Dr. Roberto Rosler
Resumen: Todo docente debe avivar el fuego de la curiosidad en sus alumnos. De esta forma conseguirá crear aulas más activas y ávidas de nuevos conocimientos, muy permeables al desarrollo cognitivo.
“Queremos ver al niño persiguiendo al conocimiento, no al conocimiento persiguiendo al niño”. George Bernard Shaw.
La curiosidad es el estímulo más poderoso para el desarrollo cognitivo, para la educación y para el descubrimiento científico. Es el impulso que lleva a los alumnos hacia el conocimiento. Ser curioso significa estar consciente y abierto a investigar las cosas y a experimentar e interactuar con lo que nos rodea.
No creo que sea casualidad que la misión espacial enviada a explorar la superficie marciana haya denominado curiosity (curiosidad en inglés) al vehículo explorador o rover que tomará fotos y decenas de muestras del suelo marciano con el objetivo de determinar si existió vida alguna vez en Marte, caracterizar el clima, la geología y preparar la exploración humana a este planeta. Todos objetivos que despiertan la curiosidad de cualquier persona, ¿no?
En una clase basada en la curiosidad, los docentes tienen la oportunidad única de plantear las preguntas más profundas que sus alumnos retendrán, logrando que su atención sea natural y sin esfuerzo, y posibilitando que se involucren en forma completa en la clase.
Generar las condiciones para que aparezca la curiosidad en el aula nos permitirá conseguir una motivación más auténtica tanto por parte de los alumnos como así también de los docentes, llevando así a un aprendizaje más profundo.
No es una sorpresa que Jorge el Curioso sea uno de los personajes más amados en la literatura infantil. El pequeño mono que vive con el Señor con el Sombrero Amarillo desea indagar en cada experiencia que se le atraviesa para explorar y experimentar. A menudo se mete en problemas, especialmente porque no está limitado por lo que es socialmente apropiado. Es libre de hacer lo que elija. Es positivo que Jorge el Curioso tenga a su amigo para salvarlo de las situaciones difíciles en las que él mismo se mete.
En el caso de Jorge, como en el de nuestros alumnos, una curiosidad alegre y juguetona, sumada a un andamiaje, puede transformarse en aprendizaje.
No es necesario que les enseñemos a nuestros alumnos a que sean curiosos como Jorge, ellos ya lo son por naturaleza (aunque puede ser que no en los temas por los que nosotros los docentes desearíamos que la tuvieran).
Tal vez mientras está leyendo un proyecto un estudiante se está preguntando cómo se siente la plastilina en un aula de jardín de infantes o cómo hablar con un amigo que recién se acaba de encontrar en la clase de biología.
¿Existen situaciones de aprendizaje que un guía hábil puede encontrar en la intersección entre lo que le genera curiosidad al alumno y los contenidos del programa? ¿Podemos utilizar su interés en persuadir a sus padres para que le compren un perro y moldearlo en habilidades de escritura persuasiva?
La curiosidad de los alumnos acoplada con las preguntas y la experiencia de los docentes puede guiarlos hacia una indagación más profunda.
¿Por qué curiosidad?
La curiosidad puede ser un factor crítico para el éxito del alumno en la escuela. ¿Cuáles son los mecanismos por los cuales la curiosidad estimula el aprendizaje?
1. La curiosidad le da un empujón y sostiene la motivación intrínseca, permitiendo que el aprendizaje profundo se produzca con facilidad
“El aburrimiento se cura con curiosidad. La curiosidad no se cura con nada”. Dorothy Parker.
Cuando los alumnos son curiosos, enseñar y aprender nunca es una tarea rutinaria. Mientras que la motivación que viene desde el exterior (a través de incentivos y recompensas) tiende a ser frágil y de corta duración, la proveniente desde nuestro interior es la fuente de una genuina curiosidad. Es más parecido a un fuego salvaje: si no puede ser domesticado, tomará en forma súbita nuevas direcciones y buscará combustible de la forma que pueda. En un aula basada en la curiosidad de los alumnos, los docentes no deben preocuparse por la motivación.
