- La inteligencia es mucho más que conocimiento y capacidad
Retahíla de preguntas, de juegos mentales, de formas geométricas, de series numéricas, de enunciados que ponen a prueba la lógica. Así son los test que evalúan el coeficiente intelectual, nuestra inteligencia, con recursos que pretenden sacar a flote nuestras facultades de razonamiento, nuestra comprensión verbal y nuestra agilidad matemática.
Unos los adoran, otros los detestan. Con los nervios y el tiempo jugando a la contra, estas pruebas son habituales en los procesos de selección de personal. Pero hace tiempo que voces expertas señalan que nuestra inteligencia es más compleja. Que somos algo más que memoria, conocimiento y cálculo mental.
El psicólogo estadounidense Howard Gardner, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2011, sacudió la definición de inteligencia en 1983. Puso sobre la mesa la complejidad humana señalando que el intelecto no es una característica innata e inmutable y desarrolló su tesis de lasinteligencias múltiples.
Inteligencias y talentos
Gardner estableció siete tipos de inteligencia: lingüística-verbal, física-cinestésica, lógica-matemática, espacial, musical, interpersonal, intrapersonal y naturalista. Y a raíz de su aportación y la de otros especialistas, lo que hoy en día se entiende por inteligencia es mucho más que conocimiento y habilidad.
Inteligencia es capacidad de adaptación. “Como mejor se adapta una persona, más inteligente es”, afirma Leopold Carreras, psicólogo y coordinador del Grupo de Trabajo de Superdotación y Altas Capacidades del Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya.
Partiendo de las teorías de Gardner, Carreras y su equipo elaboró un esquema de las inteligencias o altas capacidades existentes. Básicamente se dividen en dos: la mente de las personas superdotadas y la mente de las personas talentosas (que, a su vez, pueden ser simples o complejas).
Las personas superdotadas o con altas capacidades son aquellas que, desde su nacimiento, “poseen un potencial para destacar en cualquier área de conocimiento y, además, son capaces de interrelacionar estos conocimientos y de hacerlo de una forma creativa”, explica Carreras.
El empollón o el listillo de clase puede que nada tengan que ver con el superdotado. La escuela, el espacio en el que los niños se desarrollan y despliegan sus múltiples inteligencias y su personalidad, es uno de los primeros escenarios en los que despunta el abanico de intelectos.
Como mejor se adapta una persona, más inteligente es”
“No es fácil detectar a los niños superdotados, porque a menudo pasan desapercibidos debido a su creatividad”, sostiene el psicólogo. Actualmente se considera que cerca de un 15% de la población es superdotada, lejos del 1-2% que se había establecido anteriormente. No es que ahora seamos más competentes, sino que la definición se ha ampliado y su detección es más precisa.
Inteligencia, personalidad y confianza
Porque poseer habilidades y creatividad no siempre es un don. “Los niños superdotados necesitan un apoyo y una atención especiales por parte de padres y profesores”, señala Carreras. De otro modo, por sí mismos, difícilmente sabrán gestionar su potencial y salir airosos.
Es frecuente que las capacidades de un niño superdotado se confundan con tres tipos de talento: el lógico, el verbal y el memorístico/académico. El esquema de Carreras reconoce ocho talentos, en línea con la tesis de Gardner: creativo, lógico, matemático, verbal, social y deportivo (los talentos simples) y académico y artístico-figurativo (talentos complejos).
La mayoría de la población se reconocerá en alguna de estas formas de talento. Pero aunque en general se tienda a privilegiar la inteligencia, existe otro factor del cual no podemos desprendernos que modula nuestro intelecto: la personalidad. “Hay que conseguir que la gente tenga más personalidad que inteligencia”, aboga el psicólogo.
Porque así sabremos adaptarnos y triunfar según las necesidades de cada momento. Con este razonamiento coincide la maestra y pedagoga Carme Alemany, ex directora de la escuela rural El Roure Gros (Santa Eulàlia de Riuprimer, Osona).
Cuando un niño percibe que se confía en él, saca fuerzas y tira adelante”
Su carrera profesional le ha demostrado “hasta dónde puede llegar una persona”. Y no precisamente a base de privilegiar únicamente un tipo de inteligencia o talento ni de estudiar muy mucho. La fórmula mágica reside en la confianza. “Cuando un niño percibe que se confía en él, saca fuerzas y tira adelante”.
“Estoy en contra de cualquier diagnóstico parcial en los primeros años de vida de una persona que lo limite”, añade. “Somos demasiado complejos como para podernos reducir a la batería de cuestiones que plantea un test”.
Queda mucho trabajo por hacer. La sociedad y la escuela aún privilegian la acumulación de conocimiento, pero poco a poco va calando una visión más global, en la que las personas puedan desarrollarse en todas sus facetas.
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