa:
En mineralogía, diamante significa invencible o indestructible. Todos somos un diamante en bruto, pero para brillar de esa forma que brillan los diamantes cuando se exponen, también hay que sufrir todo el proceso que ellos sufren desde la extracción a 120-200 kilómetros por debajo de la superficie hasta estar pulidos de tan manera que su brillo enamora.
Los triunfitos tenían la mejor plataforma posible para tener visibilidad, un programa en prime time, con millones de telespectadores, y precisamente por eso, estaban más preocupados de brillar, lucirse y pavonearse (reconocimiento) que de hacer bien su trabajo (cantar), olvidando que lo segundo siempre es una consecuencia de lo primero.
Los triunfitos tenían la mejor plataforma posible para tener visibilidad, un programa en prime time, con millones de telespectadores, y precisamente por eso, estaban más preocupados de brillar, lucirse y pavonearse (reconocimiento) que de hacer bien su trabajo (cantar), olvidando que lo segundo siempre es una consecuencia de lo primero.
Esto es lo que se conoce en el mundo del desarrollo personal como 'desapego del resultado', que no es otra cosa que hacer lo que se tiene que hacer de manera impecable e impacable sin pensar en el resultado. O como diríaRafa Nadal (@RafaelNadal): «No sé cómo va el marcador, sólo sé que tengo que ganar el punto siguiente».
¿Y por qué cuento todo esto?
Por una razón. Hoy tenemos ventaja respecto a épocas pretéritas. Existen plataformas de todo tipo para dar a conocer aquello que queramos dar a conocer. Hoy cualquier persona con una cámara del móvil o con un canal Youtube, puede transmitir el mensaje que le plazca. Puede tener una visibilidad muy grande que es imprescindible para tener éxito –lo que no se conoce, no existe– pero que es una segunda derivada y nunca la primera.
El éxito se resume en dos cosas:
Primero (Aportar Valor) + Segundo (Ser Conocido)
Pero lo primero va antes que lo segundo. Estamos creyendo que como tener visibilidad es muy fácil, y se puede llegar a mucha gente, eso es suficiente para tener éxito y hay que descuidar la primera derivada. Y no es así. Siempre es tentador dejarse seducir por la visibilidad, invertir muchas energías ahí... y no ver resultados (dinero).
Mucha gente se está lanzando a hacer vídeos, a desarrollar plataformas de visibilidad sin un sustrato de valor detrás que lo avale y apoye, incluso dedicando mucho tiempo y energías, y ése no es un camino sólido, duradero y rentable. Por eso, mucha gente al cabo de un tiempo abandona esas plataformas (blogs, canal youtube, redes sociales...), porque le dedican mucho tiempo pero no generan beneficios. La visibilidad sin ventas, no sirve de nada. La vida va de vender. Sabes que estás haciendo bien las cosas cuando estás vendiendo: o estás vendiendo o estás fallando.
El mercado exige aportar valor y aportar valor es hacer mejor la vida de la gente; y aportar valor no es sencillo, porque suele ser el resultado de mucho estudio, práctica y reflexión. El éxito pasa por ser un referente en algo, y para ser un referente hay que ser experto en algo y para ser experto en algo hay que tener foco, y el foco exige concentración de manera sostenida y constante a lo largo del tiempo. Robert Kiyosaki (@therealkiyosaki), uno de los personajes incluidos en Aprendiendo de los mejores (Alienta, 10ª edición), decía en cierta ocasión de manera contundente:
«La diferencia entre un amateur y un experto es el FOCO. Muchos aspirantes a emprendedores buscan hacerse ricos rápidamente. Así que, cuando uno de los caminos no produce resultados lo cambian por otro. El problema es que nunca tienen éxito porque nunca le pusieron el tiempo ni el esfuerzo requerido para ello».
Puedes llegar donde quieras llegar, pero no saltarte etapas. Hay factores que aceleran el éxito, pero no lo suplen. Primero, tienes que decidir en qué quieres ser un referente; segundo, estudiar todo lo que puedas sobre ello y estar actualizado; tercero, practicar lo que tengas que practicar para ir mejorando y dar dando forma a tu especialidad; cuarto, obtener feedback para ir puliendo defectos; y quinto, no desistir jamás a mitad de camino.
Preocúpate por crecer tú: aprende más para ganar más. No se puede ganar más dando menos o lo mismo. Así lo recogemos en Tu futuro es HOY (Alienta, 2ª edición), citando a Jim Rohn, referente del desarrollo personal:
«¿Quiere ser superior a la media? Entonces utilice una sonrisa superior a la media, un interés por los demás superior a la media, un afán por ganar superior a la media. Esto lo cambiará todo».
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* Hoy te dejo una Entrevista en El principio de un comienzo, con David Asensio (@sherpapersonal)
* También te dejo una Entrevista en la revista Forbes, hablando sobre desarrollo personal y management.
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