La respuesta es sí y en gran medida depende de la propia autoestima. Tener confianza en uno mismo y en la vida es el paso previo al éxito en todas las áreas. Aprender a vivir sin garantías, a pensar en el futuro con optimismo aunque no tengamos certezas o pruebas de lo que va a suceder, es vital para afrontar la vida de una manera saludable. Este es uno de los temas que tratamos recientemente en Las Mañanas de RNE con Alfredo Menéndez y su equipo, donde hablamos sobre cómo entrenar nuestra confianza en el futuro, en tu equipo, en tus hijos, en ti mismo…
“La confianza sube por la escalera y baja por el ascensor”. Esta frase define cómo funciona la confianza en los seres humanos, ya que se refuerza o debilita en función de las acciones o, mejor dicho, de cómo interpretamos esas acciones. Por tanto, depende de uno mismo y se puede entrenar. Pero antes de nada, ¿qué es?
La confianza es una hipótesis positiva sobre el futuro. Cuando te imaginas que va a pasar algo con un resultado beneficioso para ti o para los demás. La confianza en los demás tiene que ver con nuestra previsión sobre cómo esperamos que actúen otros, mientras que en uno mismo es la seguridad que tenemos en una acción que vayamos a emprender. Así vemos que siempre tiene que ver con el futuro y es entrenable. Por otro lado, entrenar la confianza nos ayuda a vivir más tranquilos porque cuando confiamos se produce una suspensión temporal de la incertidumbre. Según la Universidad de Georgia, el volumen de materia gris en una región del cerebro (córtex prefrontal ventromedial) que sirve para evaluar las recompensas sociales es mayor en personas más confiadas.
A continuación tres claves sobre la confianza:
- ¿Se debe confiar siempre? Depende pero la confianza perdura en el ser humano y en las sociedades porque tiene que ver con la supervivencia. Confiar y desconfiar nos ayuda a sobrevivir. Pero hay que saber utilizarla: si confiáramos siempre en todo y en todos quizá hoy no estaríamos aquí. No se puede ir por la vida ni con una confianza absoluta ni siendo un desconfiado de todo y de uno mismo, no se puede vivir con ese miedo.
- Educar en la confianza. Si educamos a un niño en la desconfianza, también le entrenamos a que desconfíe en nosotros como padres, no solo en los demás, e incluso podemos favorecer que no confíe en sí mismo. La confianza se regula en una zona del cortex frontal, es decir con el pensamiento sobre el futuro, y ahí no distinguimos: en una situación similar ya sea tu padre, un amigo o un desconocido tendemos a hacer una hipótesis sobre lo que va a suceder con respecto a la confianza. Por tanto, cuanta mayor protección de los padres, los niños pueden resultar más desconfiados e incluso más dependientes, aunque en materia de educación influyen muchos factores. Nuestra inclinación a confiar en otros proviene, en buena medida, de la exposición a una molécula conocida por una función enteramente diferente: inducir el parto, y se trata de la oxitocina, el neurotransmisor que interviene en el reconocimiento social y en la formación de apegos emocionales. Por el contrario, la adrenalina es la inhibidora de la confianza, como resultado del estrés, el miedo o la ansiedad.
- Confianza en uno mismo es tener la certeza de que eres capaz de conseguir aquello que te propones, lo que tiene que ver con cómo nos explicamos las cosas. Por eso la confianza se puede entrenar, porque tiene que ver con la interpretación que hacemos de nuestra realidad sobre el pasado y sobre lo que sucederá. Para entenderlo más fácilmente, hablemos del locus de control. Me explico: hay personas que por educación tienen el locus de control interno y otras externo. Las que lo tienen interno han aprendido a que las cosas que realizan en la vida depende de ellos: su esfuerzo, su ilusión, sus ganas, su sacrificio… lo que les ayuda a tener mayor confianza. Lo que depende de ellos, lo pueden controlar. Hay otras personas que aprenden a poner ese locus de control en el exterior, como pueden ser niños educados con mucha sobreprotección, siempre ha habido alguien que se ha ocupado. Entonces para ellos es más difícil trabajar la confianza, pero sin dudan una vez que lo entienden pueden.
¿Cómo se entrena la confianza?
Insisto, la confianza se entrena a cualquier edad, recordemos que el cerebro es plástico y que se generan continuamente nuevas conexiones. Ahora veamos los cómos:
– Genera entornos tranquilos. Es muy importante saber que cuando estamos nerviosos es más difícil que confiemos en nosotros mismos y en los demás, porque generamos adrenalina, que es inhibidora de la confianza. Es decir, si hay adrenalina no hay confianza. Así pues, hay que generar entornos tranquilos, entornos de seguridad para generar confianza. Ejemplo: si quieres pedir algo a alguien (jefes, empleados, pareja, hijos) no le pongas nervioso, que no se sienta presionado, porque entonces subirá la adrenalina, descenderá la oxitocina y desconfiará. Igualmente con uno mismo. Si estamos todo el día estresados y con miedos, difícilmente, confiaremos en que podemos conseguir nuestros objetivos y deseos.
– Microbjetivos. Márcate expectativas y objetivos pequeñitos diarios con respecto a ti mismo y a los demás. Ejemplo: si quieres mejorar tu salud física en lugar de ponerte un gran objetivo, comienza por uno pequeñito: 5 flexiones, no 50. No pidas o esperes grandes cosas. Para triunfar en un entrenamiento hay que empezar poco a poco. Así, según consigues esos microbjetivos ganas en seguridad y confianza, de tal manera que la historia que te cuentas sobre tus logros es más positiva, lo que retroalimenta la confianza.
– Revisa tus situaciones pasadas, con actitud positiva. Deja de criticar al otro o de cuestionarte a ti mismo, cuéntate esa misma historia con una visión más positiva. Hazte preguntas tipo: ¿Qué le pasaría a esta persona para fallarme?, o ¿qué me sucedió para hacer las cosas cómo las hice? Los hechos no los podemos cambiar pero la interpretación sí.
– Dialogo interior positivo con mantras. Ahora que está tan de moda, se trata de hacer frases positivas y directas: yo puedo, me va bien… Grábate en el móvil tus frases favoritas y póntelas de despertador. La repetición funciona.
Y, por último, premia la confianza. Cuando alguien cumple tus expectativas o tú mismo las cumples, dale o date un premio; celebrarlo reforzará tu sensación de logro, tu autoestima y tu confianza crecerá. ¡Buena suerte!
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