Cuando se les permite a los alumnos seguir su curiosidad, es más probable que sigan el camino de la exploración y el conocimiento.
2. La curiosidad libera dopamina, la cual no solamente genera placer sino que también mejora la observación y la memoria
“Una de las principales enfermedades del hombre es su inquieta curiosidad por conocer lo que no puede llegar a saber”. Blaise Pascal.
Cuando los alumnos son curiosos y buscan satisfacer sus deseos y objetivos generan una elevación de la dopamina que es un neurotransmisor que genera placer.
En una investigación sobre los efectos de la dopamina, a un grupo de personas se les entregó una lista de preguntas del estilo de ¿Quién fue el presidente de Estados Unidos cuando el Tío Sam por primera vez tuvo una barba? O ¿Qué significa la palabra dinosaurio? Y luego se les preguntó qué curiosidad les despertaba aprender las respuestas a estas preguntas. Posteriormente se les realizó una resonancia magnética cerebral funcional (fRMN) mientras se les presentaban las respuestas a las preguntas. Cuando la curiosidad de los participantes se gatillaba, sus sistemas nerviosos liberaban dopamina.
Si esto sucedía, al ser evaluados, los participantes recordaban mucha más información sobre los temas acerca de los cuales sentían curiosidad.
En otras palabras, cuando sentimos curiosidad el aumento de dopamina cerebral hace que recordemos todo el paisaje de la experiencia y la información más profundamente. Esto se debe a que la dopamina logra que el hipocampo (un área cerebral relacionada con la memoria) funcione mejor.
3. Las personas curiosas tienen habilidades cognitivas elevadas
“La curiosidad es lo único que me mantiene a flote. Todo lo demás me hunde”. Pedro Almodóvar.
Los alumnos curiosos aprenden más y mejor. Durante un trabajo de investigación se identificó un grupo de niños de tres años de edad que eran muy curiosos y siguieron su desarrollo durante su niñez y sus experiencias escolares. A los 11 años de edad estos niños se sacaban notas más altas que sus compañeros. También eran mejores lectores y tenían un coeficiente intelectual que promediaba unos 12 puntos más que sus compañeros menos curiosos.
En otra investigación se descubrió que los adultos mayores que estaban genéticamente predispuestos a sufrir la enfermedad de Alzheimer, pero que mantenían la curiosidad como una característica de su vida diaria retrasaban la enfermedad por más de una década. En especial buscar una mayor educación, trabajar en temas complejos, tocar instrumentos musicales, leer con avidez y mantenerse intelectualmente involucrados fueron la receta para mantener sus cerebros saludables y efectivos.
Bibliografía:
- Anderson, M. (2016). Learning to Choose, Choosing to Learn: The Key to Student Motivation and Achievement. Publisher: Association for Supervision & Curriculum Development. ISBN-10: 1416621830.
- Berlyne, D.E. (1966). Curiosity and exploration. Science. Jul 1;153(3731):25-33.
Dr. Roberto Rosler
- Director Académico de Asociación Educar para el Desarrollo Humano.
- Médico neurocirujano egresado con Diploma de Honor, Universidad de Buenos Aires.
- Docente adscrito a la cátedra del Departamento de Neurocirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
- Profesor Titular de Neurofisiología de la carrera de Médico Especialista en Neurología de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
- Profesor de Neurología y Neurocirugía de la Facultad de Ciencias Médicas de la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires (UCA).
- Coordinador y profesor de Neuroanatomía de la Maestría en Neuropsicología de la Escuela de Medicina del Instituto de Medicina del Hospital Italiano de Buenos Aires (IUHI).
- Profesor de Neurofisiología de la carrera de Bioingeniería del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).
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Asociación Educar para el Desarrollo Humano
www.asociacioneducar.com
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